Ranpo Edogawa perdió algo muy valioso, su vista. Por supuesto que costó aceptarlo. Estuvo perfecto que se desahogara llorando los primeros días, aunque sea amargamente.Todos en la agencia lo apoyaron. Decidieron seguir trabajando normalmente, hacer como si nunca hubiera pasado nada, con la condición de que Ranpo tenía permanentemente prohibido salir a resolver casos fuera de la agencia.
Ranpo trabajó y desarrolló, en poco tiempo, su habilidad auditiva, además de que se le abrió la puerta a la percepción de cosas. Algo así como un sexto sentido que se obtiene al perder la visión. Él mismo fue la prueba exacta del refrán: "cuando se cierra una puerta, Dios abre otra"
Decir que es un ciego hecho y derecho es de mal gusto, dejémoslo en que pudo desarrollarse y manejarlo de la mejor forma. Los casos los siguió resolviendo, escuchando los hechos, y cada tanto testimonios. Siguió manteniendo su racha de no equivocarse nunca con sus deducciones al concluir cada caso.
Pronto, todo eso se volvió rutina. Y un deseo lo invadió: salir afuera.
Conocía cada rincón de la agencia. Sabía dónde estaba cada mueble y objeto de memoria, caminaba por los pasillos como si no estuviera ciego. Con solo escuchar los pasos, reconocía a quién le pertenecía. Todo eso se volvió aburrido. Quería salir, escuchar de nuevo el ruido de la ciudad al caminar y perderse por las calles de Yokohama, sentir el calor del sol resplandeciente en toda su cara y volver a oler el exquisito aroma a dulces de su tienda favorita.
Y claro que no se lo guardó, ni reprimió aquel deseo para sí. Él habló.
—Quiero salir. Prácticamente, esta es mi casa, y lugar de trabajo. No he salido desde que me diagnosticaron esto, son tres meses casi. Déjame salir.
A Fukuzawa le dolía que Ranpo no pudiera mirarlo a los ojos. Le dolía no hacer mucho más por él. Le dolía verlo.
—Tienes razón. No puedo privarte de tu libertad, pero si puedo protegerte hasta donde me sea posible.
—¿Qué quieres decir?
—Si vas a salir, será al parque, nada de tiendas. Y acompañado por alguien de la agencia.
Ranpo dudó. Pero su deseo de salir era más grande que las ganas de discutir con el presidente por menos restricciones. Aceptó.
—De ser así, saldré ahora.
—No olvides tu bastón.
—¿¡Qué!? ¡Antes muerto!, no saldré a la calle con ese palo.
—Bastón, Ranpo. No entiendo porqué lo odias tanto. Es una guía, orientación y ayuda para-
—¡El mejor detective no necesita ayuda, y mucho menos de un estúpido palo! Te acepto todas las demás reglas para salir, pero el palo se queda aquí.
—Nunca lo usaste. Ahora es un buen momento para estrenarlo.
—Para eso mejor me quedo.
Salió de allí, enojado. Azotó lo puerta para demostrar el nivel de tolerancia que estaba soportando.
Luego llamó a Atsushi.
—Llévame al parque. El presidente me dejó salir si alguien me acompaña.
—Ahora traigo su bastón.
—¡No necesito ese estúpido palo! Me llevarás tú. En tu espalda.
—¿Perdón?
—Ya lo hiciste antes, tigre. Encima con el perro de la Port mafia.
—Ya entendí, ya entendí. ¿A qué parque?
Ranpo sonrió.
—Yamashita.
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Cegado De Mentiras
FanfictionRanpo es ciego. Conoce a un gran mentiroso. °Basado en un capítulo de la rosa de Guadalupe. (De ahí tuve la idea). °Ranpoe. °Actualizo cada siglo.