Capítulo 8: Reencuentro

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Había pasado un mes en el que Marco no había vuelto a ver a Ace. Tampoco había hecho ningún esfuerzo por ponerse en contacto con él, ya que no quería darle a Ace ningún motivo para sospechar que era un acosador de algún tipo.

Sin embargo, eso no significaba que no hubiera estado pensando en él o que hubiera pensado que cada mata de pelo negro que se paseaba por el pasillo podría ser él. Ace había demostrado ser increíblemente irritante con su actitud, pero, por desgracia, el cerebro de Marco no dejaba de recordarle su cumpleaños y lo increíble que estaba en pantalones cortos de cuero o con menos. También sabía que Ace podía ser una compañía agradable si decidía serlo, ya que Marco y él habían hablado mientras Marco paseaba a Stefan.

Ace era una paradoja, decidió Marco. Por un lado, estaba su lado sexy de stripper que también era una compañía agradable y, por otro, estaba ese mocoso molesto que creía que lo sabía todo. Cierta parte de Marco ya había decidido que le gustaba Ace -Marco había tenido algunos momentos de debilidad-, pero al final, no importaba. Tanto si Ace era simpático como si no, seguía siendo un alumno y, como consejero, no sería ético ir tras él. Por no hablar de que podría costarle el puesto.

Así pues, Marco había dejado descansar el caso de Ace durante un tiempo, para dar tiempo al hermano de Ace a hacer su solicitud de la beca y a que la burocracia hiciera su trabajo, o al menos se pusiera en marcha. De todos modos, tenía otros asuntos de los que preocuparse. Había una universidad llena de estudiantes y a muchos de ellos les vendría bien su ayuda. De todos modos, prefería tratar con ellos, ya que eran educados y, de hecho, estaban agradecidos si marcaba la diferencia. Sin insinuar que lo hacía por una recompensa poco ética.

Aun así, el objetivo de conseguirle esa beca al hermano de Ace era que este trabajara menos horas y, como no había habido exámenes mientras tanto, no podía comprobar si sus notas habían subido revisándolas. Había enviado un correo electrónico a Ace hacía un tiempo, pero -no tan sorprendente- no había recibido respuesta. Por supuesto, podía buscar el número de teléfono o la dirección de Ace, ya que podía acceder a la mayoría de la información que los estudiantes habían proporcionado a la universidad, pero todo eso le parecía demasiado acosador. Intentaba convencer a Ace de que, después de todo, no lo era. Sin embargo, esperaba que después de un mes sin cruzarse, Ace hubiera abandonado esa idea.

Sin embargo, sólo le quedaba una opción. Al fin y al cabo, Marco sabía dónde trabajaba Ace, y Ace sabía que él lo sabía. Al principio, desconfiaba un poco de la idea de visitar a un estudiante que hacía un trabajo tan provocador -sobre todo después de que prácticamente babeara sobre dicho estudiante antes de enterarse de que Ace iba a su universidad-, pero como las otras ideas que tenía no eran una opción, no vio otra salida. Se repetía a sí mismo una y otra vez que sólo había ido allí por Ace, y que después de haber hablado con él, se marcharía, sin entretenerse ni mirarlo en el escenario.

Marco se alegró de no haberles contado nunca su situación a Thatch o a Izo, o se burlarían de él o intentarían emparejarlo con Ace o algo así, y ninguna de las dos cosas le apetecía. Bueno, salir con él sonaba atractivo, pero había complicaciones, una de las cuales era el hecho de que Marco era consejero y Ace estudiante, y otra que, a pesar de que Ace trabajaba en un club de striptease masculino con espectadores mayoritariamente masculinos, eso no significaba que fuera gay o bisexual. Por no mencionar el hecho de que Ace había acusado a Marco de ser un acosador.

Aun así, su deber como consejero era asegurarse de que los estudiantes que acudían a él en busca de ayuda -voluntariamente o no- volvían a ponerse en pie. Y Ace no era más que otro alumno que necesitaba su ayuda.

..

"Creía que ya no te dejaban entrar", dijo Ace suspirando mientras bajaba el culo hasta el regazo del hombre, pero sin llegar a tocarlo.

"Te sorprendería saber cuánta gente no te mira a la cara si les enseñas tu placa", dijo Smoker con una sonrisa de satisfacción. "Especialmente tus nuevos gorilas". Llevó las manos a los muslos de Ace, pero se las apartó de un manotazo.

"Eso me suena a abuso de poder. Sinceramente, estoy así de cerca de conseguir una orden de alejamiento contra ti".

"No lo harás, o lo habrías hecho hace mucho tiempo".

Ace puso los ojos en blanco. Sin embargo, Smoker tenía razón: no lo haría. Aunque le hiciera la vida un poco más fácil, había muchas posibilidades de que sus hermanos lo descubrieran, ¿y cómo se lo explicaría?

"Además, ¿no dijiste que te gustaba que te siguiera?". Smoker intentó de nuevo colocar las manos en las caderas de Ace, una vez más sin éxito.

"Dije que te prefería a ti antes que a ese tipo nuevo". Ace sabía que no debería haberle dicho nada a Smoker, pero Smoker había estado por allí hacía un mes, después de salir de la oficina del señor Fenwick, y Ace se había enfadado tanto que se le escapó. Sin embargo, la única razón por la que prefería a Smoker antes que a él era que sabía cómo actuaba Smoker. No hacía daño a una mosca, sólo molestaba. Con Marco, Ace no estaba tan seguro. Marco tenía acceso a sus notas y a su información personal, así que podía ser cualquier cosa, desde masturbarse con la foto que Ace había enviado a la universidad hasta plantarse delante de su casa por la noche con gafas de visión nocturna.

Lo peor era que no había visto a Marco desde su pequeño encuentro. No había ido al club ni le había esperado fuera como hacía Smoker. Lo que le hacía aún más peligroso, porque Ace no sabía lo que quería ni lo obsesionado que estaba. Y no verlo era lo que más aterrorizaba a Ace.

"Mi oferta sigue en pie. Puedo detenerlo y darle unas cuantas razones para que te deje en paz", dijo Smoker encogiéndose de hombros.

"Te dije que no lo hicieras". ¿Quién sabía lo que haría estallar a Marco? Quizá debería reconsiderar la posibilidad de pedir una orden de alejamiento.

"¿No dijiste que era rubio y con el pelo que se parecía un poco a una piña?". La voz de Smoker interrumpió sus pensamientos.

Ace levantó la vista de su baile, con el ceño fruncido. "Sí, lo dije. ¿Por qué?"

"Porque acaba de entrar en el club".

Alumno - MaraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora