— Bon appétit. Así que, ¿fan de la comida francesa, eh?
— Es exquisita. — Habló con entusiasmo, desviando la vista del menú, haciendo que la sonrisa que yacía en su rostro se desvaneciera por completo.
Era él; el demonio con el que había tenido un encuentro para nada grato hace unos días. La cara de Aziraphale cambió rotundamente, expresando desagrado e incomodidad. Por alguna razón, la presencia de Crowley lo hacía sentir vulnerable.
— Siento no haberme presentado la primera vez. Soy Anthony Crowley. Soy dueño de una cadena de clubs nocturnos llamada Labyrinth, es por eso que deseo comprar tu florería.
Escucharlo lo dejó sin aliento. ¿Comprar su pequeño oasis, que ofrecía vida y calma, para transformarlo en un vil club? ¡De ninguna manera! El beneficio que él obtenía de Divine Garden era más emocional y espiritual que económico. Allí, las personas venían para admirar las plantas, tomar un respiro y comprar vida para sus propios jardines. Pero lo más recurrente eran los clientes enamorados en busca de flores para sus seres especiales. Incluso había quienes acudían solo para tener una agradable charla con el encantador ángel.
— Lo siento, señor Crowley. Pero creí dejarle en claro que no me interesa vender Divine Garden.
Crowley se quitó las gafas y soltó un suspiro. En alguna otra situación le habría jugado sucio, como Beelz sugirió. Tal vez chantajear al ángel con dirigir una parte de las ganancias hacia huérfanos, o alguna obra de caridad que pusiera la moralidad del ángel en la cuerda floja. Lo pensó, pero no logró que algo así saliera de sus labios. ¿Qué le pasaba? Tenía que admitirlo, el ángel era bonito... Beelzebub iba a burlarse de él al saber del segundo encuentro. Un segundo encuentro sin resultados. Crowley se sintió frustrado consigo mismo.
El silencio incómodo se vio interrumpido por la llegada del mesero, quien se acercó con una pequeña libreta en la mano.
— Buenas noches, caballeros. ¿Desean ordenar? ¿Tal vez algo para beber? O, ¿Lo habitual ti, Zira?
— Hola, Newt. Mi platillo habitual por favor, pero beberé lo que el caballero ordene.
Crowley se aclaró la garganta y enmarcó una ceja. Aquel intento de restarle pesadez al ambiente, había tomado por sorpresa a Crowley, si bien esperaba una actitud diplomática por parte del ángel, no esperaba amabilidad genuina.
— Una botella de Châteauneuf-du-Pape.
Newt se retiró después de tomar la orden, dejándolos solos nuevamente. No había duda alguna de que aquella negociación, no estaba en el terreno de Crowley.
—Solo quiero que reconsideres la idea. El precio lo pondrás tú, podemos reubicar tu florería además de la compra.
Y nuevamente, no pudo ofrecer un fin destinado a la caridad con algún porcentaje mínimo de las utilidades del club que deseaba poner. Eso sería chantaje, a un ser que se veía tan... puro. Imposible.
— Agradezco su oferta de negociar bajo mis términos señor Crowley, pero me temo que tendré que declinarla nuevamente. Me está hablando de algo que no es negociable.
— Lo siento. No quiero que sientas que te estoy presionando, ángel. Me gustaría disfrutar de esta cena. Puedo garantizarte que será la última vez que haga una oferta. O al menos durante este encuentro.
Se permitió esbozar una pequeña sonrisa antes de dirigir su atención al camarero, el cual llegaba a la mesa con el plato de Aziraphale y el vino tinto que Crowley había ordenado.
Aziraphale asintió ante la respuesta de Crowley y se dispuso a disfrutar de su cena en silencio, aunque la presencia del demonio aún lo hacía sentir incómodo. Agradecía que la conversación hubiera vuelto a terrenos más neutrales, al menos por el momento.
El mesero sirvió el plato de Aziraphale y abrió la botella de Châteauneuf-du-Pape, llenando la copa del ángel con cuidado. Aziraphale le dirigió una sonrisa amable al camarero antes de llevar la copa de vino a sus labios y darle un pequeño sorbo.
La cena transcurrió con una mezcla de tensión y cierta cordialidad. A pesar de sus diferencias y la inusual situación, Crowley y Aziraphale lograron mantener una conversación relativamente amigable durante el resto de la cena. Después de haber disfrutado de la comida y el vino, el ángel se sintió más relajado, aunque la oferta de compra de Divine Garden seguía en el aire.
Cuando terminaron de cenar el pelirrojo pagó la cuenta, acción que Zira no se esperaba.
— Si no te importa, puedo llevarte a casa.
Aziraphale aceptó la oferta de Crowley para que lo llevara a casa, a pesar de sentirse nervioso. El ángel se preguntaba por qué seguía sintiendo esa incomodidad en presencia del demonio, especialmente cuando este segundo encuentro no había sido tan intimidante como el primero. A medida que avanzaban por las calles de la ciudad en el automóvil de Crowley, ambos mantenían un incómodo silencio que ninguno de los dos parecía dispuesto a romper.
Finalmente, llegaron a la casa de Aziraphale. El ángel agradeció a Crowley por llevarlo de regreso a salvo y se dispuso a salir del automóvil. La casa llamó la atención del demonio, pues aún al estar en una ciudad como Londres, era visible que el ángel se esmeraba en mantener un pequeño jardín bonito detrás de una cerca baja de madera que lo protegía. Demasiado contrastante con el gusto de Anthony, pero aún así le parecía una morada acogedora.
— Bueno, hemos llegado. Gracias nuevamente por traerme a casa. Ha sido... interesante. Supongo que deberíamos dejar aquí nuestra conversación sobre Divine Garden y Labyrinth. — El ángel hizo una pausa, como si estuviera a punto de decir algo más, pero luego sacudió la cabeza y sonrió con amabilidad. — Buenas noches, señor Crowley. Por cierto, su coche es precioso.
Aziraphale salió del automóvil y se dirigió hacia su casa. Por otro lado, Crowley observó cómo el ángel se alejaba y suspiró, sintiendo que había perdido una oportunidad pero sin estar seguro de qué más podía hacer en ese momento.
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𝐰𝐡𝐞𝐧 𝐟𝐢𝐫𝐞 𝐛𝐥𝐨𝐬𝐬𝐨𝐦𝐬- 𝐠𝐨𝐨𝐝 𝐨𝐦𝐞𝐧𝐬
FanfictionAziraphale trabaja en una florería y Crowley quiere comprar el lugar.