Mi egoísta amante

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El aroma a café y crema abarrotaba la estancia en la cual me encontraba. La gente a mi lado hablaba calurosamente, alegremente, sonrientes. Yo solo les podía observar con envidia, pues esa expresión no encontraba cavidad en mi rostro hace ya bastante tiempo.

Tal vez era a causa del cansancio, o tal vez era por la monotonía de la vida, tal vez era un poco de ambos. A fin de cuentas, el causante era lo menos relevante. Mi sonrisa había desaparecido sin dejar rastro, llevándose con ella lo que restaba de mi emotividad, esa que solamente reservaba para ti... Para ti, Jinguji Ren, o más bien para el que era Jinguji Ren...

Los días anteriores, mucho antes de que tuviésemos que separarnos por asuntos laborales, habíamos tenido nuestra última y más desestabilizante discusión.

Has cambiado, y eso me causa un recelo que aún no logro controlar del todo. Tu fuerza e insistencia pasional, tu romanticismo y efusiva personalidad, tus acciones impredecibles, tus versátiles arranques habían quedado ya en el pasado, y eso había vuelto a crear en mí, aquella gélida coraza que con tanto esmero tu habías desterrado de mi corazón...

Siento miedo y frio, mucho frío, pues tu voz y cuerpo están lejos de mí, y se alejan cada vez más. No comprendo el porqué, no concibo entender tu actitud despectiva ¿Es que acaso quieres ponerle fin a esto que... a esto que insistentemente tu deseaste iniciar? ¿Por qué no insistes como antes? ¿Por qué no puedo sentir tu candente esencia como antes? ¿Por qué... por qué siento culpabilidad? ¿Es que acaso tus duras palabras aún están causando estragos en mi subconsciente? ¿Es que acaso no he podido olvidar aquella ultima discusión?   

"-Buenas tardes, Ren...-Aquella tarde ambos estábamos cansados... Pero, es irresponsable de mi parte atribuirle a la fatiga todas las palabras que escupimos sin pensar.

-Buenas...- Respondiste, sin siquiera desviar la vista de la revista que hojeabas en ese momento. Aquello me molesto mínimamente. Lo que ocurrió después, fue la gota que rebalsó el vaso.

 Llevábamos horas sin charlar adecuadamente. Yo tenía la intención de hablar sobre lo acontecido en el día, de cómo iba el trabajo, nuestro esfuerzo por entrar a como dé lugar en el Triple S y... pues, tal vez pasar un tiempo de calidad junto a él, tomando en cuenta que Kurosaki-san no se encontraba en la habitación en ese momento. Sin embargo, él solo se dignó a sentarse al borde de la cama, observarme por un par de segundos, abrir la boca como para decir algo y arrepentirse a último momento, suspirar frustrado y agregar sin más explicación: -Saldré por unas horas...

-¿Ren?- ¿Qué era lo que ocurría? ¿Por qué ese tipo de comportamiento? Aún no lo entiendo.

-Me alegra saber que estas bien...- sonreíste melancólicamente, para luego decir:- Debes estar cansado. Intenta dormir temprano. Mañana debemos grabar...

-¡Ren!...-Desviabas la mirada, como escondiendo algo ¿Qué era lo que le ocurría?

-...I-iré por un par de cosas a la ciudad y...- No pude soportar mucho más. Me acerqué a ti, dejando de lado mi equipaje, recuerdos y cuanta cosa llevaba en las manos, para así estrecharte entre mis brazos, cobijando ese cuerpo que se había tornado esquivo, por alguna extraña razón.

-¿Qué es lo que te ocurre, Ren? Habla, habla conmigo...- Ahora que lo pienso. En qué momento Jinguji se volvió tan serio y reservado...

Tus brazos me estrecharon fuertemente, con esa calidez que extrañaba, con ese fuego agobiante que tan solo tu alma puede darme... Pero, así tan rápido como me abrazaste, hiciste que nuestro toque cesara...

-...Cierto, no podemos.- fue lo que dijiste, dejándome de lado, para luego caminar rápidamente hasta la puerta de salida.

-¡Detente, Jinguji! ¡Necesitamos hablar!

Conociéndome al conocerte II: La resonancia de la discordiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora