El destinatario de la pasión escondida

106 7 2
                                    

Hace tan solo unos instantes atrás, la presentación había acabado. Mi cuerpo cansado y poco reactivo ya había dejado atrás la inconmensurable efervescencia que había mostrado en el escenario. Aquel rostro cansado y demacrado que tan bien se escondía tras el maquillaje, se dejaba ver para mis ojos al verme reflejado en uno de los enormes espejos que habían puesto a nuestra disposición en el camerino que compartía en este momento con el silente Ichinose-san.

Ya todo había acabado. Los respetos y las felicitaciones no dejaban de llegar. Arreglos florales y cartas de fanaticada se dieron paso por la puerta que no paraba de ser tocada. Afortunadamente, tardaron pocos minutos en caer en la cuenta cuan inoportuno eran esos obsequios, tomando en cuenta el estado de fatiga que ambos sentíamos. Pronto dejaron ya de tocar, aunque hubo un solo toque más, solo un toque más que crearía un problemático momento.

-Gracias. Yo se las daré.-Ichinose-san fue el que abrió la puerta y se hizo cargo de lo que recién había llegado. Yo en tanto, terminaba de quitar el rebelde maquillaje que habían puesto en mi cara.

-¿Quién era, Ichinose-san? ¿Más regalos?- dije, mientras frotaba mis ojos con productos desmaquillantes.

-Masato...-Aquella símil voz profunda, otra vez. Ichinose-san, ¿intentas engatusarme de una forma tan baja?­-Estas son para ti.- Quité rápidamente aquellas toallitas de mis ojos, para así caer en la cuenta de cuan cerca se hallaba Ichinose-san de mí. Su rostro estaba a tan solo unos centímetros de distancia, sonriente y expectante. En sus brazos, cargaba un magnifico ramo de rosas rojas, las cuales llevaban una escueta tarjeta entre ellas, que decía: Mis sinceras felicitaciones. Tokiya.

-Son para ti. Ten.- Ichinose-san alargó sus brazos, insistiendo en que yo tomase el ramo que el cargaba con tanta felicidad.

-Gra-gracias, Ichinose-san...- no supe que más responder. Tomé el ramo y lo volví a observar. Él esperaba algo de mí.- I-Ichinose-san, yo... lo siento. No tengo nada para ti. Yo...

-Yo no espero a que tú me retribuyas, Hijirikawa-san.- dijiste, al tiempo que acercabas un asiento y te sentabas en frente de mí.- Y-yo solo quiero que charlemos sobre una cuestión que... que se me está siendo pesada de llevar, aquí...- dijo, señalando su pecho.-...en mi corazón.

-Ichinose-san, yo...- Esto tenía una intención que me estaba haciendo sentir incómodo... Ren, ¿dónde estás?

-Escúchame, Hijirikawa-san...- dijiste, mientras pegabas tu mirada al piso y tus manos se empuñaban nerviosamente sobre tu pantalón... Esto iba cada vez peor... ¿por qué hacía esto? ¿Qué no habíamos aclarado ya la situación en la montaña? ¿Es que acaso el aún no se percata de la magnífica persona que está a su lado incondicionalmente? ¡Pero qué testarudo hombre es Ichinose-san!-...Y-yo esta noche, he cantado para ti.- Tus manos temblaban y tu rostro cada vez se tornaba más enrojecido... ¿Pa-para mí?-...T-todo este tiempo a tu lado ha sido una bendición y a la vez una maldición.- suspiraste forzosamente.-... M-mi alma está en una lucha constante de hacer lo que verdaderamente deseo y lo que es correcto de hacer, y... para mí, tú eres ese deseo prohibido del que ya no puedo escapar. Esta sensación me está asfixiando, me está matando cada día, cada noche. Ya no concibo soportar un día más con este pesar...

-Ichinose...

-Hijirikawa-san, mis sinceras disculpas, pero aun sabiendo que tu corazón tiene dueño, me es imperante decirte que de ti, yo estoy enamorado.

-Eso no es cierto.- dije, repentinamente, al tiempo que dejaba mi puesto en frente de Ichinose-san, situaba el ramo de rosas en la mesa que estaba a un costado y comencé a caminar nerviosamente dentro de la sala.- ¡Eso no es posible, Ichinose-san! ¡Tú...!

Conociéndome al conocerte II: La resonancia de la discordiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora