La Resonancia Original de mi Esencia

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Él estaba tardando mucho más de lo que pensé...

Está bien, es obvio. Deben de estar afinando los últimos detalles para lo que sería la presentación de mañana por la noche... ¿pero sería normal que estuviesen hasta altas horas de la noche en aquello? Deben descansar. No es bueno para sus voces el hecho de que todavía estén trabajando, más aun para Masato quien ya había pasado una noche en vela... después de todo, la noche anterior fue bastante impetuosa, para su cuerpo y su voz.

¿Qué estará pasando en esa habitación? Mi mente vuela y lucubra escrupulosos escenarios, en donde Masato, mi delicado y reservado Masato cae en las redes de ese engendro de mil caras... El impasible Tokiya, el hombre que todo lo intenta esconder, pero que nefastamente ha encontrado en su camino un invencible alter ego. Una mente símil y rebuscadamente concordante.

Ichinose Tokiya, yo seré el derrocador de tu bestia interior, el que hará sucumbir sin compasión tú empedernida búsqueda de placer en la piel ajena. Yo soy el filo de la espada que atravesará tu entereza y destrozará limpiamente esa irrealidad que tus infantiles pensamientos han comenzado a construir en tu mente. Yo protegeré lo que es mío por derecho...

Mis manos aún están limpias, pero para mí no hay problema con ensuciarlas.

Nadie puede tocar a Masato. La pureza de su piel me pertenece y pertenecerá por siempre. Y jamás deberá existir nadie que ose siquiera pensar en poner un dedo sobre él. Él es mío... solo mío. Su cuerpo es mío, su alma es mía... su destino es mío. Su vida radica en mí y la mía en la de él. -Masato...- dije, con un nudo en la garganta... Pero, si puedo pensar tan firmemente aquellas palabras, si pude responder tan certeramente a los cuestionamientos que Ittoki planteó de tu sentir hacia mí, si puedo ser el dueño de tu cuerpo y el causante de tan soberano goce que hace desfallecer tu ser, dime entonces ¿por qué es que la duda me embarga cada vez que tu persona está lejos de mí?- Masato...- Mis manos peinaban nerviosamente mi cabello, al tiempo que tomaba asiento en mi recamara. Las lágrimas ya habían comenzado a bañar mi rostro... Siento desesperación. Me irrita pensar en el hecho del que "tú y yo" ya no exista más...

Mirando el piso. Con los ojos perdidos en la infinidad de mis oscuros pensamientos. Intenté ingenuamente acallar mis pensamientos llevándome las manos a los oídos, mientras repetía una y otra vez, de la misma forma que lo hacía cuando pequeño, cada vez que los fantasmas de mis irremediables traumas de infancia agobiaban a mi cordura.-Él me ama, yo lo sé... Él me espera, yo lo sé... No estoy solo, yo lo sé... Yo lo sé... yo lo sé... y-yo lo... y-yo lo sé...- Los pensamientos que Aijima dio a conocer cuando llegábamos del aeropuerto... "La duda está escrita en tu mirada y él puede leerla hasta con los ojos cerrados..."... "Ren, se precavido, pues el añil de sus ojos está perdiendo ese habitual resplandor anaranjado y se está tornando más y más... azul profundo."... Masato... ¿Quieres dejarme? ¿Ya no sientes lo mismo por mí? Masato... ¿Habrás tomando en cuenta las palabras que te indique que dijeras a Tokiya? Masato... No logro contener esto... Ya no puedo seguir manteniéndome estable cuando soy un castillo derrumbado. Soy el príncipe caído, el que ha perdido la voz por intentar acallar los pensamientos mal habidos de su tortuosa mente, él que ha desfallecido en el intento de buscar la cordura que se ha escapado de sus dominios, él que promete estabilidad aun cuando su entereza pende de un hilo. Masato, soy el hombre menos hombre que ha existido jamás.

Yo soy el príncipe desvalido que busca al suyo para poder descansar en paz, y saber por fin lo que es la felicidad... Lo que es la felicidad en los brazos del único y verdadero príncipe azul, Hijirikawa Masato. Mi soledad de niñez, mi triste adolescencia y mi absurda e inestable futura adultez tendría sentido si Masato es la recompensa final. Todo el sufrimiento despiadado que tuve que vivir junto al creciente repudio de mi familia para con mi sentir hacia un hombre, todo, todo se transformaría en un mal recuerdo si es que Masato fuese el refugio eterno de mi flameante deseo de amor. Dejaría atrás mi angustiante fobia a la soledad, encontraría la estabilidad para mi flaqueante espíritu. La inseguridad que siento de tu sentir hacia mí se esfumaría como agua al sol si tan solo pudiésemos concretar ante el mundo, ante la vida misma nuestro irrefrenable amor... pero la negante decisión de tu persona hacia mi intención de liberación, me reprime y genera más incertidumbre. El desatar la verdad tal vez signifique perderte, pero también, el mantenerlo en secreto hace que las posibilidades de perderte se multipliquen aún más.

Conociéndome al conocerte II: La resonancia de la discordiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora