VI. Paz

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Permanecí varias horas en la sala, sentado frente a la ventana mientras tomaba té, y meditaba sobre la tortuosa noche que había pasado.

En solo una noche, me enfrenté a múltiples pesadillas horribles que además, se sentían aterradoramente reales. En cada una de ellas, a excepción de la primera, me ví cara a cara con una gigantesca StrawberrySoda, o por lo menos, con una interpretación retorcida de ella que mi mente había adoptado. Para empeorar todavía más las cosas, en dos ocasiones creí haber despertado, estando todavía atrapado, prisionero en ese mundo irreal y turbio.

Analizar mis pesadillas con racionalidad me ayudaba a sentir que tenía todo bajo control. Es cierto que me provocaba un poco de inquietud el hecho de que yo jamás fui alguien que tuviera problemas de sueño y esto me tomó por sorpresa, sumado a que la claridad de esas alucinaciones nocturnas era muy real, tanto así que hasta las sensaciones, temperaturas, olores, texturas, y en especial, el dolor, se sentían como si lo estuviese viviendo todo en carne propia. Pero nada de eso era real, y lo sabía.

El único motivo por el que podría estar soñando con una lejana usuaria de internet a la que humillé como había hecho con tantas otras, debía ser que quizá, su altanería y alto ego, me resultaban más desagradables y reprochables de lo normal.

Salí un momento a dar un paseo por un parque que estaba muy cercano al edificio donde yo vivía. La necesidad de tomar algo de aire fresco me motivó a hacerlo. Aproveché también de pasar por el supermercado y hacer algunas compras necesarias.

Pese a haber tenido un día tranquilo y con poca actividad, no dejaba de sentir un abrumador cansancio físico. Sólo quería volver a dormir, pero esta vez deseaba paz; quería descansar ya sin sobresaltos, sin interrupciones, y sobre todo, sin volver a ver el pecoso rostro de esa desagraciada.

Comí muy poco, otra vez más por obligación que por deseo, y mientras lo hacía tomé mi celular para buscar entre mis borradores de TikTok aquel que sería el próximo en ser publicado. Cuando lo encontré me cercioré de que no existiera ningún error y estuviera apto para ser subido y puesto en público. Era otro de los muchos vídeos por los que me lloverían cientos de comentarios de tipas dólidas e incapaces de aceptar su realidad.

"En el mercado del amor toda persona posee un valor, el cual varía según el sexo de cada quién.

Tú hombre, eres valioso por tu inteligencia, habilidad, y éxito. Todo lo que logres aportará a ese valor que te hará más atractivo a la vista de las mujeres; nunca olvides que ellas son seres elementales que únicamente se ven atraídas por los recursos materiales que puedas ofrecerles. En cuanto tengas dinero podrás tener a la mujer que quieras, son fáciles de comprar.

Las damas por otro lado... Valen durante un tiempo muy corto de sus vidas, entre sus quince hasta sus veinticinco años, para cuando llegan a los treinta ya han perdido todo su valor y son invisibles a nuestros ojos. Lo único que nosotros buscamos en ellas es belleza y sumisión.

Por cierto, a diferencia de nosotros, una mujer llena de éxito profesional o monetario no es deseable, al contrario, nos resulta hasta desagradable, ya que es una mujer que está pretendiendo competir con nosotros y pierde su femineidad en ello. No queremos a otro hombre en el cuerpo de una mujer, lo que queremos en una pareja es que sea servicial, dulce, sumisa, que nos ofrezca tranquilidad y silencio al llegar a casa."

El vídeo no tardó en obtener muchas reacciones y comentarios, en su mayoría de apoyo a mi mensaje. Era satisfactorio ver que cada vez más hombres comprendían la realidad de las relaciones humanas.

Unas horas más tarde de publicado el vídeo, consiguió viralidad en la plataforma, siendo respondido varias veces por usuarios indignados de lo que decía en este, lo típico.

A mí no me molestaba en absoluto recibir insultos y reacciones negativas; la verdad siempre duele a quienes pretenden vivir con los ojos cerrados y ese era el motivo por el que recibía tanto odio, especialmente de mujeres solteronas y amargadas.

Los usuarios que comentaban mis vídeos eran tantos que no me detenía a leer la gran mayoría de las cosas que decían, a no ser que esto me sirviera como material para algún futuro vídeo. Barriendo con la mirada la inmensa cantidad de comentarios acumulados volví a encontrarme con StrawberrySoda, pero esta vez preferí ignorar cualquier porquería que hubiera escrito; me apresuré a bloquearla y a borrar sus comentarios. No sé si era sugestión o enojo, lo único de lo que estaba seguro es que prefería mantenerla lejos de mi contenido, el solo visualizar su pequeña sonrisa me inundaba de rabia.

Estaba muy satisfecho con el resultado de mi último vídeo, por lo que ya para la noche me sentía mucho más calmado. Eran apenas las nueve de la noche, pero mi agotado cuerpo me exigía descanso, por lo que preferí acostarme cuanto antes para tener un sueño reparador y recuperar la noche anterior. Pero antes de dormir, me quitaría un poco de estrés de encima.

Tomé la tableta que reposaba sobre la mesa de noche y comencé una búsqueda en uno de mis sitios pornográficos favoritos. Esa noche tenía particular antojo de ver algo que fuera muy sucio, profano y cruel, algo que me excitase mucho y me hiciera olvidar cualquier preocupación.

Tenía una predilección por el contenido explícito de tríos y orgías, en especial si en medio del placer se involucraba también algo de violencia entre los participantes de dichos actos. Para mi fortuna, dí con un metraje de buena duración en el que tres hombres altos y fornidos follaban salvajemente a una delgada mujer rubia que no paraba de gritar adolorida en medio de los gemidos de aquellos tipos. El sufrimiento en el rostro de esa zorra al ser embestida con fuerza por cada uno de los orificios de su patético cuerpo me calentaba demasiado. No tardé en sentir como mi miembro se endurecía a medida que el vídeo se ponía cada vez más y más intenso. Me bajé el pijama y la ropa interior para dejar al descubierto mi pene y masturbarme con mayor comodidad.

Mi mano subía y bajaba de manera casi mecánica sobre mi falo mientras mis ojos no se despegaban de la pantalla en la que veía gustoso como los tres sujetos se divertían con ese enclenque cuerpecillo, turnándose para ponerla en cuatro y penetrarla sin darle siquiera tiempo a adoptar una postura más cómoda.

Me corrí ya casi finalizando el vídeo, faltando tan solo pocos segundos para que este acabase. La había pasado bien con esos exquisitos minutos.

Concluido mi pequeño momento de recreación, me sentía mucho más relajado. No había más que oscuridad y silencio en la habitación, muy a la distancia se podían oír algunos sonidos de la ciudad. Cerré los ojos y puse la mente en blanco, todavía tenía las deliciosas imágenes de ese vídeo en mi cabeza.

Poco a poco me fuí quedando dormido, y para cuando lo hice, sentí una gran paz. Durante el resto de la noche no desperté para nada, no tuve pesadillas, ni siquiera soñé con algo, solo descansé mi mente y mi cuerpo como lo merecía. Nada irrumpió mi preciada tranquilidad.

Con Aroma a FresasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora