Capítulo 9

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—¡Oye tu!— me llama la atención alguien parándose frente a mi escritorio.

Levanto la vista confundida por el tono de voz. Era una mujer pelinegra de ojos marrones la cual me observa con arrogancia y un poco de desagrado.

Era Victoria.. la secretaria de Lucifer, llegó junto a el cuando el se presentó en la empresa, al minuto sentí que le caía mal al verle que siempre me observaba con odio.

—Si, ¿que necesitas?— le pregunto.

—Por supuesto que nada de ti— se mofa— el señor Lucifer te está esperando en su oficina.

Me confundo a la vez que me entran escalofríos al cuerpo, dándome malas vibras.

Salgo de mis pensamientos al sentir que la pelinegra me llamaba:

—Apúrate, no tengo todo el día— exclama mirándome con impaciencia.

Me paro de la silla, encaminándome en silencio hasta el ascensor detrás de ella.
La puerta se cierra, mientras yo sigo distraída en mis pensamientos:

¿Para que me llama? ¿Que es lo que desea? ¿No le basta con hacerme sufrir?...

Salgo de mis pensamientos al escuchar la puerta abrirse, me quedo parada en mi lugar hasta que Victoria hastiada me empuja hacia la puerta de la oficina.

—Auch— me quejo por el empujón.

—Deja de quejarte— me mira por última vez con odio y se larga murmurando algo que no alcance escuchar.

Vuelvo mi vista hacia al frente, observanbando la puerta de madera frente a mi.

Las manos me empezaron a sudar de los nervios y mi respiración empezó a alterarse. Sin pensarlo más abro de una la puerta, entrando sin pedir permiso.

El interior de la habitación era enorme, de paredes en colores oscuros, había en el centro de la habitación un gran escritorio con cosas encima y atrás de este un amplio ventanal con vista a la ciudad. En una esquina se encontraba un juegos de sillones en colores oscuros. También había una mesita con varias bebidas sobre ella.

Deja de analizar la oficina al escuchar su horripilante voz:

—No me gusta que me hagan esperar— estaba parado en una esquina con un vaso de whisky en la mano, tenía el traje y el cabello desordenado, su altura como siempre lograba intimidárme.

—Que quieres— pregunto, tratando de contener el temblor de mi voz.

El le da un último trago a su bebida antes de dejarla sobre un mueble.

—¿Sabes?— empieza a hablar— estoy enojado... sabes por qué Hera.

Empieza a caminar por la habitación con la vista sobre mi, mirándome con los ojos cargados de seriedad y furia.

—Me enteré de tu salida— dice haciendo que yo me paralize— con un tal Christian  ¿estoy en lo correcto?

Yo no le respondo y me quedo callada. El me da una sonrisa cargada de furia y de un solo empujón voltea una silla tirándola al piso, rompiéndola.

Yo me sobresalto mirándolo con miedo, y sin darme tiempo de reaccionar se viene sobre mi agarrándome del cuello cortándome la respiración.

Me pega furioso en la pared mientras yo intento safarme de su agarré, lo mire con pánico mientras el me miraba con los ojos inyectados en sangre.

—Cuando vas a entender— habla pausadamente— que tú eres solo nuestra, de nuestra pertenencia y que no tienes permitido hablar con ningún otro hombre que nos seamos nosotros.

—Yo.. no les.. per.. pertenezco..o— le hablo tratando de tomar aire a montones.

—¿No?—pregunta con un estraño brillo en sus ojos— pues yo creo que sí, lo eres desde el momento en que te vimos por primera vez, lo eres desde que te tomamos por primera vez, lo eres desde que diste luz a nuestro hijo y lo seguirás siendo por siempre.

Yo niego sintiendo las lágrimas bañar mi cara. El se acerca lamiendo mis lágrimas, gustoso de mi sufrimiento.

—Mmm.. no sabes lo mucho que me pone verte llorar— dice mientras me pegaba a el haciéndome sentir su gran erección.

Yo empiezo a llorar más fuerte a la vez que me empiezo a remover como loca para liberarme de su agarre. Sintiendo repugnancia ante su exitacion.

De un momento a otro me suelta haciendo que yo caiga al piso, empiezo a toser agarrándome el cuello mientras intento desesperadamente recuperar la respiración.

Lucifer se arrodilla frente a mi, agarrando mi mentón haciéndome mirarlo.

—No quiero volver a escuchar de que te viste con ese tipo, las consecuencias para el serán malas pero para ti muchísimo peores ¿me entiendes hübsch?— me pregunta agarrándome más fuerte y yo asiento de inmediato.

Me da una mirada de satisfacción antes de soltarme. Se para encaminandose hacia la puerta y antes de salir por esta se gira hacia mi para decirme:

—Por cierto.. puede que muy pronto los tres les hagamos una visita a nuestro hijo y a ti— dice para cerrar la puerta tras de él y dejarme sola en su oficina.

Yo me quedo arrodillada en el piso con la respiración afectada, temblando de miedo y con el cuerpo temblando de los nervios.

No sé por qué.. pero mi mente se negó a su orden de alejarme de Christian. Ya una vez me guíe por sus amenazas y no deseo que eso vuelva a ocurrir.

Yo tengo el derecho de tener a alguien en mi vida, a alguien que si me tenga un amor sano y no uno enfermizo.

Y además.. no iba a ser para siempre prisionera de ellos ¿O sí?

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Lamento muchísimo la demora, prometo intentar actualizar nomás seguido.

Además, gracias por su apoyo en ambas historias, los amo...











Consumida por una obsesión[#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora