Capítulo 9: La copa rota

310 23 15
                                    

Maratón 2/5


—Tengo algo para ti —el olor de su perfume inundó la habitación, como era habitual de Billy.

—Dios... ese olor —masculló inhalando profundo.

—Lo sé, es irresistible

—Por favor —gruñó— no te creas tan importante

—No pienso discutir, así qué ven acá y cierra los ojos

—¿Debería preocuparme?

—Pensé que confiabas en mí aún con los ojos cerrados, pero ya veo..

—Deja de lloriquear, que ya cerré los ojos

La llegada de Billy fue como un llamado de auxilio que no dudó en responder, su amistad era incondicional y por supuesto el rubio ya estaba al tanto de los últimos acontecimientos con Eddie, cosa que le molestó porque creía que su fiel amiga caería en las manos del metalero dejando a un lado a Steve quién ha estado con ella de manera excepcional y quién le ha brindado su cariño sincero haciendo que los días grises se convirtieran en coloridos y llenos de amor.

El sentimiento de culpa constante por tener pensamientos sobre un futuro con Eddie tenía a la astrónoma con el corazón dividido en dos. Por una lado creía ciegamente que su bienestar estaba con Steve, él le había demostrado que era merecedora de un amor bonito, uno que no lastimaba y que se esforzaba por solucionar los problemas y discusiones que por momentos tenían; él era todo lo que Harper necesitaba. Sin embargo, su corazón aún le pertenecía a aquel metalero de pelo largo que la había olvidado pero aun así era del que se había enamorado perdidamente.

Se preguntaba a diario si sus palabras eran ciertas o simplemente se había despertado un deseo carnal en Eddie que desaparecería si ella se rendía a sus pies. Se cuestionaba si sus sentimientos por Steve eran lo suficientemente fuertes para no romperle el corazón y seguir a su lado, lo que menos quería era hacerlo dudar de su cariño pero las cosas en su interior se habían salido de control desde que pasó la noche junto a Munson. Y por último, dudaba en si era correcto haberlo invitado a la exposición de arte, aunque Luke se encargó de hacerle llegar la tarjeta seguía pensando que tal vez no era buena idea, temía no poder ocultar la emoción que le daría de tan solo verlo y que eso le causará un problema con Steve, pues sus celos eran mínimos pero su pasado con Munson era un tema del que no hablaba la pareja.

—Extiende las manos —la pelinegra siguió la orden y noto como un leve peso ejercía fuerza en sus palmas— ahora abre los ojos

—¿Qué es? —cuestionó entrecerrando los ojos—, hoy no es mi cumpleaños o ¿si?

—Es un día más importante que tu cumpleaños, preciosa —se levantó de la cama y tomó su abrigo—, Hoy serás la estrella de la noche y no puedo permitir que salgas con esa ropa. Necesito que brilles, que cuando pongas un pie en ese gran salón todos te miren y digan 'Carajo, por ella es que estamos aquí', y con ese atuendo —la señaló de manera despectiva— no lo vas a lograr, pareces una invitada más, así que cámbiate.

—¿Qué hay de malo con mi vestido?

—Todo. Harper, no puedes salir con algo tan simple, ¿en serio crees que el negro te hará brillar esta noche?

—Sí —respondió contundente.

—¡Pues no! ¡Pareces una monja de pueblo!

—¡Oye!

Sin decir nada más el rubio desapareció de la habitación dejando a Harper con ganas de seguir discutiendo pero la verdad era que si le causaba curiosidad lo que había en el interior de la pequeña caja que aún reposaba en sus manos. Con calma se dispuso a abrirla y quedó anonadada con lo que veían sus ojos, era un precioso vestido plateado que brillaba como las estrellas, era largo y tenía una abertura en el lado derecho dejando ver casi toda la pierna de Turner. Al mirarse en el espejo se sintió realmente hermosa, era una pieza de alta costura con un hombro descubierto y un brazo completamente adornado con una delgada capa de tela semitransparente que dejaba ver pequeños hilos de color negro que a lo lejos daban el efecto de ser diminutas estrellas. Pero sin duda el detalle que más le llamó la atención fue un bordado oscuro en la parte baja del vestido que daba la ilusión de ser una galaxia. Estaba radiante pero sentía que algo más le faltaba, y en efecto era así.

Storm | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora