Capítulo 16: La confrontación

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—Hasta que te dignas a aparecer —dijo la anciana—, ¿se puede saber donde estabas?, tu prometido te ha buscado como loco. Harper, dime que tuviste algo de decencia y compasión con Steve y por lo menos hablaste con él.

—De Steve solo debo preocuparme yo —azotó la puerta—. Ahora, quiero tener una conversación a solas —pidió mirando a Axel de mala gana— Claro, si no es mucho pedir. Abuela.

—Axel, fuera —ordenó sin mirarlo.

—Si necesita algo..

—Dijo afuera, largo.

—¡Harper!

—¡No me reprendas! ¡No te lo permito!

—Supongo que nuestra conversación no será sobre la recepción de tu boda o sobre las invitaciones, ¿verdad?

—Primero que nada —a paso firme fue directo al escritorio de Marie y con una sonrisa de medio lado, ojos bien abiertos y sacando pecho, se sentó derecha en la silla que solía usar la anciana en su despacho. Esta que era imponente por su tamaño y de color dorado simulando ser un trono. Harper se sentía con poder y valentía para enfrentar a su adversario— te me bajas de esa nube fantasiosa en la que te subiste, que boda no habrá.

—¿Qué?

—Segundo, quiero que seas sincera y me digas la verdad sobre el accidente de Eddie y su pérdida de memoria. Así que empieza que no tengo todo el día.

—¿Disculpa? —preguntó atónita con las cejas levantadas y su boca entreabierta— ¿Desde cuando le hablas así a tu abuela?

—Desde que me quité la venda que pusiste en mis ojos y ahora puedo ver quién eres en realidad

—Y...según tú ¿quién soy?

—El ser más despreciable y egoísta que he podido conocer en toda mi vida —rebeló con rabia levantando del trono—. ¡Eres una mierda de persona abuela!

—¡Cállate! —la fuerte palmada en la mejilla de Harper no fue suficiente para que la pelinegra cambiara de actitud—¡No tienes ningún derecho a hablarme así!. No hace falta saber donde estuviste todos estos días, se nota lo bajo que has caído. Te juntas con la podredumbre y personas miserables y de una vez te impregnas de sus costumbres, de su altanería y sobre todo de su pobreza.

—¿Por qué Marie? —preguntó lanzándole unas fotografías a la cara que había sacado de su pequeña cartera— ¿Por qué me alejaste de Eddie?, y sobre todo ¿por qué hacerle daño a Wayne?. ¡Es un anciano indefenso!, ¡ese mugroso como le dices, es un padre para mi! ¡él me cuidó!

—¡Lo hizo por lastima!

—¡No es cierto!

—La pobre niña indefensa necesitaba a alguien que la defendiera de su padre y ese anciano se hizo cargo de ti porque estaba enamorado de tu madre —Harper negaba con la cabeza, no podía creer que Marie estuviera diciendo esas estupideces solo para quedar bien— ¡Tu madre era una ramera!

A pesar de no tener tantos recuerdos con su madre, Harper respetaba la memoria de aquella persona que la había traído al mundo y creía fielmente que hasta el último aliento de su vida la amó como nadie la había amado, así que escuchar esas palabras ofensivas la sacó de sus casillas y no le importó saber que la mujer que tenía enfrente era su misma sangre, no le importó recordar que ella la rescató cuando su padre casi la mata y mucho menos le importó reconocer que gracias a las influencias de Marie y su poder adquisitivo había estudiado en una de las mejores universidades del país, ella solo quería cerrarle la boca para que dejara de decir estupideces. 

En un abrir y cerrar de ojos Harper le propinó una bofetada tan fuerte que la tumbó al piso y perdiendo la poca razonabilidad que le quedaba se abalanzó sobre ella para tomarla del cabello y mirándola fijamente le volvió a repetir las preguntas.

Storm | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora