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El y Jason se llevaban bien. No eran los mejores amigos pero  respetaban el espacio del otro, nada del otro mundo.

Después del desayuno cada niño tenia sus clases asignadas. De cuatro años a siete iban al aula mariposa del orfanato, de ocho a diez al tortuga, once a trece salon nutria. Claro que los de ocho en adelante tenían la opción de ir a escuelas reales pero la gran mayoría necesitaba ayuda especialidad y no estaban listos para convivir sanamente con otros niños o estaban muy atrasados a comparación con los demás estudiantes.

Esto se debía a que muchos nunca habían tenido acceso al estudio o simplemente sus progenitores nunca les interesó enseñarles lo básico.

A Dick le daba igual realmente. Salón nutria o escuela pública era lo mismo para él. Aunque en el salón nutria no le enseñaban nada que el ya no supiera, no tenía ansias de aprender algo nuevo, no le interesaba.

Igual con su mal comportamiento tampoco lo dejarían ir a una escuela regular a causar problemas. Palabras de las cuidadoras, no suyas.

La clase es aburrida, apenas y escucha a la profesora hablar.  Decide escabullirse e irse a el patio de juego, o así le dicen al terreno vacío lleno de plantas muertas y tierra.

Camino un rato por los alrededores, le gustaba imaginar que escalaba hermosamente por las cornisas y ventanas y llegaba al techo del orfanato. Cuando está allí haría volteretas y caería en puntas de pie. Pero, sabe que no está listo para un acto como ese, menos aún sin cuerdas ni colchón.

Le recorre un escalofrío al recordar a sus padres y su acto.

Se sienta en un viejo columpió y solo observa. Según a escuchado pronto remodelarán los terrenos del orfanato, empezaron primero por lo escencial que eran las instalaciones y los suplementos de primera necesidad que requería un niño. Dentro de poco estarán rodeados de cesped sintético, áreas de juego de colores y una valla de cemento con dibujos ridículos de bosques y animales.

La verdad, le gustaba más el terreno muerto que lo que fueran a hacer en un futuro.

Se voltea al escuchar una discusión detrás de él, son murmullos molesto, no logra identificar lo que dicen. Sin dudarlo se levanta de su asiento y camina sigilosamente hacia un lado del edificio.

Hay tres niños rodeando a quien Dick identifica rápidamente como Jason. Que están haciendo?

— te dije que me lo regreses! — grita su compañero de cuarto. Se ve molesto.

Dick nota que la razón de la discusión es un viejo libro que no le quieren dar a Jason de vuelta.

Jason guarda con recelo varias novelas románticas debajo de la cama, sabe que al chico le gusta leer así como a él le gusta hacer volteretas hacia atrás. Nunca le ha dicho nada al respecto. No es asunto suyo.

— Ah sí? Y que harás enano? Vamos alcanzarlo — el niño mayor pone el libro por encima de su cabeza y mira con burla.

Jason no intenta saltar, sabe que es una tontería hacerlo. En cambio golpea con fuerza el estómago del otro niño haciendo que se doble de dolor y suelte el libro.

Dick aprieta los labios para no reír, bien hecho Jason!

Pero su pequeña celebración dura poco, los otros dos sostienen a Jason fuertemente de cada lado dándole chance al otro de recuperarse de el golpe y regresarlo con más fuerza directo al estómago de Jason.

— maldito enano! Tu madre la drogadicta no te enseñó a comportarte?

— no vuelvas a hablar de mi madre! No te lo permito! — gritó Jason aún encorvado recuperando el aire sacado por el golpe.

— ah sí? Y quién me va a detener? Tú? — se rió burlón.

— no, lo haré yo.

Se consideraba una persona pacífica. Tan pacífica que cuando estrelló una piedra en la cara del chico se sintió algo mal. Un poquito nada más.

La sangre que empezó a salir de la frente del matón fue bastante preocupante. La valentía no le duró mucho ni a él ni tampoco a sus amigos, los tres se habían ido antes de que Dick pudiera también arremeter contra ellos.

— hey, todo bien? — le pregunto a Jason al mismo tiempo que estiraba su mano y lo ayudaba a levantarse del piso.

— amigo, te vas a meter en un problema gigante

— más aún que dormir en un ático contigo? No creo

Jason río.

— gracias por ayudarme, te debo una.

— no me debes nada, ni lo digas — Dick se estiró a agarrar el libro que había exigido Jason de regreso. "Orgullo y prejuicio". — oh, creo haber escuchado de este libro, tiene película y todo no?

Su compañero de cuarto tenía las mejillas muy rojas mientras miraba entre el libro y él.

— eh, si. De hecho tiene más de una adaptación.

— si tiene más de una entonces debe ser buena. Todo un clásico verdad?

— lo es!

Ambos caminaron de regreso a el ático.

— oye, no crees que en verdad te vas a meter en un lío? Te veo muy relajado.

— nah, si él sabe lo que le conviene no dirá nada en la enfermería. Solo que tropezó.

Ambos llegaron y se acomodaron en la cama de Jason.

— me agradas, eres más rudo de lo que pensé — lo felicitó el más joven.

— no tan rudo como para robar en Crime Alley

Ambos rieron.

— cuando llegue una cuidadora me echaré la culpa.

— qué?

— diré que fui yo quien le partió la frente a Marcus.

Ah, ese niño se llamaba Marcus.

— no, no lo harás, diré que fui yo. Es la verdad.

— me ayudaste, deja que te regrese el favor.

— esto no es una deuda, te ayude porque quería. No dejaré que recibas un castigo por mi.

— y yo quiero ayudarte Dick, déjame hacerlo.

— no te voy a dejar.

Al final, cuando una de las cuidadoras, Marlen vino a preguntar por lo sucedido por Marcus ambos se echaron la culpa y ambos recibieron su castigo y unas visitas al psicólogo por los "ataques de ira" que debían controlar.

Ninguno se arrepintió.

Tres Pequeños Corazones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora