9.

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Evie esta ayudando a su mamá con las tareas del hogar cuando escucha el timbre.

Atiende, ignorando las protestas de su madre sobre quien podría ser. Se topa de lleno con una Meave angustiada, que se muerde el labio de manera nerviosa y está aún más despeinada de lo normal.

Se hace un lado, invitándola a pasar sin palabras. Se trata de una emergencia.

―Mamá, Meave esta aquí.

―¿Cuando no?

Se queja su madre, carente de toda la educación que predica y le enseña a Evangeline.

―Esta teniendo problemas con matemáticas y necesita que la ayude. ―la mentira escapa tan fácilmente de sus labios que Ev se aterra por unos instantes, pero no tiene tiempo para sentir culpa cuando su amiga esta teniendo una crisis, así que descarta los arrepentimientos para otra ocasión ―estaremos en mi cuarto. Más tarde limpiaremos lo que falte.

Katherine, que en otro momento discutiría, simplemente las despide con un gesto de su mano, demasiado resignada como para intentar evitar que esa niña Wikins se meta aún más en la vida de su hija.

Evangeline se lleva a su nerviosa amiga a su cuarto antes de que ocurra algún desastre y cierra la puerta para darles privacidad aunque su madre lo desaprueba.

―¿Quieres contarme que esta pasando?

En lugar de sentarse y explicar lo ocurrido como lo haría una persona normal, la reacción de Meave es la de un león enjaulado, va de un lado a otro, hablando sola y revolviendo su cabello con una mano para disipar la ansiedad.

―Meavs―Intenta llamar su atención en vano―Si tan solo pudieras decirme que pasa sería fantástico.

Otra vez su amiga la ignora y no solo eso, sino que abre su armario y empieza a agarrar sus prendas y esparcirlas por todos lados.

―¡Mi ropa! ¿Se puede saber que carajo haces? ¿Te has vuelto loca?

Pero Meave la ignora, parece en trance y Ev se preocupa todavía más.

—Meavs...

—Tenemos que irnos.

Dice muy decidida, mirándola con ojos grandes, rojos.

—Primero quiero saber que pasó, ¿Sí? —pide con la voz más dulce que puede lograr.

—Mamá lo sabe. Lo sabe.

Le toma quince segundos descubrir a que se refiere Meave, ya que podía tratarse de que su madre se enteró de la marihuana ocasional que fuma, o su pésimo rendimiento académico, o quizás la nueva obsesión de Meave, el club de teatro. Pero más temprano que tarde comprende que no, que esto es peor, más importante que cualquiera de las otras cosas, que parecen insignificantes a comparación.

—¿Estas segura? ¿Cómo lo supo?

Meavs empieza a narrar la secuencia de la discusión con su mamá, sin omitir que empezó porque ella quiere estudiar teatro. Su relato es desordenado, habla rápido y mueve mucho las manos, pero Evangeline puede comprenderla casi sin esfuerzo (ventajas de conocerla hace años).

—Bueno. Necesito que te calmes... quizás no es tan malo. Quiero decir, tus padres no son perfectos, pero no son...

—¿Tu mamá?

—Exactamente.

Ev sabe vergonzosamente poco sobre los padres de Meave y su relación con ella a pesar de ser su mejor amiga, a Meavs no le gusta hablar de ello y Evie no le insiste, así que la poca información que tiene es que ellos siempre están ocupados con el trabajo y nunca tienen tiempo para pasar con su hija, y que, además, no crecieron en el pueblo, así que hay una pequeña posibilidad de que no sean tan conservadores como los demás habitantes del lugar.

Desastre indecente |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora