La fiesta despedida es tranquila, más una reunión que otra cosa. La hacen en la casa de Meave, aprovechándose de que sus padres están ocupados con el trabajo y de la culpa que sienten. Están invitados Belle, John, Bryan y los amigos de Meavs del teatro.
Meave toma un poco de más, porque le gusta cuando el alcohol calla sus pensamientos, muchos, sobrepuestos, amontonados en su cabeza donde no sólo hay rulos desprolijos como muchos podrían pensar.
Evie no toma. Le genera culpa. Le da miedo. También intenta socializar con los amigos de teatro de Meave, incluso no comenta nada acerca de que uno de los chicos tiene puesto maquillaje y parece una señorita, y Meavs le agradece el esfuerzo haciendo todo lo posible para hacerla sentir cómoda.
―Estoy tan orgullosa de ti. ―le dice Meave con cariño, apretándole una mejilla como sabe que no le gusta―De que tomes tus propias decisiones, que mandes a la mierda a Katherine.
―No la mandé a la... no voy a repetir esa palabra.
―Lo que sea. Estoy feliz. Brindemos.
Ev hace una mueca cuando Meave le ofrece una lata de cerveza barata tibia, pero accede a tomar un sorbo, solo para el brindis.
―¡Atención, atención!―Meavs se para tambaleante sobre una silla y Evie se acerca a ella temerosa de que pierda el precario equilibrio conseguido y caiga ―A todos los presentes les agrezco, y pido un aplauso grande para mi amiga aquí presente ―señala a Ev, que se encoje en un intento de rehuir de la mirada de los demás ―porque tuvo el coraje de seguir su deseo, enfrentándose a su mamá sobreprotectora para ello.
Los aplausos no se hacen esperar, gritos de felicidad también, todos los amigos del teatro de Meave son ruidosos, casi tanto como ella misma.
―Pido otro aplauso, además, para mí.
―¡Que humilde! ―se burla el chico maquillado, sacándole risitas a los demás.
―Como decía antes de que interrumpan, a mí, porque voy a estudiar teatro.
Los aplausos son todavía más fuertes que antes y Evie contiene el impulso de taparse los oídos solo por la felicidad que irradia Meave.
―Por último, pero no menos importante, quiero pedir un brindis, porque nos vamos a New York. ―levanta el vaso, con una gran sonrisa, pero pareciendo más sobria que hace instantes.
―¡Salud!
Los invitados levantan sus copas, algunos las chocan. Meave baja de arriba de la silla, sorprendentemente sin ayuda, y choca su vaso con la lata de cerveza olvidada en la mano de Evangeline.
―Brindo por una vida llena de libertad para ti.
Le calienta el corazón escucharla.
―Brindo por una vida llena de amor para ti.
Le contesta Ev, y al hacerlo tiene en cuenta que, si bien ella misma necesita libertad, Meave a tenido demasiado de eso toda su vida, un exceso. Libertad que sus padres le dieron porque no les importaba lo que hiciera su hija. Evangeline considera a su madre un fastidio, pero también estuvo presente, le dio amor, aunque fuera un amor condicional, confuso e invasivo.
Hablando de confusiones, Meave se acerca, se acerca mucho. A Evie le asusta porque la desconcierta. Meave lo hace porque los tragos se le subieron al cerebro, dejándola en una neblina igualmente confusa, desordenada pero placentera, que la hace olvidar momentáneamente el miedo.
―Ya sé lo que quiero estudiar.
Ev corta en seco el momento, congelando a Meave a unos centímetros.
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Desastre indecente |✔
Fiksi RemajaMeave es un desastre vulgar, lo opuesto a una señorita de bien en todas sus formas... y a Evangeline le encanta. Evie ha sido criada para respetar las formas y sobreponer el decoro a sus propios deseos y/o necesidades. Meave le enseña a relajarse, a...