Antes.
Caminábamos lado a lado, tomados de la mano.
El sol no ayudaba a mi piel casi transparente, pero mi cabello rubio, según Angelina, se veía mucho más lindo bajo esa luz natural, obviamente, le creí.
La plaza mayor es uno de los lugares más transitados en nuestra ciudad, no es que sea muy grande, pero es un lindo lugar recreacional que te permite, más que todo, socializar.
— Quiero un helado — me dice Leah, mi mirada que estaba al frente, se dirige a su sonrisa y a sus ojos que pestañeaban en petición. Suspiro y sonrío de lado.
— Está bien, vamos — la jalo y ella empieza a dar saltitos de emoción mientras nos encaminamos al puesto de helados a un lado de la plaza.
Ahí es cuando lo noto.
Una chica baja, más baja que Leah, de tez muy morena, cabello largo y oscuro poco más debajo de las nalgas, caminaba a toda velocidad en nuestra dirección, su flequillo estaba desordenado, tal vez por el apuro, pero estaba asustada, nunca había visto a alguien luciendo tan vulnerable.
Voltea hacia atrás, como si alguien la estuviera persiguiendo y era cierto, un hombre a no más de ocho metros de distancia la seguía a paso lento, calmado, pero la seguía. Estaba vestido con un pantalón negro, una camisa negra y un sobre todo azul oscuro, sombrero porkpie de la misma tonalidad del sobre todo, lentes oscuros y una pipa marrón en la boca. Detrás de él venía un Ford Mustang Boss 302 negro en marcha lenta.
La chica se seguía acercando, estaba a cuatro metros de nosotros.
Veo a Angelina, no está ni cerca de imaginarse lo que estaba viendo, me asustaba esta situación.
— Quiero de vainilla con fresa, Fax — me dice, pero creo no haberla escuchado —, Fax — escucho su tono de demanda —, quiero helado de vainilla con fresa — me jala el brazo tal niña malcriada.
— Espera — la miré esta vez, pero ella está mirando fijamente a la chica que se acerca.
— ¿Acaso ella es más importante que prestarme atención a mí? — no respondo, debía dejar de verla, debía estar pendiente de la chica, está en peligro y se acerca. El señor acelera el paso y creo que veo una sonrisa iluminarle el rostro.
— ¿Puedes darme un minuto? — ella frunce el ceño y aprieta la mandíbula, me iba a hacer un berrinche—. No estoy para tus dramas ahora, en serio — estaba increíblemente tenso.
Ella me dice algo, pero no la escucho, ahora no.
Miro a la chica, tiene los ojos vidriosos, rojos, esta a punto de pasar a mi lado cuando la tomo del brazo, ella me mira sobresaltada y sorprendida. Suelta un suspiro y me analiza de arriba hacia abajo. Sus iris eran oscuras, demasiado oscuras, casi negras, tenía pequeñas pecas alrededor de los cachetes y una nariz recta, estaba sudando y me pareció que su vestimenta no era la de una chica que estaba acostumbrada a andar a pie.
— ¿Puedes decirme la hora, por favor? —le pregunto.
Ella debió ver algo en mi mirada, tal vez, mi intento de ayudarla, porque asiente y mira hacia atrás, yo hago lo mismo.
El hombre se detuvo, la sonrisa todavía estaba en su rostro cuando el auto también se detuvo, él se quitó el sombrero, la pipa e hizo una reverencia dirigida a mí. Luego rodeó el auto y se metió en una de las puertas, el auto arrancó y fue que pude soltarle el brazo.
Ella busca su celular en uno de los bolsillos de su suéter.
Lo saca y mientras tanto veo que Leah tiene los ojos puestos en mí, asesinándome con ellos.
— 1:50 de la tarde — dice un poco más aliviada, me sonríe de lado pero yo ni siquiera pude oír su voz, estaba emocionado porque estaba a salvo... pero no la oí...
—Gracias.
Antes de que yo pudiera decir nada, ya tenía a Angelina encima.
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Hasta que la muerte llegue
Romance"El amor no reclama posesiones, sino libertad" Él amaba a su chica. Ella no se amaba ni a ella misma. Él creía que moriría por su chica si se lo pidiera. Ella aguantaría todo lo malo solo para que él sobreviviera. Dicen que cada uno tiene sus demoni...