Nebulosa

81 7 0
                                    

—Oye, hazme caso... —Aziraphale miró a su alrededor para asegurarse de que nadie estuviera escuchándolos y volvió a mirar a Crawley a los ojos— No me gustaría que te metieras en líos.

—Gracias por la ayuda —El ángel no podía despegar la vista de su maravillosa creación, llamada "Nebulosa". El hecho de que la todopoderosa quisiera destruirlo todo en tan solo 6000 años le entristeció—. Y por el consejo, pero no te preocupes. ¿En qué líos me voy a meter por hacer unas preguntas?

Aziraphale no quedó contento con la respuesta de aquel ángel al que acababa de conocer. Había puesto en duda el mandato de la todopoderosa y estaba dispuesto a hablar de ello. Algo en él le decía a gritos que no saldría bien, ¿pero qué podía hacer? Cerró la mandíbula con fuerza y contempló la inocente sonrisa de Crawley, abatiendo sus brillantes alas frente a la "Nebulosa".

Varios astros en movimiento se reflejaron a través de los ojos del pelirrojo y él no pudo evitar mirarlos. El paisaje era maravilloso, digno de un ascenso angelical. Frente a ellos, una lluvia de astros comenzó a caer suavemente. Pequeñas nubes gaseosas jóvenes, con millones de años por delante, caían sin apenas fuerzas o calor. Crawley elevó su ala derecha sobre la cabeza de Aziraphale, protegiéndolo de los pequeños astros que impactaban sobre ellos.

—Sería una pena que esto acabara en tan poco tiempo.

Crawley miró a Aziraphale de reojo, fijándose en cada facción de su cara. Sus pupilas tenían forma de estrellas y eso le hipnotizaba. Aziraphale le hablaba sin mirarlo.

—Tal vez puedas crearlo de nuevo, cuando todo acabe.

—Puede que lo haga. Pero tal vez les convenza de que no acabe.

El peliblanco giró la cabeza para mirar a Crawley mientras suspiraba. Para su sorpresa, él ya lo estaba mirando, con un brillo muy particular en los ojos y una sonrisa de medio lado. Ambos habían conocido a muchos ángeles en todos sus años de existencia, pero les seguía sorprendiendo conocer a nuevos tan acogedores y amables.

Aziraphale le devolvió la sonrisa a Crawley en silencio, negando con la cabeza ante la testarudez de este. Varios astros cayeron demasiado cerca de Aziraphale, no es que le fueran a causar un gran daño, pero por acto reflejo se acercó más a su compañero, refugiándose bajo su ala aún desplegada para él. Sus cercanías no les incomodaron, ni el silencio, solo eran ellos.

Un destello azul y muy fugaz llamó la atención de ambos ángeles, y en menos de un segundo, Sytry, un ángel joven recién sacadito del horno celestial, apareció bajo el ala izquierda de Crawley. Muy sonriente y risueña como siempre, saludó a ambos sacudiendo su larga melena negra azabache. Crawley elevó su ala para ella, extendiéndola y quedando con sus dos alas en el aire.

Sytry era una adorable ángel joven de menos de 200 años. Alta y de curvas muy pronunciadas. Lo que un humano común definiría en el futuro como "sexy". Su pelo lacio y negro acariciaba sus tobillos gentilmente, enredándose con sus alas mientras volaba. Sus ojos eran el cosmos, azules profundos con virutas doradas alrededor de todo su iris. Un digno ángel de las estrellas y cometas.

—Me encanta como te ha quedado la "Nebulosa" Crawley. Pero mi "Alfa Centauri" si la podrán ver los humanos. Con un poco de evolución claro...

Ella había ayudado a Crawley a perfeccionar su conjunto de gases y cuerpos, al igual que él le había ayudado a ella con su sistema, aunque fuera solo con apoyo moral. Aziraphale por su parte, había estado presente en la creación de Sytry, hacía más de 100 años atrás, pero no tenían una relación cercana. O no tanto como los otros dos.

—Sabes que me encanta "Alfa Centauri". Algún día tengo que ir a verlo.

—¡Tú también deberías venir, Azi!

Parusía, el segundo advenimiento ~ Good Omens FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora