Por suerte la carta del asistente del forense llegó a buenas manos la mañana siguiente a primera hora. Adolf llegó a su fábrica una hora antes de lo normal, sosteniendo una cantidad algo insana de café, llevaba tres noches sin dormir bien, necesitaba ya conocer a su nuevo jefe. Aun así todo su sueño naturalmente se esfumó al ver tan impactante escena en el medio del salón donde producían muñecas. Buscó en su reloj inteligente el contacto de su hermano, él lidiaba mejor con esos temas de ver gente muerta.
-¿Conoces al asistente del forense?
-Sí, lo vimos hace un par de días cuando visitamos a su jefe.
-Pues, aquí está en la fábrica.
-¿Qué busca?
-Ahorita seguramente el perdón de su dios.
-¿Qué?
-Se colgó el cabrón.
-Me estás jodiendo.
-Revisa nuestro chat.
De manera un tanto insensible le tomó una fotografía al elfo colgado, ya había perdido color y de seguro estaba frío. Rudolph le ordenó no abrir la fábrica a nadie y enviar a los trabajadores a casa conforme fueran llegando, lo más importante de todo, no decirle ni siquiera a la Señora Claus lo que sucedía ahí adentro, primero debían hacer una pequeña investigación por cuenta propia.
-Se ve bien feo -dijo Rudolph apenas llegó.
-Pues, no podía verse de otra forma.
-¿Ya lo tocaste?
-¿Por qué haría eso?
-Se siente bien tétrico tocar a un muerto.
-Repito mi pregunta.
-Eres muy miedoso a veces.
Caminó con decisión hacia el centro de la fábrica, el duende tenía su boca abierta y se notaba que antes de morirse no tuvo ni la decencia de lavarse los dientes, eso a Rudolph le pareció súper asqueroso. Sin tocarlo por aquello vio por encima los detalles de quien pudo haber llegado a ser el jefe de la medicatura forense del hospital, Damiano tendía a ser en extremo introvertido y sobre pensador, pero su talento era incuestionable, una verdadera pérdida para la medicina.
-El cuello está vuelto mierda.
-Naturalmente.
-Su última cena fue pizza.
-¿Cómo sabes eso?
-No se lavó los dientes, un poco de empatía por su colega no hubiera estado de más.
-¡Qué asco!
-Creo que ya podemos llamar a la señora Claus.
-De inmediato.
-¡No, no! Espera un momento.
En ese preciso instante el plan de Damiano rindió frutos, Rudolph buscó pinzas en la mesa más cercana, debía sacar con limpieza total ese papel, por ello primero con ¿Por qué en esa mesa había vodka en vez de alcohol? Lo investigaría después. Impactado leyó cada letra dentro de ese papel, simplemente no podía creerlo, ¿Claus asesinado? En ningún momento se les pasó por la mente esa posibilidad, en el informe no lanzaba indicios de algo así. Buscó en su reloj el contacto de la señora Claus, ya era hora de revelarle la sorprendente noticia.
-¿Qué dice ahí?
-A Claus lo mataron.
-¿¡Qué!?
Ahora sí que debían llamar a la señora Claus.
-Buenos días, disculpe llamarla a esta hora -dijo Rudolph.
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El Consejo de las Señoritas Clos
FantasiaEL Polo Norte se encuentra consternado, Santa Clos está muerto. Se rumorea que fue un asesinato, ahora la señora Clos junto a un reducido grupo de sus ayudantes deberán escoger el reemplazo mientras descubren quién es el culpable de la muerte del je...