4. Las señoritas Claus

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Se despertó ese día en una habitación de hotel en Bucaramanga. Sentía que se iba a asar en cualquier momento. Adormilada se sentó en el borde de su cama a apreciar el pequeño refri llena de bebidas gaseosas, vino y cervezas, se decantó por el vino, lo necesitaba bastante esos días.

La puerta sonó dos veces, entre gruñidos le indicó pasar al joven encargado de su desayuno, desconocía si ese platillo fuera desayuno o almuerzo, pero la bandeja paisa le parecía una delicia y seguramente esa sería su última vez en Colombia, aprovecharía al máximo las experiencias culinarias de todos sus destinos.

-Buenos días, doña Taylor.

-Solo Taylor, me haces sentir vieja -dijo a modo de broma.

A diferencia del Señor Claus, la señora Claus tenía la potestad de escoger nombre acompañado de su nuevo apellido, ella escogió Taylor en honor a su abuela materna, la persona de quien aprendió todo lo relacionado a ética, valores y esas cosas tan importantes en la vida.

-Bien, Taylor, aquí está su desayuno -si no necesita más yo me retiro.

-Gracias, joven.

Después de comer algo más de lo que debía reposó media hora antes de meterse al baño e irse del hotel directo a la casa de Daniela Osorio, tenía muy pocas referencias de ella, únicamente sabía que rondaba los 30 años y que el cargo lo había tomado a temprana edad, eso hablaba bien de ella, sabía manejar la presión de cargos importantes.

Respiró profundo antes de tocar a la puerta de Daniela, una mujer esbelta de piel oscura y sonrisa amable abrió, su blusa de tirantes dejaba ver un tatuaje de hombre de nieve a la altura de su clavícula, Taylor sonrió, había encontrado una trabajólica igual a ella.

-Buenos días, señora Claus. No la esperaba hasta más tarde -mencionó Daniela.

-No quería perderme en la ciudad y debo irme rápido, ¿tienes la galleta?

-Claro, está en la mesa. Sígueme.

Taylor cogió la galleta y se sirvió leche antes de ver hacia Daniela.

-Se ve que eres dura, es bueno porque el tema no es lindo tratarlo.

-¿Qué ocurre?

-Nicolás Noel está muerto, eres parte del grupo de señoritas Claus escogidas para buscarle reemplazo.

-¡Mierda!

Taylor se zampó la galleta de un solo bocado, sin darle tiempo a Daniela ni de procesar la noticia.

-¡Qué pesar! ¿Cómo ocurrió? ¿Vos cómo te sentís?

-Estoy destrozada, pero de eso hablaremos en el Polo Norte, de momento me voy para Italia. Te veo el lunes a las 8:00 hora del Polo Norte.

La galleta la hizo aparecer inmediatamente al frente de una fiambrería en Parma, esos sándwiches se veían ricos, pero ella iba con una misión principal clara, claro que iba primero la secundaria Risotto de berenjena a la parmesana y gnocco fritto. Por supuesto con su respectivo vino.

Algo decepcionada con el risotto dejó la ciudad, derecho a una granja en el culo del mundo donde Stella vivía cuando no era Navidad. Un potente olor a estiércol la guió a la casa del siguiente miembro del consejo. Una mujer pelirroja entonaba una canción

-Buenas noches, antes que nada, ¿Tienes la galleta?

-Buenas noches, está en la mesa.

Le entregó a Stella la galleta que le tocaría a la italiana usar para viajar al Polo Norte y mientras hablaba se servía su segundo vaso de leche del día.

El Consejo de las Señoritas ClosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora