Capítulo 1

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Otro día más en la que su rutina típica sin cambio alguno era lo único que parecía entretenerle, aunque la verdad deprimía su devastado corazón

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Otro día más en la que su rutina típica sin cambio alguno era lo único que parecía entretenerle, aunque la verdad deprimía su devastado corazón. Esa vez se levantó más temprano de lo normal y se permitió ver por un rato los rayos de sol que apenas salían de entre las lejanas colinas, él mismo quedó sorprendido al ver la hora en su reloj de mano y observar que se había adelantado dos horas.

Decidió bañarse y vestirse con calma, el paisaje de la mañana era simplemente magnífico, el frío provocaba una sutil neblina en lo alto de los edificios de tres pisos y también por encima de la copa de los árboles de cerezo, como le encantaban las mañanas que aveces no podía ver por quedarse dormido.

Salió luego de un rato ya listo y caminó con calma hacia su trabajo, atravesó el parque que quedaba de paso disfrutando ver cómo las hojas caían frente a él, personas caminando igual que él de camino a sus trabajos. Ellas sonreían, pero él no, no había razón para hacerlos, ya no.

Observaba por la esquina de sus ojos como las personas murmuraban viéndolo, borrando sus sonrisas en cuanto veían al chico de traje pasar por su lado, claro ¿cómo no? Si él fue considerado uno de los hombres más bellos del país, y aunque aún lo era, todos murmuraban la razón por la que el joven había sido despojado de su título nobiliario.

Eso era algo que lo deprimía, la razón de su exilio más que el mismo en sí calaba hondo en su mente. El ser culpado de la muerte de alguien y peor aún, de una duquesa, de su prometida, no era algo que le gustara hablar con todo el mundo, aunque… él no tenía absolutamente nadie con quien hablar.

Llegó al fin a la entrada de la tienda tomándose el tiempo de voltear al frente, viendo cómo al mismo tiempo llegaba el chico dueño de sus sueños. Jeon Jungkook. Sabía que no era tan difícil intentar algo con él, aunque en la sociedad de ese entonces se veía como un pecado y era castigado con la muerte, estaba dispuesto a morir por el azabache, con tal de pasar una sola noche a su lado, probando esos labios color cereza que lo volvían loco.

Así habían sido los últimos cinco años de su vida, admirando desde la distancia al chico, viéndolo crecer, haciéndolo él también, de vez en cuando compartiendo sonrisas y vagos buenos días cada vez que iba a la cafetería en dónde él trabajaba. Conociendo su persona y a la vez siendo ignorante de su vida, quedándose nada más con el cálido sentimiento de un enamoramiento no correspondido. Si tan solo supiera…

Empezó como de costumbre, mezclando los químicos, preparando las pieles y por fin dando marcha a la máquina que realizaba la labor principal. Todo el día pasó tranquilo, otro día en el que sus compañeros de trabajo raramente se ausentaron dejándole todo el trabajo.

Pasaron un par de meses luego que él entró a trabajar a la mini fábrica, luego llegaron ellos, los que podrían considerarse sus ¿amigos? Al menos para él lo eran, porque eran los únicos que no lo observaban con odio, no lo juzgaban.

El día llegó a su fin, caminó de regreso hasta su casa moviendo en su mano las monedas que eran la paga de ese día, se vio a través del cristal de la ventana, como su reflejo empañado le saludaba desde el otro lado, su rostro demacrado ligeramente y sus ojeras que apenas se notaban, pero estaban presentes recordando sus noches de insomnio.

Mad Hatter (KookTae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora