prologo

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Sus manos se sienten ásperas.

Están hirviendo junto a mi piel.

Van jugando sus dedos entorno a mis pechos para luego moldearlos con sus manos.

Él repite mi nombre.

Yo lucho con mi sed, queriendo mojar mi garganta e hidratarme con sus labios.

Sus ojos están oscuros, verlos es como caer en el vacío, como si temiera de jamás poder salir de ellos.

Aunque no buscaría la salida.

—Dilo —me susurra.

Me repito mil veces en mi cabeza lo que quiero decirle.

—Acepto.

Y es aquí cuando todo inicia.

Pero.

No como lo imaginas.

DiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora