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Simón venia detrás de mi. Luego de aquel encuentro aún no puedo tan solo pensar lo cerca que estuve de un chico así de atractivo.

No digo que mi novio o bueno, mi ex, no sea atractivo. Solo, cuando ves a un chico nuevo con otros ojos es diferente.

Es como si mi propio cuerpo me traiciona a descubrir lo que no debería.

—Linda —Simón se puso a mi lado mientras bajábamos las escaleras—, ¿Puedo ofrecerte algo de beber?

Yo asentí.

—Todo menos alcohol.
El sonrío y me guió hasta la cocina. Buscó en el refrigerador una coca cola y me la entregó.

—También hay comida por si deseas. Todos vienen es a beber y casi siempre debo guardar la comida así que si quieres, puedes agarrar lo que quieras.

Vi un trozo de pizza y lo agarré, sentí un brazo en mi cuello y vi luego como mi hermana me quitaba mi pizza.

—¿Que hablaban? —se sentó en el banco de la cocina junto conmigo.
—Le ofrecía comida a tu hermana —respondió Simón.

—Si, pero te comiste mi rebanada.
—No me hagan sonar como que vine a interrumpir algo —ella sonrio—, ¿No fue lo que pasó, verdad?

Yo suspiré.

—Tu fuiste quien lo mandó a buscarme. No necesito que nadie esté detrás de mi, Crys.

—El se ofreció.
Simón empezó a reírse en el fondo, estaba tomando una botella con agua y la puso luego en la mesa.

—¿De que te ríes?— le dije.

—De nada.

—Dilo —mencioné y el solo negó.

—Bueno, yo me retiro —Crystal se levantó de la silla y luego se acercó a mi—, me conoces, sabes que no le diría que te busque si yo se perfecto como es Simón, solo pásala bien, confío en el.

Me guiñó un ojo y se fue de la cocina.
Bien, cada día me doy de cuenta que tengo una hermana demente.

—¿Puedo saber algo sobre ti? —preguntó Simón mientras se recostaba del mesón.

Se cruzó de brazos y luego mi boca la podía sentir un poco seca.

—No hay nada que decir.

—¿Segura?

Asentí.

—Eres de pocas palabras, aunque arriba casi me querías tirar por el balcón.

—Mhm, estaba pensando en tirarte pero luego podría ir a prisión, no suelo ser una chica mala —enarqué una ceja.
Simón sonrío y luego entendí como habían sido mis palabras.

—Quise decir...

—Ambos sabemos que quisiste decir —mencionó Simón—, tranquila, no le diré a nadie lo que deseas.

—Estás jugando sucio.

—Lo haré hasta poder saber más sobre ti.

—¿Por qué te empeñas en hacerlo?

—Porqué hay algo en ti que me cuesta evitar dejar a un lado y quiero averiguar que es.

Yo me levanté de mi puesto y luego me acerqué a donde se encontraba Simón.
Miré sus ojos y luego ladee un poco mi cabeza.

—Aceptaré que quieras saber más sobre mi, pero con una condición.

—¿Que condición?

—No me trates como la hermanita de Crystal.

Ambos nos reímos y luego el asintió.

—Me parece bien —fueron las últimas palabras que dijo mientras me miraba a los ojos.

DiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora