Capítulo 1: El Rey Goblin y El Niño Que Vivió

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Jareth estaba paseando, de nuevo, por el mundo humano. Llevaba consigo dos de los libros que la Condesa le había creado. Dada la muerte de la creencia humana sobre la magia, la mujer había pensado en hacer dos cuentos para dejar caer entre los mortales y ver si así conseguía nuevos bebes. El rey de los goblins no estaba muy a gusto con la idea, pero tuvo que admitir que no perdía nada con intentarlo. Cada vez más, se acercaba la fecha límite para el fin de su reinado... ¡debía encontrar un sucesor! Sus padres le recomendaron que no dejara las cosas para último minuto... y fue eso, justamente, lo que Jareth hizo.

En ese preciso momento, Jareth caminaba por las calles de Surrey, en Reino Unido. Por alguna razón, siempre volvía al continente, como si su sangre veneciana le pidiera estar cerca de su tierra natal.

⸺Bueno ¿no es un ambiente deprimente?

Jareth observo el mundo mágico de los humanos, parecían en guerra. Estaba por darse por vencido, cuando una joven mujer llamo su atención.

Estaba peleando -verbal y magistralmente- contra su hermana mayor, cosa que dedujo por los rasgos en común. Sin embargo, la belleza de la bruja era particular: cabello rojo intenso como amanecer, los ojos de un bonito verde bosque, la piel de un hermoso tono durazno pálido. Y la fuerza que irradiaba era abrumadora, sin lugar a duda su magia venia de una fuente muy poderosa y (si a Jareth no le fallaba la vista) su inminente descendencia heredaría su potencial.

Se convirtió en búho y la siguió, intrigado.


*****


Poco más de un año, y sentía que el momento estaría cerca: Harry caería en sus manos.

La familia de la pelirroja se refugió, pero Jareth sabía sobre el "amigo" del padre: confiaron demasiado en otros y el precio ya estaba fijado. A veces pensaba que los humanos no podían ser tan estúpidos, pero siempre conseguían superar sus expectativas. El niño quedaría huérfano, sus poderes de vidente le mostraron el futuro del pequeño... decir que algo dentro de él se sintió mal por Harry era ser discreto.

Jareth se vio reflejado en él: ambas madres darían su vida por su amado hijo, en medio de una guerra y dejándolos a merced de la crueldad de un destino que lo alinearía con el estatus quo.

Tal vez...

Jareth voló a la casa de la hermana de la pelirroja y dejo allí uno de sus cuentos, con un poco de suerte (y mucho de su magia de persuasión) la desagradable mujer tendría el único gesto bueno para con su sobrino.


*****


Un poco asustada por el ruido, Petuña se levantó de la cama. Observo a su marido y salió al pasillo, escuchando: el sonido venia del salón. Hacía dos días que se topó a su sobrino en la puerta de la casa, lo que puso furioso a Vernon. Y hacia cinco días que tenía el libro rojo oculto de los ojos de su esposo.

La mujer se adentró en su salita de estar, pero nada había allí. Iba a volver a las escaleras cuando el cuadernito le llamo la atención: El Laberinto la esperaba enfrente de la puerta del armario debajo de las escaleras. Si se esforzaba, podría escuchar el sollozo casi silencioso del bebé que estaba dentro.

Sabes que quieres decir las palabras ¿Qué te detiene?

La voz masculina era seductora y maliciosa, incentivándola. Petuña resoplo angustiada, nada la detenía, pero, ¿era eso una posibilidad? A pesar de saber del mundo mágico ¿Qué le garantizaba que aquel libro fuera cierto?

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