Marcos Aguilar (i)

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Marcos estaba tratando de explicarle como sería la prueba práctica final de física a (n) en el laboratorio.

- Ahora tenés que poner esto ahí dentro. Pero con cuidado, mancha.

El aviso llegó muy tarde y (n) ya se había manchado la camisa del uniforme con la mezcla.

- No puede ser.- Se quejó la chica.- Voy a limpiarme, no tardo nada.

- Te acompaño si querés. Casi no hay gente por los pasillos.

- Va, vení si querés. Pero ni que fueran a abducirme o algo así. Sigue habiedo muchos alumnos.

- ¿Qué tal si la Logia va a por ti? Nunca sabés, quizás te vieron conmigo y...

- Ya. Dejá de hablar de la Logia por ahí o no la contás.

- Perdón.

Llegaron a la puerta del baño.

- Te espero aquí.- Se quedó en la puerta, dejando que la chica pase.

Más de diez minutos habían pasado desde que Marcos estaba plantado en la puerta. Decidió entrar al baño para ver si le pasaba algo.

- ¿(n)? ¿Necesitás ayuda?

Ella, que estaba de espaldas a él, mirando al lavabo se giró.
Entonces Marcos observó como tenía la camisa sujeta entre sus manos, mojada. Y como no llevaba nada puesto más que el brasier.

- Ya mismo termino. Es que está difícil de sacar la mancha, perdoname.

La sangre comenzó a subir a la cara de Marcos mientras pensaba más y más la escena frente a la que estaba.

- ¿Tenés alguna camisa limpia?- Pidió.- No tengo otra del uniforme limpia, y mañana no voy a tener qué usar.

- Si. Voy a buscarla, esperá.

Mientras que iba y volvía de su como ella actuó tan natural, estando como estaba. Sin embargo para él resultaba imposible actuar comúnmente.

Por alguna razón, muy en el fondo, le hacía ilusión que se fuera a poner una de sus camisas y todos fueran a verla con esta.

Llegó de nuevo al baño, esta vez no iba a entrar. Llamó a la puerta y solo
alargó la mano para que cogiese la camisa.

- No seas ridículo Marquitos.- Rió ella al verlo.- Entrá, que sigo sin poder quitar esta mancha.

Él ya no sabía ni qué responder. En silencio entró al baño, esperando a que ella fuese a por la nueva camisa.

- Ayudame por favor. Esto es imposible de quitar.- (n) dejó la camisa sobre los lavamanos y se acercó para coger la nueva.

Por cada paso que daba, más pena sentía Marcos.
Se dijo a sí mismo que solo era por si les llegara a ver un profesor en esa situación, malinterpretaría todo.

Tomó la camisa y comenzó a cerrarla.
Entonces levantó la cabeza para mirar al chico.

- ¿Ves? Ya está. No tenés por qué ponerte así de rojo.- Se burló de él.

Entonces, si que se había dado cuenta desde antes.

- ¿Qué decís? Vamos, que te va a quedar la prueba si no seguimos ensayando.- Le pidió tartamudeando.

- ¿Volver ahora? No inventes Marcos. Vos querés que me vuelva a manchar la camisa, ¿verdad?- Volvió a burlarse de él, esta vez causando más rojo en la cara del rubio.

- Dejalo ya, ¿eh?

Marcos se giró, encarando a la más baja. Se sorprendió al ver la cercanía a la que se encontraban, pues (n) iba caminando justo detrás suya y le había pillado de sorpresa el giro.

Ambos se miraron, al estar tan de cerca podían casi tocarse el uno al otro, se sentían diferentes al estar así.

(n) quiso por fin dar el primer paso, trató de elevarse en las puntas de los pies, apoyando sus brazos alrededor del cuello de él. Y acortando el espacio entre ellos.
Sentía sus respiraciones mezclarse y estaba a punto de olvidarse de todo cuando escuchó.

- ¡No lo puedo creer! ¡Marquitos!

Ambos se giraron para ver al dueño del grito. Guido en la puerta, acompañado por Tomás y Pablo entraron también al baño de mujeres.

- ¡Marcos la puso!- Volvió a gritar Guido.

Los chicos rodearon a Marcos, cuestionando mil cosas y obligando a (n) a soltarlo y separarse.

- ¿Qué se supone que es esto?

Entonces, para rematar la situación en la que estaba, Blas se plantó en la puerta.

- ¿Qué tipo de reunión es? Exijo una explicación ya mismo.

- Perdoná Blas. Nosotros ya nos íbamos. Te dejamos con los enamorados- Dijo Pablo, zafando del castigo que les tocaría a los otros dos.

Los chicos salieron uno tras otro del baño, Marcos recibió un "golpe amistoso" por parte de Guido, quien aún celebraba su gran logro.

- Y digan, ¿ustedes también se iban ya?
¿o deberían explicar que pasaba aquí?

- Pues, entré yo sola al baño y le pedí a Marcos que entrase conmigo, él no quería. Fue mi culpa.- Confesó la chica, no quería muchas manchas en el expediente del chico de sobresaliente por su culpa.

- Bueno, no fue del todo así. Yo entré por cuenta propia, para ayudar a (n) a limpiar una camisa. Fue culpa de los dos.

¿De verdad iba a ser testarudo frente a su versión de la historia para hacerlo zafar? Pues ella lo sería más.

Se giró con el ceño fruncido, levantando el tono.

- ¡No inventes! Yo te pedí que entres.

- Dejá de intentar protegerme, (n).

- Bueno, ¡basta! Si tanto lo deseaban estás los dos castigados, juntos pero no pienso volver a presenciar esta conmovedora escena. Los dos estarán callados, y que ninguno invente nada nuevo. Vengan a la sala de profesores durante el recreo de mañana.

Blas se dió la vuelta para salir por fin.

Los dos se miraron, (n) comenzó a reír viendo la cara que tenía el chico a su lado.

- Y Aguilar, salga del baño de las mujeres. ¡Inmediatamente!

- Si, señor.- Marcos se volvía a poner colorado mientras seguía a Blas afuera del cuarto, dejando a (n) riendo sola.

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- one shots. rebelde wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora