Primeros Pasos

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Había pasado alrededor de un mes desde que la tripulación de Betty junto al resto de los revolucionarios logro el rescate exitoso de los esclavos en Marijosea, entre ellos , una niña de aproximadamente unos seis o siete años de edad con ojos blancos con leves tintes celestes y lavandas.

No había sido una orden directa de la capitana pero, ya sabían de ante mano que la niña se quedaría con ellos por bastante tiempo. Incluso ya tenía su propia cama en el camarote de las mujeres.

La niña siempre se movía cautelosa a su alrededor y solía quedarse quieta si algún miembro de la tripulación se le acercaba, ellos podrían jurar que incluso aguantaba la respiración, como si esperara que ellos le diesen alguna orden. Y aunque estos no le ordenasen nada ella aún limpiaría las partes del barco a las que podía llegar con facilidad o estaría metida de cabeza en el fregadero, lavando cada plato, cubierto o vaso que hubiera en él y solo se detendría si alguien le daba la orden de detenerse, justo como ahora.

—esta situación tiene que parar —murmuro Betty para si misma.

—capitan..?  a qué se refie..? —no termino de formular la pregunta cuando su capitana ya estaba señalando a la niña Hyuga.

Estaba en medio de la cubierta del barco con una escoba e la mano y barriendo de forma mecánica, con los ojos fijos en la nada absoluta, casi parecía que había dejado de respirar y mas parecido al alma en pena de una niña que murió mientras barría la cubierta. Betty estaba un poco harta de toda esa situación, y no es que tuviese algo contra la menor, claro que no, es solo que le dolía mucho ver como no podía salir de ese abismo de dolor causado por el gobierno mundial.

Con paso firme se acerco a la menor, no quería asustarla, sin embargo, el solo sonido de sus pasos la puso en alerta.

–pequeña... -–llamo Betty. Todos en el barco quedaron a la espectativa de lo que pasaría con ella, todos aguantaron la respiración con angustia.

–si, señora? –la respuesta mecánica de la menor le dejo en claro a betty qué tenían un gran trabajo por hacer, sanar las heridas de dos años completos de aislamiento y maltrato no sería tarea fácil.

–estamos a punto de llegar al puerto de Komorebi, vas a ir conmigo al pueblo –informo la mujer. Trato de hablar lo más suave posible para no asustarla, y a juzgar por el leve temblor en sus hombros aquello no había funcionando.

Hinata apretó los dientes con disimuló, tenía miedo de hablar, hace tanto tiempo no tartamudeaba que ahora dudaba de no hacer, y no quería que la castigaran por ello. Tomo una inspiración y contó mentalmente hasta tres, solo para decir unas simple palabras.

–si, señora –respondió sin siquiera mirar arriba.

–muy bien, entonces, ve con una de las chicas para que te arregles –le dedico una sonrisa cálida y se apartó de su lado, Betty esperaba que con ese paseo por el pueblo la niña pudiera abrirse un poco más.

Hinata miro hacia arriba angustiada, No quería que su nueva dueña se enfadar a con ella, pero el resto de las personas en ese barco le daban miedo, no quería acercarse...

Bueno, no quedaba de otra.

{...}

Podía sentir su mirada clavada en su espalda, aunque no sabía la dirección de la cual estaba siendo observada... La niña era buena escondiéndose.

–haber haber... Dos chucaradas de aceite de rosa bonhomía...–Shizune trato de ignorar lo mejor que pudo la insistente mirada de la menor, aunque casi pareciera que le fuera a perforar la nuca con la mirada –sabes que puedes pedirme lo que sea ¿verdad? –sus ojos se suavizaron al ver a la pequeña y traumatizada Hyuga salir de la vitrina donde se guardaban la mayoría de los utensilios médicos.

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