Flacaa!!- aventé las llaves en la mesa del recibidor- estás?!
Cocina- escuchó que grita-
Atenas Felix Ochoa, mi mujer; se encontraba sentada en uno de los bancos de la barra que está justo al centro de la cocina, su pelo largo y cobrizo está recogido pero algunos cabellos rebeldes se escapan, está en chanclas y trae puesto uno de mis boxers y una de mis playeras, sostiene su celular con una mano pientras la otra sostiene su cabeza.
Agusto la viejona- camino hacia ella abrazándola por la espalda-
Acabo de despertarme- gira el banquito- me dió hambre si no seguiría dormida- me río un poco
Que haces?- inhalé- huele a postre.
Pay- me da una sonrisa- pero la verdad se me antoja un sushi.
Pedimos o vamos?- le pregunto.
Hay que pedir, de aquí a que me arregle me muero de hambre- rió y pasó sus brazos al rededor de mi cadera-
Ta' gueno pue', voy a pedirlo
Si, ya sabes lo que quiero- voltea a verme-
Si Reyna- dejo un beso en su frente- sale pues ahorita vengo- le doy la espalda para salir de la cocina- te amo- no obtengo respuesta.
Te amo!- le grito desde la sala- jijae'lachingada- camino hasta la cocina y al entrar no hay nadie- Flaca!?- silencio- Atenas!!
Mi teléfono suena en el recibidor, pero al llegar deja de sonar
5 llamadas perdidas de Flaquita 💗
Que verga?- pienso en voz alta
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me despierto asustado, busco a Atenas a mi lado y no la encuentro, hasta que mi mente hace clic.
Aún acostado busco en el buró mi celular, cuando lo siento lo agarro y lo coloco frente a mis ojos entendiéndolo, 5:57 a.m.
Me levanto, me baño y al salir me pongo un pants gris adidas y una sudadera roja supreme que me regaló Atenas en conjunto con unos tenis blancos igual adidas.
Al salir comienza a llover, algo que ya suponía ha estado así los últimos 30 días, en los cuales por cierto me despertaba a la misma hora y salía en la urus a dar la vuelta, últimamente he visto más amaneceres que otra cosa.
Manejaba sin rumbo alguno por las calles de Culiacán, por el retrovisor podía verme, me veía de la chingada, tenía la mirada cansada y unas señoras ojeras debajo de mis ojos, y no me sorprende pues en estos 30 días había dormido fácilmente unas 8 horas.
Ya no me voy a dormir nunca; pensé.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Vamos a jugar- le dije a Atenas-
Jugar?- asentí- a que?
Pues escondí en tus 4 lugares favoritos de la casa 4 sobres- le contesté- tienes que encontrarlos
Que loco amor- me dijo- pero está bien, me agrada el juego- dió saltitos mientras aplaudía
A ver uno de mis lugares favoritos esss- pensó un poco- la cocina!!- es verdad, a mi falquita le encanta cocinar, más bien hacer postres, por lo que el sobre está en el horno.
Pero donde está- abría y cerraba puertas, el refri, buscaba en la basura- aquí está- gritó mientras abría el horno- tiene el número uno- me dijo.
Así es
Lo puedo abrir ya?
No, hasta que encuentres los demás- contesté
Después de aproximadamente 30 minutos nos encontrábamos en el techo de la casa, Atenas sostenía los 4 sobres entre sus manos, yo me puse detrás de ella.
Ya puedo abrirlos?
Si, ya puedes abrirlos Flaca- contesté
A veeeerr- dijo comodandolos en orden- este diceee- comenzó a abrirlo.
Dice, mi nombre?- confundida habló-
Abre los otros- le dije
Quieres- abrió el siguiente- ser mi- y por fin abrió el último sobre- esposa?
Que dices flaquita?, aceptas?- se dió la vuelta así dándose cuenta del anillo que estaba entre mis manos.
Mhum- dijo llorando- sisisisi, milochomil veces sii!- puso su mano frente a mi y coloqué el anillo en su dedo anular para después darle un beso en la mano y levantarme.
Te amo Te amo Te amooo- repetía una y otra vez mientras me abrazaba.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El cielo estaba pintado de colores, pues iba amaneciendo, a Atenas le encantaban los amaneceres, Atenas veía los atardeceres, yo veía los atardeceres con Atenas. Tres heridas. Dos de suerte.
Horas después decidí volver a casa, o esos eran mis planes...
Estacioné la urus frente al hotel, al entrar a este los recuerdos no tardaron en atacar mi mente, yo caminando por los pasillos mientras la gente corría hacia afuera chocando unos con otros en el intento.
Al llegar al área común del hotel me detengo en la entrada, y volteo hacia arriba, puedo verla claramente.
Ese día la llamé pero no contestó, así que vine y me encontré lo peor; tendría que estar una vida sin volver a verla.
Hoy tu recuerdo me volvió a doler. Hoy tu recuerdo me volvió a joder. Y eso no me va. Y eso no me va a hacer bien.
