0,4🥀

191 26 0
                                    

Mochi.

Tanto la familia Jeon como la Park eran muy unidas, respetadas y admiradas por el público. Mantenían un fuerte vínculo que los hacía brillar como diamantes en la cima de la sociedad, especialmente en el ámbito económico, pues se sabía que nunca les faltaba dinero; al contrario, su fortuna aumentaba a pasos agigantados.

—Es una noche muy buena para compartirla en familia, ¿no crees, Jeon? —preguntó el señor Park.

—Sí, me alegra tenerlos en casa y pasar un momento agradable cerrando el año —sonrió, agitando el vino en su copa—. ¿Y cómo ha estado tu familia?

—Muy bien, no me quejo. Tengo dos hijos maravillosos y una esposa a quien quiero —encogió los hombros—. ¿Y tú? No veo a Mingyu ni al pequeño.

—Están tomando una siesta. No pararon de jugar toda la noche —volvió a ver a su hijo, quien se estaba despertando—. Oh, justo ahí estás. Ven acá, Mingyu, no seas tímido.

—Buenas noches, señor —saludó el niño para luego correr a quién sabe dónde.

—¿Cuántos años tiene? —preguntó la señora Park, uniéndose a la conversación.

—Tiene doce años y Jeon nueve. Estuvimos fuera de Corea unos años. Espero que se lleven bien más adelante.

—Eso espero. Han crecido bastante. Son casi de la misma edad que mis pequeños: Yunji tiene once y Jimin ocho.

Toda la noche hablaron de sus vidas mientras los niños Park miraban tímidamente a los adultos desconocidos para ellos.

—Iré a jugar con Mingyu. Me cae muy bien —y la niña salió corriendo.

—Yunji, espera, espera. No me dejes solo, espérame —la casa era tan grande que se perdió sin saber dónde estaba—. Yunji, ¿dónde estás? Quiero ir contigo a jugar. ¿Puedo ir un rato?—Un fuerte ruido en el techo asustó al pequeño.—Mejor me voy de aquí —se dio la vuelta sin mirar una maceta grande, que provocó su caída—. Ay, mi rodilla. Se me raspó —miró su herida, que empezaba a ponerse roja—. No pasa nada, tú puedes —se animó a sí mismo mientras el ruido aumentaba, como si fueran pasos—. ¡Ayuda!

—Gritas demasiado —apareció una pequeña sombra, lo que lo asustó aún más—. Tranquilo, soy humano —rió divertido—. Mírame —encendió la luz del lugar—. ¿Quién eres? Jamás te había visto. Te ves extraño con esa ropa.

—¿Qué tiene mi ropa? Es bonita —se defendió—. ¿Acaso también dirás que luzco como un payaso? Me gustan los colores alegres, además…

—Es linda, me gusta —dijo sin más, dejando al niño con la boca abierta. Era la primera persona que no criticaba su ropa.

—¿En serio?

—Sí, ya te lo dije. Estás sangrando —señaló su rodilla—. Espérame, te traeré algo.
Esperó unos minutos y, tal como dijo, llegó.

—Ten, colócatela —extendió una curita con el dibujo de una zanahoria con ojitos.

—¿Una zanahoria?

—Sí, me gustan las zanahorias. Puedes quedarte con las que sobran, las puedes necesitar. Por cierto, me llamo Jungkook y tú…

DULCE ENGAÑO.🥀《kookmin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora