Jack Frost era muchas cosas.
Era un espíritu del invierno, era el guardián de la diversión, era un buen amigo, en algún momento incluso fue un hermano mayor, pero si había algo que no era, era ser prudente.
—No me mires así. Tú aceptaste esto en el momento en que decidiste viajar conmigo. —Su voz sonó como un suave murmullo por la tela que cubría la mayor parte de su cara, dejando a la vista solo un par de ojos azules como el hielo.
Ignoró a la dragona quejándose a su costado y concentró su atención en el grupo de 5 cazadores que arrastraban a un Mortífero Nadder hasta la cubierta de un barco.
Ajustó la capucha de piel sobre su cabeza; si bien le había costado acostumbrarse al peso extra al moverse con tantas capas de ropa sabía que era mejor mantener su apariencia oculta, el cabello blanco llamaba mucho la atención, además el cuero era más grueso que el suave algodón de su sudadera y por lo tanto lo protegía un poco mejor de algunos ataques.
Uno pensaría que después de cómo resultó su primer encuentro con los cazadores de dragones se mantendría lo más alejado posible de este tipo de personas, pero Jack era alguien conocido por tomar riesgos.
Ambos, jinete y dragón, llevaban casi un año realizando todo tipo de incursiones para liberar a los dragones que eran capturados por los cazadores, y habían estado haciendo un muy buen trabajo juntos.
Afortunadamente Eos solo fue vista en una ocasión, cuando Jack la ayudó a escapar, por lo que cualquier posible rumor sobre su participación se había desvanecido al poco tiempo y no corría tanto riesgo como Jack y que por más que trató de mantener su identidad en secreto, la noticia de un justiciero que atacaba los barcos de cazadores se esparció por todo el archipiélago a los pocos meses.
Claro que el peligro de ser atrapados no evitó que Eos lo ayudara, de hecho, no se había despegado de su lado desde que se conocieron, pero la gente no sabía de su existencia ya que solía mantenerse oculta durante las incursiones, después de todo sus habilidades eran más útiles de lejos; por desgracia eso no evitó que la gente relacionara sus ataques de niebla con Jack, lo que le ganó cierta reputación en el archipiélago, siendo conocido como Jötunn.
Era un sentimiento amargo, saber que miles de personas creían en él en esta época y podían verlo, pero saber que sería atacado o adorado dependiendo con quien se encontrara.
Nunca había sido su intención lastimar a los cazadores, se dedicaba únicamente a liberar a los dragones y asegurarse de que sus equipos quedaran destruidos para que no pudieran capturar a más, sí, algunas personas terminaban heridas en el camino, era inevitable durante una pelea, pero había hecho todo lo que estuvo a su alcance para que los daños fueran mínimos; eso no evitó que algunos rumores exagerados empezaran a circular por el archipiélago, rumores sobre el heraldo del invierno que traía la muerte.
Odiaba los destellos de miedo que podía vislumbrar en las caras de los cazadores cuando destruía sus embarcaciones, miedo provocado por él, aunque fuera por una buena causa. Se suponía que era el guardián del invierno y la diversión y aquí estaba Jack, haciendo que la gente temiera el frío y a quien venía con él; por momentos se sentía como si al final Pitch hubiera ganado.
En el otro lado de la moneda estaban los creyentes.
Con el paso del tiempo su leyenda se extendió por todo el archipiélago, desde grupos de vikingos hasta algún comerciante, ahora no había isla donde no supieran de Jokul Frosti, el dios del invierno, hijo del dios del viento Kari.
Un ser que podía controlar las ráfagas heladas de aire invernal y el responsable de los helechos de escarcha que adornaban las superficies en invierno. Alguien que creaba bellos paisajes congelados antes de la primavera y a quien rezarle si querías sobrevivir a la helada temporada.
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ᛞᛖᛋᛏᛁᚾᚩ || Hijack
Fanfic|| Después de 300 años siendo un espíritu y 4 años más siendo un guardián, Jack Frost aún siente que algo le hace falta. Cuando Pitch Black, guiado por una leyenda, roba un artefacto capaz de controlar a los dragones, es su deber como guardián evita...