Una Ventana Abierta al Sol Parte 4

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Archi ciertamente conocía mis gustos en ropa, al igual que Candy. Cuando abrí el armario de esa fabulosamente grande habitación, había unas cuantas piezas a cuadros y sombreros de los que a mí tanto me gustaban cuando era más joven. También vi varios trajes de vestir y ropa profesional. Era imperativo, por cierto, que tuviera ropa y calzado que reflejara mi comienzo dentro del mundo de los negocios.

También, sobre una mesa, había unos cuantos tomos sobre las universidades de todo Estados Unidos, según confirmado por el mismo Georges, siempre tan eficiente. Mi inclinación, por tener todo lo que aspiraba, y por estar cerca, era la Universidad de Chicago, y creo que, por la relación de años de nuestro clan con los Rockefellers, no sería un problema mi admisión a la universidad, quizás luego de tomar exámenes y otros talleres preparatorios, por los años perdidos de estudios. Por cierto, las diferencias que teníamos con ellos en ciertos temas no eran más importantes que la relación de amistad de años, y que esa oportunidad de que un hijo del clan pudiera estudiar allí, ellos tampoco la iban a desaprovechar.

Por lo pronto, para reunirme con mi familia cercana y luego de darme un largo y merecido baño, al menos eso pensé, me vestí con un ajuar modesto, y luego bajé por las escaleras hacia el recibidor. Allí mismo estaba Candy, muy casual también. Entonces me convidó a pasar a la cocina.

"Candy, ¿no tenemos un comedor en esta parte de la mansión? Digo, no entiendo el interés de reunirnos en la cocina. ¿Pasa algo que yo no sepa?"

Todavía tenía curiosidad del interés de todos de reunirnos en esa parte del ala este. Me pareció interesante, y creo que tenían la intención de enseñarme algo que me iba a sorprender. Candy, por cierto, parecía estar al tanto, y me lo expresó a su modo.

"Espera, y no te adelantes", me dijo con una sonrisa de lado. Sí, algo se tramaba la pequeña pecosa. Tenía la curiosidad de lo que ocurriría allí. Quizás sería una sorpresa, algo inesperado. Quizás allí estarían todos, pero, no... Entonces la vi. Y no pude evitar sonreír. Era la mesa en la que todos participábamos de las delicias e intercambios del Magnolia. Lucía perdida en medio de ese inmenso espacio en la cocina. También estaba allí el acordeón que toqué unos días antes de mi despedida, y que más tarde nos acompañaría en una melodía muy grata para todos los que estábamos allí (qué lástima que Patricia no estuviera) y, por supuesto de Candy, y también estaba de invitada una mofeta pequeña, como un recuerdo de una escena pasada que se había quedado grabada en nuestra memoria.

"Esa no puede ser Pouppé", pregunté sorprendido.

"Así mismo, amigo. Pouppé murió hace unos años, bastante anciana. Esta es Pouppé II. Hay como cinco Pouppés y algunos machos de la especie que me hicieron abuelo y bisabuelo muy rápido", dijo Albert entre risas.

"Oh, cómo lo siento, Albert. Sé lo mucho que significaba para ti ese pequeño ser".

"Ciclo de vida, amigo. Por lo menos esta Pouppé es bastante parecida a su madre, ¿verdad, vieja amiga?"

Y la mofeta comenzó a dar una afirmativa, para luego treparse en su hombro, como lo hacía la madre.

"Es increíble. Por cierto, hablando de ciclos de vida, dónde está el pequeño Anthony. Quisiera conocerlo. ¿Viene para acá? ¿Y mi sobrino, Aristear? ¿Mi sobrina Annette?".

"Eso tiene que esperar hasta más luego. Es que, bueno, ya sabes, tenemos que explicarles todo, aunque sean niños. Por ahora, sin embargo, hay una personita a la que esperamos y que quizás nos pueda ayudar con otra personita por la que has estado preguntando".

En ese mismo momento, entró Archi con una Annie, a la que le habían vendado los ojos. Albert me hizo señas de que guardara momentáneamente silencio. Entonces fue a ayudar a mi hermano. En ese momento, sentaron a Annie, bajo protesta por la ceguera momentánea, frente a una silla de la mesita, y me hicieron señas para que me ubicara frente a ella.

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