Una Ventana Abierta al Sol Parte 10

65 9 2
                                    

El día de la verdad había llegado, yo, en medio de mi emoción, de pronto lo había olvidado. Y me levanté entre pensamientos, dudas y preguntas. Ya sabía y los Ardlay sabían que yo al menos sospechaba de tantas cosas que corroboraría y de otras más que ciertamente no conocía, pero eran parte de los secretos que durante mucho tiempo nos habían ocultado. Era, como quien dice, el momento de la verdad, y quería compartirla con mi amiga.

Marie Helène se había ido con Eddie y Patty para la que fuera la villa Leagan. Habíamos decidido vernos en el desayuno, pero cuando llegué al salón, cuál no sería mi sorpresa al...no encontrar a nadie. Parecía que todos se habían ido esa mañana. De pronto entró Dorothy, y al preguntarle, me indicó que todos habían desayunado temprano. ¿Un sábado, todos habían madrugado? Parecía como si me estuvieran esquivando de nuevo. Bueno, pero tenía hambre. No sabía lo que haría después, aunque no niego que sentí una gran molestia. Cómo pudieron haberme abandonado en un momento tan importante.

Nada más que debí hacer lo de siempre, simplemente sentarme e ignorar lo que consideré un desprecio. Lo hice en la mesa para desayunar, aunque fuera yo solo. Ya, ya era demasiado para yo esquivar el asunto; además, quería saber. No, no podía tolerar más ese silencio. En medio de mis huevos benedictinos y de mi fuerte café, me levanté con la idea de recorrer la propiedad para que alguien me aclarara por fin todo.

Dorothy entraba cuando yo trataba de salir, y así, de frente los dos, ella me dijo.

"El Sr. William lo espera en la biblioteca. Para dónde va. Además, no ha terminado su desayuno".

"Cuál señor William, si se puede saber. El viejo cascarrabias que hasta ahora ha dominado nuestras vidas, o el señor Albert, que de pronto es el Sr. William", contesté sin pensar y completamente en descontrol, como si esa joven tuviera la culpa de lo que me ocurría.

Dorothy bajó un momento la cabeza en señal de humildad, y me pasó un sobre que tenía en la mano con el sello de los Ardlay. Tuve que respirar profundo mientras se me pasaba momentáneamente la ira. Dorothy, al verme más calmado, en voz baja, respondió:

"Es el tío abuelo William...", y no pudo responder más. Al verme arrancar, con la curiosidad, el sello, me detuvo del brazo, y me dijo. "Espere, joven Stear. Usted debe calmarse antes de enfrentar toda la verdad".

Qué era esto, que hasta Dorothy ya conocía. Y ya más calmado, le contesté:

"Está solo el tio William".

"Así es. Él ha solicitado que en su reunión sólo estén ustedes dos. Por eso es por lo que los demás salieron muy temprano de la villa, y no van a regresar sino hasta después de las 2 de la tarde".

Por la curiosidad, sin embargo, pude ver el contenido de la invitación que me acababan de entregar. No, no decía nada extraordinario, sino que fuera a la biblioteca a la hora del té. Siendo que ya estábamos cerca de las 9 de la mañana, decidí irme a la habitación y ponerme un atuendo más formal. Sí, ya todo parecía corroborar lo que sospechaba, que me encontraría con mi tío en esa biblioteca. Pero también debía dejar la puerta abierta a otras posibilidades. Pero si era Albert al que encontraría allí, por qué lo había ocultado tanto tiempo y por qué nosotros no sabíamos esa verdad, si es que era. Ya sé, lo había sospechado antes, incluso desde cuando me encontraron, que lo vi allí mismo, y por qué todo el mundo lo trataba como si fuera de la realeza.

Fui todo el camino deseando que no fuera eso, porque, bueno, no sabía el por qué. Tampoco tenía sentido lo que estaba pasando por mi mente, pero había muchas incongruencias, y asuntos que había visto que me llamaron la atención, incluso el broche que me enseñó Candy. Ese broche era del tío William, padre de mi tía Rosemary y de Albert. Cómo era posible que Candy lo llevara así, con ella, como si ella fuera, como si ella fuera... No, era demasiado. Pero tenía que esperar a que toda esta historia tuviera algún sentido. No, tampoco entendía por qué mi hermano no estaba conmigo en ese momento. Todos se habían ido, y me habían dejado solo con el misterio más grande de la familia, y con el hombre que, al final, me revelaría todos los secretos que me había ocultado por años.

Una Ventana Abierta al SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora