Una Ventana Abierta al Sol Parte 9

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"Stear, qué te pasa", preguntó Albert con un tono serio.

"De qué hablas, tío".

"Primero, no me digas tío. Segundo, no sé si recuerdas hace unos años, aquel día de invierno cuando viniste a hablar conmigo al Magnolia, sí, el día que Candy salió hacia NY, lo que me dijiste".

"Lo recuerdo".

"Quiero que pienses en eso ahora que esta joven ha venido para la casa. No le debes nada a nadie, Stear. Ella es libre y tú también. Ella vino por ti, así que no le pagues mal por haberlo hecho".

Le abrí los ojos muy grandes. De verdad, me tomó de sorpresa.

"Cómo te diste cuenta".

"Stear, además de familia, somos amigos desde hace tiempo. No soy un extraño, y ustedes tampoco lo fueron nunca para mí. Ella vino a verte, y desde que llegó, estás parado ahí como momia, y no creo que le siente muy bien lo que podría considerar como una indiscreción de su parte. Hazme el favor, entra, trágate la timidez, e invítala para que se quede aquí, con nosotros. Luego, vas con ella y quizás con Emma al hotel, y recogen sus cosas".

"Está bien, tío. Y perdone. Yo...yo iba a hablar con las chicas para que me ayudaran con eso, y es usted quién lo hizo al final..."

"No me digas tío", terminó con un guiño de ojo, y siguió por el pasillo hasta desaparecer de mi vista.

Luego del tortazo, me di cuenta de cuánto Albert nos quería a todos nosotros, incluso cuando su entrada en la familia fuera tardía. Cuando por fin sentí el valor, unos minutos más tarde, me introduje de nuevo en la biblioteca. Cuando lo hice, vi a Marie Helène muy conversadora con Patty, y a Annie y Candy limpiando la mesa del té. Eso fue sorpresivo. ¿Qué haría? Aunque el tío me había dado la confianza como para tomar una pequeña iniciativa, todavía me sentía tímido, y más viendo a mi antiguo amor en esa amistosa charla con la mujer que me interesaba. De pronto, me quité los lentes, y algo a ciegas, me acerqué a Patty y a Marie Helène, que reían ambas mientras hablaban de lo que fuera, esperaba que no fuera de mí. Pero un poco a ciegas, no tendría que fijarme en el rostro de ninguna de las dos.

"Con permiso, Patty, Marie Helène, por favor, es que... es que...me gustaría mucho que te quedaras acá, y no sola en un hotel", las interrumpí, mientras decía esto sin darle demasiado pensamiento.

Marie Helène me miró algo sorprendida. Pasaron varios segundos y respondió.

"Sí, me quedaré con ustedes estas dos semanas. Quería que me invitaras, pero no me atreví a decirlo, así que gracias, Stear, por ser tan gentil".

Y ella levantó la mano para que la ayudara, según creo, a ponerse de pie.

"Si me excusas, Patricia, necesito hablar algo con Stear, Creo que debemos hacerlo a solas, si nos lo permites..."

Patricia accedió de buen grado, y continuó hacia la mesita para ayudar a sus amigas a limpiar. Al rato, y sin darse cuenta, las tres principales personas con las que quería conversar sobre el tema de Marie Helène desaparecieron de la biblioteca sin que yo me diera cuenta...

Parecía todo muy bien calculado. De pronto, estaba a solas con Marie Helène. Ella, al verme mudo de nuevo, se puso a observar los cuadros de los miembros de la familia. Cuando vio a Anthony, comentó algo que me hizo pensar aún más en lo distraídos que estuvimos todos con el asunto de Albert, y su pérdida de la memoria:

"Este chico...se parece mucho al Sr. William. ¿Es su hermano?"

"No, es mi primo Anthony. Alb...William es su tío".

"Oh, ese es el primer amor de Candy. Sí, me lo contó esa primera noche, cuando llegó con el Sr. William a Francia".

"Te lo contó Candy, ah, pues debió conectarse contigo profundamente como para decirte algo tan íntimo".

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