Capitulo 3- Chris

8 7 4
                                        


NOTA: A partir de aquí narraré según los puntos de vista de cada personaje, para que se haga evidente el cambio entre personajes pondré su nombre entre dos "•". Ejemplo: •Daniela•
Espero que haya quedado claro, ahora, vamos con la historia.

•Chris•

Terminé mi visita al cubículo de Daniela, ella había sido mi amiga por mucho tiempo y en algún momento que no puedo recordar con exactitud, comencé a considerarla como una hermana. Ella y Allan estuvieron conmigo y mi familia cuándo todo se vino abajo, en nuestro viaje hacia aquí y el día en que nos asignaron nuestras funciones, siempre estuvieron allí para mí.

Llegué al cubículo de mi familia, no era muy espacioso, pero lo suficiente como para albergar a mi madre y mi hermana con su hijo.

—Hola por aquí.— Dije con una sonrisa al ver a mi madre.—Espero que me hayas extrañado.

—¡Chris!—ella corrió hacia mi, dándome un fuerte abrazo.—¿Porqué te tardaste tanto en venir?

—Me cambiaron de puesto madre, ahora estoy un par de pisos más arriba.— dije sosteniendo sus manos entre las mías— Dentro de poco las sacaré de aquí, a ti y a mi hermana.

Mi hermana era algunos años mayor que yo, 12 para ser exactos, y lo último que supe de ella es que había sido asignada a la enfermería del nivel inferior. Anthony, su hijo, estaba cerca de cumplir los 12 años y dentro de poco recibiría su asignación.

—¿Dónde está ella por cierto?— cuestioné.

—Trabajando, pero ven, siéntate.— ella se adelantó, yendo hacia la cocina.—¿Quieres que te prepare algo? Tengo huevos y algunas hogazas de pan. No me tomará mucho tiempo.

—No, no te preocupes, no me quedaré mucho tiempo...— respondí mientras me sentaba en lo que decidimos llamar sala de estar, aunque el espacio aquí dentro no dejaba divisiones claras entre las zonas del cubículo.

—Bueno, ¿a dónde te asignaron?—ella caminó de vuelta hacia mí, sentándose de frente.

—Estoy en la sala de vigilancia del sector 8, ahora recibo dos raciones y media por día. Les traeré algunas cada vez que esté de descanso.

Ese era un lujo que muy pocos podían darse. Aquí abajo, un día libre significa un día sin comer, sin embargo, con mi actual cuota, si la administraba bien podría descansar cada cierto tiempo.

Así funcionan las cosas aquí, mientras más subes, mejor vives. Y es así como los de la superficie ni siquiera trabajan, pero llevan las riendas de todo este maldito lugar.

—No tienes que hacerlo cariño, te estás esforzando mucho, no es justo que nos des lo que te has ganado con tanto...— interrumpí.

—Ahórrate el discurso madre, sabes que no va a funcionar.—me incliné, sonriéndole.—Prometí que te daría una vida mejor, y lo haré.

Ella sonrió, como de costumbre. Podía estar muy triste, pero a mi hermana y a mí siempre nos mostraba su mejor rostro, aunque, las pocas veces en las que las situaciones la superaban, esas veces en que estallaba en llanto... eran desgarradoras.

—Háblame de mi sobrino, ¿ha mejorado?— Anthony era un tanto complicado, no hablaba más allá de lo necesario, aunque en realidad era un buen muchacho.

—Bueno, en dos semanas cumplirá sus 12 años y le asignarán un trabajo.— el tono de voz de mi madre cambió, sonaba preocupada. —Solo espero que no lo manden a allá abajo.

—No lo harán, allí solo envían a los criminales o rebeldes...— mientras hablaba, noté algo que desde el principio fue evidente pero pasé completamente por alto.

Si mi hermana estaba trabajando y mi madre estaba en casa, ¿dónde estaba mi sobrino? Él no era alguien que saliera de casa muy seguido, de hecho, es todo un asocial. ¿Dónde estaría metido?

—¿Dónde está?—comencé a pensar en lo peor, quizá se estaba juntando con los rebeldes, o peor, estaba encabezando un nuevo movimiento contra los de arriba.

—Está en el cubículo de uno de sus amigos, bueno, el único que tiene. Tranquilízate, sé lo que estás pensando y créeme, él no haría nada de eso. Tu sobrino es un buen muchacho.— Asentí, le dediqué un vistazo a mi reloj, me quedaba poco más de treinta minutos para volver al trabajo.

—Tengo que irme mamá, cuídate ¿si?— nos pusimos de pie y nos abrazamos, ese abrazo fue diferente, se sintió como si mi madre tuviera miedo de soltarme.—No te preocupes, estaré bien...

Me despedí de ella y fui directo a elevador, un guardia me detuvo, estaba acompañado por dos más y cada uno estaba bien armado, le mostré mi identificación y me dejó subir.
Esos cerdos, eran los encargados de mantener a mi familia y a los demás aquí debajo...

Espero que estén disfrutando la historia, si es así, háganmelo con sus votos y comentarios para seguirles trayendo más capítulos.

RatasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora