Vínculos familiares.

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Sanemi sentía que su sangre hervía cada vez que veía a su hermana.

No esta enojado con ella, está enojado con los que se atrevieron a dañar su delicado cuerpo, enojado con los que mancharon su piel igual de blanca que la porcelana, esta enojado con las que la profanaron y destrozaron su inocencia.

Esta enojado con el mismo por pensar que dejarla sola era lo mejor para ella.

Se le olvidó que los seres humanos pueden ser incluso mas crueles que un demonio, se siente muy estupido por no haber pensado en eso, su padre fue una pequeña demostración de la crueldad humana.

Se siente cómo un imbécil.

Y aún más al ver cómo Genya esta 'feliz' haciendose cargó de los niños.

Los pequeños le dan felicidad a esa mujer, pero también son una distracción que mantiene a Genya alejada de sus preocupaciones.
Ella los cuida mucho, incluso más de lo que su madre Shizu podría hacer por ellos y sus hermanos.

Se nota que Genya los ama más que a ella misma, también quera al pequeño que está en camino.

Sanemi no mentira, odia al esposo de Genya y padre de sus sobrinos, lo odia con toda su alma, desea haberle pegado mas fuerte en esos momentos.
Pero gracias a el Genya se salvó de algo peor, o eso supuso Sanemi.

Teme que esa cicatriz de la que le hablo Shinobu sea en realidad un sello de esclavos.

¿Que hizo Genya para obtener esa cicatriz?

"...Ichijō" Se escuchó una voz decir.

Era de noche y todos en la finca del viento estaban durmiendo, a excepción de Sanemi, el cuál estaba revisando su espada hasta ahora, ahora tenía su vista en Genya.

Escuchó perfectamente cómo ella dijo el nombre de ese hombre.

Estará soñando con él, y a Sanemi no le gusta ese hecho.

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"Genya... ¿Te gustaría ser mi esposa?" Se escuchó a alguien preguntar.

Genya se veian más joven en ese momento, ella estaba viendo las estrellas, su mirada parecía un poco más relajada.

Su mano estába siendo sostenida con delicadeza por un chico, uno muy guapo.

Era Ichijō, pero la diferencia era que el parecía más delicado, y sus ojos parecían tener mucha más vida.

Sus ojos eran hermosos, y no podía evitar pensar en los buenos momentos con su familia, eran parecidos a los ojos de su madre, Sumi, Hiroshi y Koto.

Le daban tranquilidad.

Podría dormir en un mundo sin pesadillas si los veía al menos una vez al día.

"... ¿Crees que una mujer como yo merece ser tu esposa?... Ichijō... Soy una mujer del distrito rojo... Ya no soy considerada una persona." Genya le recordó al chico que estaba sentado a su lado la verdad.

"... Pero sigues siendo una persona... Y estoy dándote la opción de que seas mi esposa... ¿Te gustaría ser mi esposa?"

Lágrimas empezaron a recorrer las mejillas de Genya, sus ojos brillaban por lo aguosos que estaban al tratar de contener inútilmente sus lagrimas.

"Si... S-si, quiero ser tu esposa."

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"Si... Si quiero..." Se escuchó a Genya susurrar mientras las lágrimas salían de sus ojos.

El ciclo se repite, hasta que el lo rompió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora