Kassia Collins, condenada a muerte únicamente por nacer.
Kassia, una chica con un alma pura y llena de inocencia, va a tener que irse adaptando para sobrevivir, algo que gracias a su pasado será difícil para ella, en donde sus sueños se convertirán...
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>── ⋅ ⋅ ── ✩ ── ⋅ ⋅ ──< 0.7 ; 𝐓𝐎𝐎 𝐀𝐅𝐑𝐀𝐈𝐃.
Mis sollozos crecían más y más durante segundos.
El barullo de afuera de mi tienda acaballaba cualquier ruido que hacía, lo cual me confortaba para poder desahogarme sin tener que estar atenta por si me oía alguien o no.
Mis costillas seguían sintiendo dolor cada vez que recordaba la paliza que casi me dejaba sin conocimiento.
A pesar de que intentaba encontrar una razón la cual diera sentido a la paliza y frases que me soltaron en esos momentos, no encontraba ninguna respuesta.
"Nos lo has quitado."
"Eres una puta."
"La vas a pagar."
Resonaban una y otra vez en mi cabeza.
Mis brazos rodeaban mis piernas mientras que cada gota que se derramaba de mis ojos dejaba una mancha visible en mi pantalón.
Mis dientes tiritaban provocando el mismo sonido una y otra vez, algo que me estresaba.
Me mordí el labio tratando de dejar de tiritar. Pero al instante un dolor intenso recorría mi labio entero.
Me paralicé por un segundo al sentir el dolor punzante, posé mi mano sobre mi labio recordando que Clarke me había dicho que estaba roto.
Me puse la chaqueta de inmediato con la intención de encontrar a Clarke por si me lo podía curar, aunque me daba miedo volver a andar sola por ahí.
Me levanté bruscamente sintiendo un leve mareo obligándome a quedarme unos segundos sin moverme.
Rápidamente, se me pasó dándome paso a salir de la tienda.
Observe el campamento con una pequeña intriga. La gente estaba intentando descansar al rededor de las fogatas, mientras otras personas estaban de pie teniendo alguna que otra actividad que hacer.
Miré hacia mis alrededores atenta de que no hubiera nadie listo para atacarme, tenía miedo.
Mis vista no encontró a nadie mirándome, así que me decidí y comencé a andar para buscar a Clarke.
Por cada paso que daba unas pequeñas punzadas en mis costillas reclamaban quedarme sentada, pero sabía que si lo hacía no iba a poder quitarme ese dolor de encima.
Me dirigí directamente hacia la nave, hasta que un dolor en mi muñeca se expandía por mi cuerpo, el cual ya estaba débil, haciéndome caer sobre mis rodillas.
Intuitivamente, me di cuenta que ese dolor fue provocado por el brazalete.
Sentí un tacto debajo de mi espalda y piernas levantándome y dirigiéndose hacia su tienda de campaña.
