CAPITULO 3: CATARSIS DE MEDIANOCHE

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Layla y yo entonces corrimos de donde venían los gritos, era una aldea cercana a la cabaña, mientras más nos acercábamos nuestros corazones se aceleraban más, parecía que a lo lejos se veía fuego también, por lo que probablemente era un incendio.

–Layla, ah, eres muy rápida, yo, ya casi no puedo correr– Dijo Devon tomando su pecho mientras le costaba cada vez más correr.

–Tienes que mejorar tu condición física, no hemos corrido mucho– Dijo ella sin siquiera mostrar indicios de estar cansada– Llegamos.

–Parece que sí es un incendio.

Layla comenzó a apagar el fuego con magia, Devon fue a revisar el pueblo pues no sabia como hacer ese hechizo, además no había nadie alrededor por lo que les pareció extraño. Llegó a la plaza central y se percató de una escena horrible.

–Que...

Había una persona encapuchada quien aparentemente tenía controlados a varios aldeanos de rodillas, estos jadeaban, pero no podían moverse.

–Q-qué estás haciendo... – preguntó Devon temblando.

Aquel hombre encapuchado levantó la mirada, Devon solo pudo ver sus ojos brillar, brillaban de un color Blanco como la nieve, este sonrió y posteriormente ejecutó a todos los aldeanos frente a sus ojos, luego, pareció que hubiera desaparecido, pero corrió a una velocidad sobrehumana hacia el bosque.

–Ah, ah, ah... – Devon casi no podía respirar, su cuerpo se tambaleaba, nunca había visto a alguien morir– ¿Que? qué es esto... No, no puede ser– Dijo acercándose a sus cuerpos– No, no, no... Mamá... ¿Qué se supone que haga ahora? – Sollozó arrodillados delante de un cuerpo de un niño como él, con las casas en llamas de fondo– Ahhh, n-no, qué es esto...

–¡Devon! – Dijo Layla corriendo hacia la plaza– ¿Qué pasó aquí?

–Un hombre... los mató a todos... no pude hacer nada... murieron por mi culpa...

–No puede ser... Devon, debemos volver a la cabaña, tenemos que esperar al señor Furius allí– Dijo con un tono serio y alterado, con los ojos serios, como los de un depredador.

–Pero, esta gente, tenemos que enterrarlos...

–¡Rápido! Levántate Devon. No es tiempo de llorar– Dijo levantándole del suelo.

Layla era bastante madura a pesar de su edad, así, ambos corrieron de vuelta a la cabaña.

–Oh no... – Dijo Layla deteniéndose.

–¿Qué pasa?

–Lo siento... siento su magia... e-es... demasiada... – Dijo mientras sus manos temblaban.

–¿QUÉ? pero, no lo sentiste en el pueblo ¿no es así? – preguntó Devon asustado.

–El.... debió poner un cebo a propósito, para que no lo sintiera, ahora quiere que lo haga... él está en la cabaña.

–¡Entonces debemos apresurarnos, mi mamá está ahí! – Dijo Devon comenzando a correr.

–¡Devon! no...

–Ah, ah, ahí está...

–Bienvenido a casa, Devon– Dijo con una voz madura bastante masculina.

–Como sabes mi nombre...

–No tengo mucho tiempo aquí. El tiempo es muy valioso, Devon– Dijo levantando su mano izquierda manteniendo la mano abierta como si sostuviera algo en ella.

El hombre entonces cerró el puño y se abrió un hueco en la cabaña, una explosión.

–Carajo– Dijo Devon cuando comenzó a conjurar, no lo pensó dos veces, tenía que atacar– ¡PERFORIUS!

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