Respuestas

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-Tomás... Tomás, en dónde puta madre te has metido. Grito desesperado en el interior de la iglesia mientras mi voz retumba dentro de las viejas paredes de piedra húmeda y mis pasos resuenan con fuerza, a lo lejos sale de la sacristía un hombre ya entrado en años, su rostro sonríe mientras sus ajadas mejillas rosas dan paso a la calidez de una persona feliz, con on esa voz pacífica que lo caracteriza, avanza hasta mí.

-¿Pero qué es lo que sucede Dalca?... De pronto aquel hombre para en seco cuando ve que a mi lado se encuentra ese chiquillo y corre hasta quedar frente a mí.

-¿Qué significa esto?, dice el párroco señalando a Velkan.

-Eso mismo vengo yo a preguntarte, Tomás, sin cuidado ni ceremonia jalo al chico hasta hacerlo sentarse en una de las antiguas bancas talladas de madera que se encuentran dentro del recinto y me alejo unos pasos para poder hablar no sin antes advertirle al muchacho que ni se le ocurra escapar, mientras mi amigo me observa con cara de no tener ni la más mínima idea de lo que digo.







-Yo no entiendo ni un poco esta situación, primero este hombre se me queda viendo como si fuera un bicho raro, luego mi apellido, y después me arrastra hasta la iglesia más antigua que he visto hasta ahora, pero el hombre al que llamó Tomás parece confiable y amigable, así que decido obedecer al maniático y esperar, después de todo no sé de que pueda ser capaz este loco.




Paso mi mano entre mis negros cabellos, estoy confundido, sorprendido, pero sobre todo ansioso.

-Dime Tomás, ¿tú sabes de casos en el clan o en otros clanes en donde el compañero eterno sea un hombre?

Tomás me mira confundido mientras sus penetrantes ojos miel van de mi rostro, al de Velkan, para luego suspirar y pasar su mano sobre su cansado rostro.

-Bu... Bueno sí, no es común pero dentro de tu familia ha habido casos. Ellos se han mudado a otros continentes. También he sabido de casos en otros clanes.

-El... ¿El es quien parece ser?, pregunta mi amigo algo incrédulo mientras su rostro amigable estudia con curiosidad al muchacho.

Yo soltando un largo y cansado suspiro respondo, -quisiera equivocarme viejo amigo, pero... Parece que estoy jodido, parece que estoy condenado a estar enlazado a un hombre y por si fuera aún peor, un menor de edad. 

-Tranquilo Dalca. Esto no es tan malo. Después de todo los vampiros no embarazan a sus mujeres, así que por ese lado estate calmado.

Tomás parecía disfrutar toda esa ridícula situación, mientras a mí me llevaba la puta madre.

-Tomás, no ves lo desagradable de todo esto... Sólo he follado con mujeres, ¿Cómo se supone voy a follar con un hombre y lo peor, un menor de edad.

-Pues tienes una ventaja, —Tomás juguetonamente levanta las cejas claramente divertido con mi infortunio, —sabrás dónde meter la varita mágica.
Mi ceño se frunció tratando de ser severo pero a este párroco de pacotilla eso le vale un kilo de ajos.
—Es un chico muy lindo, dice mi amigo mientras sigue con su escrutinio al mocoso, —mira sus hermosos y verdes ojos, me recuerdan a la estepa rusa, estuve ahí cuando solo era un seminarista.

Al escuchar a Tomás hablar así de "mí" pareja me sentí muy incómodo y un sentimiento asesino me poseyó haciéndome enfurecer... -No te permito hablar así de él, siseo con el tono más amenazante que tengo.

Tomás me mira sorprendido, tratando de contener una incómoda carcajada.

-Vaya, ya empiezas a comportarte como una pareja, dime a todo esto ¿cómo se llama el chico?

-Velkan Albu... Digo en un murmullo mientras de soslayo veo a ese mocoso quien se encuentra arrepatingado en la banca, su barbilla está recargada en sus huesudas rodillas y una de sea manos juega con algunos hilos de su gastada ropa.

-Un chico Rumano, dice seguro Tomás, —ero recuerdo que los Albu que vivieron aquí murieron en su antigua mansión asesinados por unos asaltantes, ellos tenían a un hijito, el niño tendría tres años cuando ellos murieron.

-Bueno pues ¿qué crees?, ese chiquillo no recuerda algo de su vida y trabaja para el circo.

-Seguramente lo han vendido ahí, el párroco con pesar suelta un suspiro.

-¿Qué clase de calamidades pasará ese muchachito ahí?, Tomás no tiene más que una actitud compasiva, tan propia de él.

Miro de reojo a Velkan, es tan pequeñito, pero puedo percibir en su mirada la angustia, no por estar conmigo, sino por no poder ir a donde según él pertenece.

Balada Para Un Amor ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora