Todo tiene solución

269 46 4
                                    

Aquellos hombres terminaron de hablar, el anciano me miraba con curiosidad, como si yo fuera algo muy extraño, cuando el tipo elegante terminó aquella plática me tomó del brazo, levantándome bruscamente mientras él anciano lo reprendía por su rudeza innecesaria.
Cómo era de esperar el tipo elegante ni siquiera se inmutó y volvió a su manera salvaje, sacándome casi a rastras por las hermosas y antiguas calles de un barrio rumano.

-¿A dónde me lleva?... Intento seguirle el paso pero no logro coordinar dada la fuerza con la que soy arrastrado.

-Cállate... Me ordena, y sin aminorar el paso habla sin esfuerzo alguno, —según tú estás viviendo con la compañía de circo que llegó a la ciudad y yo necesito hablar con ellos, me responde secamente el hombre.

Aliviado camino o más bien me dejo llevar por el salvaje, no puedo poner resistencia y el las calles los pocos transeúntes nos ignoran completamente.

Ya que estaré en el circo en un rato no puedo evitar tensarme por las repercusiones que todo esto tenga para mí, probablemente me salve de una paliza cuando vean que el tipo tiene dinero.

-¿Es aquí?, me pregunta con cierto tono sorprendido el hombre.

-S... Sí es aquí, puedo intuir lo que piensa, es un circo tan descuidado, tan feo y deprimente, en dónde se respira miseria y abusos.

-Habla al encargado, dile que lo busca Dalca Lupei.

Yo lo miro sorprendido, al fin dice su nombre, trago en seco e intento persuadirlo de tratar con gente del circo, digo Dalca no se ve la clase de hombre que se ensuciaría las manos con un simple cirquero. -Se... Señor Lupei el señor Banks no es de los que dialoguen.

Dalca baja la mirada y en ella solo hay una fría indiferencia, ignorando mí opinión continua.

-Haz lo que te he pedido.

Suelto un suspiro, camino hasta una de las camper estacionadas, la más lujosa, toco la puerta y es el señor Banks quien abre.

-¿Qué quieres estúpido?

Me toma del cabello para verme a la cara y puedo sentir su fétido aliento a licor barato y cigarrillos rancios, su agarre no se afloja ni un poco.

-Se... Señor le busca un hombre, Dalca Lupei.

Al decir aquel nombre puedo ver como un brillo lleno de asombro y ambición se asoma por sus ojos, su sonrisa es repugnante, sus dientes amarillos y sus labios pálidos y resecos, todo en aquel hombre grita escoria.

-Has dicho ¿Dalca Lupei?... Vaya, me suelta aventándome mientras se frota las manos. –Hazlo pasar, me dice como si de la realeza se tratara.  Me dirijo hasta donde esta Dalca...

-Sígame, el señor Banks le espera, camino algo nervioso.

-¿Quién es este hombre? y ¿qué asuntos tiene que hablar alguien tan distinguido como Dalca con alguien tan vulgar como John Banks?

-¡Señor Lupei!... Banks salió disparado a recibir a mi acompañante y de manera por demás servil ya que se desvivía en saludos y elogios.

-Señor Lupei, ¿a qué debemos el honor de su visita en este humilde circo?

El señor Banks me empuja violentamente hasta hacerme caer sentado mientras me ordena ir a limpiar a los animales, entre trompicones me levanto para huir de otro trato violento, dejando a esos hombres solos.

Me calzo unas viejas botas de caucho que obviamente me quedan enormes, tomo mi cubeta, y los demás enseres para limpieza y me dirijo a mis labores.

Veo a mis amados animales a quienes considero como mi familia, ellos se alegran de verme.

-Vamos chicos, sean buenos que ahora les daré de cenar, les digo esto mientras mis manos acarician uno a uno al león, al oso, a un viejo tigre y a los caniches que mueven su pequeña cola.

Recorro las jaulas dándoles cariñitos y reparto trozos de carne para así yo pueda recoger las eses fecales y rociar con agua el piso para eliminar el olor y los charcos de orina que parece impregnar el aire

Balada Para Un Amor ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora