Duxo se adentra a lo oscuro de su mente y sus sentimientos, no quiere aceptar que Aquino a desaparecido, se la pasa buscándolo por todos lados de aquella solitaria dimensión que había caído junto a su compañero y mejor amigo.
Pero... al final ideá u...
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De pie, parado ahí al frente del altar, donde ya hacía unas escaleras que me guiaban al centro del sitio. Era tan solo el inicio de todo. Al dar un paso, daría por iniciado mis palabras para abrir aquel portal rodeado de velas y la oscuridad de las esquinas del templo. Eso hacía de aquel sitio un lugar lúgubre, con la luz de unas velas celestes en unos faroles y el incesante silencio que ya hacía constantemente.
Me erizaba la piel estar en ese sitio por un momento, no era por el miedo, ya había pasado todo el tiempo solo como para sentir que algún "ser del mas allá" iba a salir de la nada, aunque la probabilidad existía, no era como para temerle en ese momento. Ya me sentía... vacío. Tenía nervios de que no saliera como lo había planeado después de tanto tiempo.
Di un paso, llegue al centro del sitio, abrí aquel libro entre mis manos...
Ya no había vuelta atrás, tenía que hacerlo, pero... algo me detuvo, alguien parecido a mi de distintos ojos de color celeste se posó de frente.
—¿Quíen eres tú?...
Pregunte serio mientras veía el libro entre mis manos, no tenía miedo o no sabía si ya me había vuelto loco como para no tenerlo, y de paso ver a alguien igual a mi parado en frente como si nada. Aquella persona igual a mi, no respondió a mi pregunta, solo hablo ignorandome.
—Aun estas a tiempo para hacer lo correcto... —Susurro mirándome melancólico. Me dio un sentimiento vacío y extraño. Muy melancólico para mí.— Sea lo que sea que estés planeando, no terminará bien...
Me advirtió. Tal vez tenía razón, tal vez la tenía, pero mi esfuerzo... eso no se iba a ir en vano en estos 2 últimos años. Es por ese pensamiento que escuche otra voz un poco más gruesa a mis espaldas, era igual que la mía pero con cierta soberbia y voz carrasposa en ella.
—Sabes bien lo que tienes que hacer...
Susurro de igual manera, pero a mis espaldas con un brillo rojo de sus ojos que resaltaba. No mentire, me erizó la piel, pero igual que el anterior no me dejo pensar mucho, "él otro" como yo; de ojos celestes, habló.
—Si lo haces, nos harás más daño del que te puedes imaginar.
Intentó convencerme. Tenía esa voz con cierta preocupación y serenidad, al igual que angustia y preocupación, "parecía ser la voz de la razón" pero yo... yo no estaba dispuesto a perder dos años trabajando para recuperarlo.
—Es un riesgo del que estoy dispuesto a correr...
Dije firme ante mi palabra, y de repente desaparecieron ambos seres cuando di inicio a mi ritual prendiendo las velas a mi alrededor con un poder que no pensé despertar y poseer. Ahora todo marchaba bien.
