Capítulo 19.

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Matthew

Cuando Matilda entró de nuevo en la habitación con su ropa empapada en las manos, Matthew pudo percatarse mejor del estado deplorable en el que se encontraba tanto ella, como su rostro, como su cuello.

Aún notaba el pequeño temblor de su cuerpo mientras estaba parada en la puerta de la habitación, sin saber qué hacer. Sus ojos estaban cristalizados aunque ya no caían lágrimas de ellos, alrededor de ellos tenía partes de piel moradas y uno de sus ojos, el derecho, estaba completamente rojo.

Bajó la mirada de a poco, parando en su nariz, la cual tenía un color entre rojo y morado, la sangre había desaparecido con el agua de la ducha, al igual que en sus labios y cuello. Pudo ver los dientes clavados de Colin en algunas partes de su cuello y mandíbula, y pudo sentir como su sangre hervía por no haberle pegado una paliza cuando tuvo la oportunidad.

Sabía que aquellos hematomas tardarían en sanar, y le dolía que la chica ni siquiera pudiera mirarlo a los ojos por el miedo que sentía.

—Trae, la tiendo y ahora vuelvo, ¿vale? —dijo levantándose y caminando hacia ella para coger con suavidad las prendas empapadas.—Puedes tumbarte en mi cama o sentarte... O lo que quieras, pero ahora vuelvo —completó tratando de que la chica lo mirara, pero no funcionó.

Matthew bajó las escaleras tratando de no hacer ruido puesto que sus padres se encontraban durmiendo y colgó la ropa de Matilda en el tendedero del patio de la casa. Dejó el plato de la pizza sin terminar en el frigorífico y subió las escaleras pesadamente.

Antes de entrar en la habitación tomó una respiración; ver a Matilda de aquella manera le estaba revolviendo el estómago, saber que había sido golpeada por Colin le hacía tener un sabor amargo en su boca y se volvía peor cuando pensaba por cuanto tiempo pasó aquello.

Quitó con el dorso de su mano las lágrimas que se acumularon en sus ojos y las traviesas que comenzaron a rodar por sus mejillas sin previo aviso y soltó el aire retenido.

Su corazón dolió cuando vio a la pelirroja abrazándose a sus piernas encima de la cama con lágrimas bañando su rostro y llegando a su cuello. Ni siquiera parecía haberse dado cuenta de que Matt se sentó a su lado.

Lentamente rodeó sus hombros y ella se dejó hacer acercándose a él y deshaciéndose en lágrimas contra su pecho. Matthew acariciaba su espalda con sus dedos por encima de la camiseta negra que le dejó tratando de tranquilizarla, pero estaba claro que no iba a funcionar.

La cabeza de ella debía ir a mil por hora pensando y repensando en lo que había sucedido horas atrás y Matt no sabía como hacerle olvidar todo aquello, porque no había manera.

Después de que ella intentara explicar que pasó y fallar irremediablemente, el castaño la calló dedicándole palabras suaves llenas de cariño y finalmente, se percató de como Matilda se quedó dormida entre sus brazos.

La tumbó lentamente en la cama, y al hacerlo, la camiseta se subió un poco dejando ver un enorme hematoma en su estómago. Tragó saliva y bajó la prenda respirando pesadamente y después la arropó.

Se hizo él su cama en el suelo, y finalmente cayó en un sueño, rendido por el día que había pasado.

Al día siguiente, cuando abrió sus ojos al notar como Matilda dejaba la habitación, se quedó unos minutos aún tumbado en el suelo pensando en el día anterior.

Era inevitable que volviera a alejarse de la chica ahora. Tenía la necesidad de estar junto a ella y saber que estaría bien, que Colin no la volvería a molestar más. No quería volver a verla de la forma en que la encontró. No quería volver a verla llorar.

Mat & Matt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora