Capítulo 13.

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Nadie dijo nada. Ni una sola palabra, ni un solo sonido. Matilda los miraba a todos una y otra vez, esperando a que le hablaran, aunque no fuera para seguir con ese tema. Se desesperó cuando ninguno ni siquiera la miraba, así que suspiró y colgó la mochila en uno de sus hombros.

—Voy a clase —comentó levantándose.

Sus pasos eran rápidos mientras atravesaba el jardín del instituto para entrar al edificio y notaba los ojos de los cuatro fijos en su nuca. Metió ambas manos en los bolsillos de su chaqueta y apretó sus uñas contra las palmas con un dolor de estómago en su interior. Ahora todos sabían lo que pasó aquella noche, y ni siquiera habían sido capaces de decirle ni una palabra de ánimo.

Ya se comenzaba a arrepentir por haberlo contado, solamente necesitaba algo de apoyo de sus mejores amigos y tal vez también del chico que una vez lo fue. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, pensando que tal vez ya todos ellos estaban cansados de siempre lo mismo con ella y con Colin, y aunque ya hubiera dejado atrás esa relación quizá ya ninguno esperaba que aquello pasara. Tal vez todos pretendían dejarle de lado porque se tardó demasiado, porque nunca fue capaz de hacerlo hasta que las cosas se jodieron demasiado. Porque nunca fue lo suficientemente valiente para afrontar ella sola los problemas. 

Una mano en su hombro la hizo parar en su lugar, y giró en su lugar para ver a Nick con sus mejillas mojadas. Matilda miró su rostró y después se centró en sus ojos azules como el cielo. Las lágrimas se escaparon sin vacilar y encogió sus hombros intentando esconderse.

—Lo siento —dijo la pelirroja con voz temblorosa.—Lo siento muchísimo.

—¿Qué? —Nick frunció su ceño sin entender qué sentía.

La respiración de Matilda estaba agitada y su pecho subía y bajaba con rapidez. Sus ojos verdes estaban completamente rojos debido a la cantidad de lágrimas que estaba soltando y los sollozos incontrolables se hicieron eco.

—Siento haber sido una mierda de amiga todo este tiempo y no haberos hecho caso a Lyla y a ti —dijo entrecortadamente.

—¿Por qué dices eso? No es cierto —comentó el castaño con su ceño fruncido.

—Siento no haber sido suficiente y solo daros problemas todo el tiempo —su llanto se hizo fuerte en la puerta del instituto y el sonido se iba allá con el aire frío que hacía.

—No, no es cierto, Mat —Nick abrazó desde los hombros a la pelirroja pegando el rostro de ella en su pecho.

—Lo que me dijiste aquella noche en mi casa sobre que no amaba a Colin, solo amaba a la idea de él en mi cabeza, era cierto —sollozó.–Ahora tú tienes heridas por algo que es mi culpa y Chris también y ni siquiera sabía nada y no era algo que él...

—Matilda, respira —la cortó.—Tenemos heridas porque hemos querido defenderte, no es tu culpa nosotros hemos sido quien nos hemos metido en una pelea. 

—Pero...

—No hay peros, Mat, ninguno. No debes echarte culpa de algo que no tienes. De principio a fin. 

Matilda se quedó callada y colocó sus manos en la cintura de Nick apretándola y cerrando sus ojos, dejando ir un suspiro.

Sabía que mientras tuviera a Nick en su vida, todo estaría bien.

Ese mismo día, 15:30 pm

La pelirroja bajó del coche tras Nick y colgó su mochila en su hombro para después abrochar la chaqueta hasta arriba.

—Matilda —llamó Matthew acercándose a ella.—¿Podemos quedar hoy para seguir con el proyecto?

La chica miró sus ojos mordiendo su lengua y asintió levemente. Hizo su cabello hacia un lado nerviosa.

Mat & Matt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora