Capítulo 5

7 2 0
                                    

Kendra

Tengo un sueño muy extraño... Veo a mi yo de nueve años junto con Astrid. Parece un recuerdo, pero creo que esto nunca pasó... Estamos las dos en el pequeño muelle del lago practicando el control de mis emociones. Ese día uno de mis compañeros me hico enfadar y para poder medir mi enfado nos vinimos al lago. Resulta que cuanto más enfadada estoy, en el lago aparecen remolinos y oleaje. No logro entender porque... Sigo en el sueño, pero no en el mismo día. Ahora estoy sola llorando. Lloro por la muerte de Astrid... Sigo reviviendo días en los que mis emociones y sentimientos me superan y en todos, el lago esta revuelto. No recuerdo nada de esto... Hasta que estoy en uno de hace poco. Estamos mi hermana y yo sentadas en el borde del muelle, abrazadas. Kayla lloraba y yo intentaba consolarla. Esto si lo recuerdo, es por culpa del primer novio que tubo mi hermana, Marco. Unos días después de eso se marchó a otra comunidad y desde entonces no lo volvimos a ver, pero sigo sin perdonarle la forma en la que humilló a Kayla. Estábamos celebrando que hacía ya diez años que estaba al mando. Llegó un momento de la noche en la que Kayla bebía obligada por él y, tras haberla emborrachado, la dejó en ridículo delante de todos. Primero se la intentó llevar a su casa, pero como ella no quería casi la fuerza a hacerlo ahí mismo. Como se negó, él la empujó y de cara a los demás ella era la que quería hacer todo. Si no fuera porque ver a mi hermana así me dolía, le hubiera dado una paliza. No consigo ver el final del sueño porque, tres voces gritando me despiertan con el mayor susto de mi vida.

--¡Felicidades!--grita Kayla abrazándome.

--Bu-buenos días...--murmuro aun dormida.

--Ay mi niña que se me hace mayor—ahora también me abraza Naya.

Me están ahogando con tanto abrazo... se lo hago saber y se separan de mí, disculpándose.

--Kendra, te tenemos unos regalos ahora—dice Naya y sonríe.

--¿Ahora?—pregunto frotándome la cara—¿Que hora es?

--Las doce de la mañana. Vamos que tienes que prepararte—me ordena Naya y tira de mí a la cocina.

Al llegar veo una cara conocida, pero que hacía mucho que no veía. Sonrío muchísimo al verlo.

--Espero que este ramo de tulipanes no sea mucho por la mañana--comenta Andrew, con el ramo de tulipanes más grande he visto en mi vida y su típica sonrisa.

--¡Andrew!--grito y lo abrazo fuerte—te extrañé muchísimo.

Él me abraza también y deja el ramo en la encimera. Estoy muy contenta de poder estar con él después de más de un año sin verlo. No podemos hablar mucho ya que Naya y Kayla me obligan a abrir sus regalos. Naya me regala un vestido ajustado de color rojo oscuro. Es parecido al suyo, pero el de ella es negro. Kayla me da la chaqueta de cuero de Astrid.

--Me pidió que te la diera cuando cumplieras veintitrés porque a ella se la dieron también a los veintitrés. Y que, si alguna vez encuentras a alguien como ella te encontró a ti, que se la regales. Me dijo que era una especie de tradición.

--Que bonito eso...--me emociono un poco. Los tres me abrazan y por la inercia me salen algunas lágrimas, las cuales limpio rápido.

Voy a probarme el vestido junto con la chaqueta. Me acomodo un poco el pelo, me miro al espejo que tengo en mi habitación antes de salir. Es la tercera vez en mi vida que me pongo un vestido o una falda y me siento rara. Salgo de mi habitación y vuelvo con ellos, me miran.

--Kendra... Estas guapísima--comenta Kayla.

--Cielo, estas hermosa—le siguió Naya.

--¿Enserio?—pregunto algo insegura.

Todo lo que conlleva un te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora