Capitulo 7

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Kendra

Me desperté sin saber dónde estoy exactamente. La cabeza me da demasiadas vueltas y van demasiado rápido. Desde que canté, sé que bebí dos copas con Rafael, pero a partir de ahí está todo en blanco. Espero no haber hecho nada vergonzoso...

Me froto los ojos. Siento que me arden las mejillas y también noto los ojos cansados, como si hubiera llorado. Realmente no me acuerdo de nada y eso me inquieta un poco... Tras varios suspiros, me desperezo y me levanto, aun dormida. Salgo de la habitación y me dirijo a la cocina con intención de hacerme un café. Bufo al ver que no hay café hecho—Vaya suerte la mía...—murmuro en voz baja. Mientras que se hace el café, voy al baño. Sin ningún tipo de problema, llego y cojo unas pastillas para el dolor de cabeza. Me las tomo y al salir del baño me cocho directamente con la puerta...

--Joder...—digo mientras me froto la frente—ya tardaba... ay...

Salgo del baño. Al ver que el café aún se empezó a hacer ahora, me voy al sofá. Me dejo caer desde el respaldo, cansada, con intenciones de dormir unos minutos más... No sabría decir quien se asustó más de los dos. Si él por despertarlo cayendo encime suya, o yo al verlo en mi casa, en mi sofá, durmiendo y aun por encima sin camisa... Acabo sentada en el suelo, mirando al frente sin un punto fijo, pero con la cara toda roja

—¿Qu-qué haces a-aquí?—pregunto sin mirarlo.

—¿Tú qué crees?

—Si lo su-supiera, no pre-preguntaría

—¿Cómo? ¿No te acuerdas?—pregunta, sorprendido.

Lo miro, Rafael me mira sin comprender nada. Yo no puedo evitar quedarme medio embobada con su figura. Tras unos segundos así, mi cerebro despierta del trance dándome una imagen de los dos en la cocina besándonos.

--¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche?—me pregunta, con tono bajo.

--Después de beber dos copas contigo, no...—lo miro con vergüenza—¿Hice algo malo?... Dime que no cause demasiados problemas...

Antes de poder contestar, el ruido de la cafetera al terminar llama mi atención. Sin pensarlo mucho, me levanto y voy a la cocina. Apago la máquina y me quedo unos segundos donde estoy—Kendra, ¿Qué fue lo que pasó ayer para que hable así?—pienso, mirando la encimera. En lo que yo estoy así, él se levantó y se puso a mi lado.

--No diste ningún problema... No te preocupes por eso—dice casi susurrando.

--Entonces, ¿Por qué tu tono de voz no demuestra lo contrario?—lo miro, él ya me estaba mirando. No entiendo porque noto culpabilidad en sus ojos—cuéntame todo lo que pasó anoche—le exigí.

Me empieza a contar con todo detalle... El mismo enfado, decepción y frustración que sentí ayer, vuelven junto con todas esas imágenes a mi mente. Cuando termina, me voy al sofá y me siento, llevando las manos a la cabeza.

--Se que ayer la fastidié muchísimo—vuelve a decir mientras viene detrás mía—pero quiero arreglarlo...

--Rafael... Sinceramente, creo que ayer dejaste muy claro lo que sientes... No le-

--No es cierto—. Me interrumpe—justamente ayer me dejé llevar por todo lo que siento.

Lo miro, sorprendida porque lo dice seguro de sí mismo. Desde que lo conozco, es la primera vez que lo escucho hablar así.

--Kendra, tú también me gustas. Pero, aunque no puedo asegurarte qué vayamos a tener una relación sería, me encantaría seguir conociéndote. Como te dije anoche, no soy tan buena compañía cómo me gustaría, pero a tú lado realmente me siento bien y quiero pasar más tiempo contigo—se pode de rodillas frente a mí y se acerca a limpiarme las lágrimas que empezaron a caer por mis mejillas, apoyo la cabeza sobre su mano y cierro los ojos—te prometo que, mientras estemos juntos, no volverás a estar sola.

Todo lo que conlleva un te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora