Undercover Agent

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Esquivando el puño que venía volando hacia mí, me golpeé contra el suelo del vestuario, hice una mueca cuando mi nariz estuvo a un centímetro del cemento más mugriento del mundo. Hice una lagartija para alejarme de cualquier costra de lefa y hongos en los pies que pudiera haber estado cerca de mi boca, y rodé hacia un lado para evitar una patada descuidada dirigida a mí desde un mocasín negro rayado.

—¿Quién jodidos te crees que eres? —Las venas en el cuello del Detective O'Neill sobresalían y palpitaban mientras gritaba. Su voz hacía un extraño eco en el resto del vestuario y la charla cercana terminó repentinamente como si una bomba hubiera estallado. Dos hombres que debían haber estado listos para entrar de turno y medio vestidos, ambos en pantalones de uniforme y camisetas negras, estaban haciendo lo mejor posible para aguantar a O'Neill. Sin embargo, no era un hombre ligero y trató de darme otra patada. Me puse de pie. Odiaba retroceder hasta la esquina entre la pared y la fría taquilla metálica que me apretaba el costado, pero me tenía atrapado sin salida. A menos que quisiera partirlo en dos, estaba atrapado.

—Beomgyu. Agente Especial Beomgyu Mickelson —dije yo, y luego me reí y tomé un respiro profundo. No pude evitarlo. O'Neill era jodidamente divertido. Un viejo desgastado que creía que el mundo giraba a su alrededor. Tipos como O'Neill eran una docena en cada ciudad en la que había trabajado—. Y estás teniendo este concurso de meadas contigo mismo. No me interesa —Me limpié las manos en los jeans y mi insignia de bronce de la *ATF se balanceó con fuerza en la cadena que llevaba en el cuello, golpeando mi pecho. Llevaba la insignia con tan poca frecuencia estos días que era molesto tenerla puesta.

—No puedes venir aquí y robarnos esto. Suéltenme —O'Neill miró a sus compañeros y se sacudió como un perro mojado.

Uno de los policías que lo tenía agarrado por el brazo se acercó y le susurró algo.

—No. No le voy a disparar —Ambos policías se miraron y yo me sentí un poco ansioso porque ellos lucían como si quizás no le creyeran, sin embargo, soltaron su agarre en O'Neill para echarse para atrás, pero no se fueron muy lejos. El detective O'Neill se ajustó su chaqueta gris, como si eso hubiera mejorado las cosas. Su simple corbata negra estaba torcida, y me concentré en eso. La quería usar para estrangularlo.

—Obviamente tienes bastante en la mente —dijo, poniéndome derecho—. Dímelo a mí. Estaré trabajando en New Gothenburg, y este es no es mi lugar habitual para andar.

Con una sonrisa socarrona, O'Neill se rascó la barba incipiente en su barbilla. No lucía mucho mejor que los tipos que había venido a ayudar a arrestar. Finalmente, me miró a los ojos, y sus ojos marrones intenso tenían un brillo radical que había visto antes, aunque no usualmente en la estación de policía, en alguien que supuestamente tendría que cubrirme la espalda.

—Hemos perdido hombres —Logró decir O'Neill entre dientes apretados—. Jodidos hombres buenos, y tú quieres que nos aguantemos en llevar a los Soldados al piso y arrestarlos, para que puedas hacer ¿Qué? ¿Jugar jodidos juegos? —Él resopló como un toro y aprestó ambas manos en puños nuevamente, lo cual era como había empezado este altercado. A duras penas había dicho "hola" como advertencia antes de que prendiera la llama en esta conversación de mierda.

—¿Quieres golpearme? —Abrí mis brazos a los lados y levanté mi barbilla hacia él—. Está bien. Pégame justo aquí. Tengo una cabeza dura, así que será mejor que aciertes la primera vez. No habrá una segunda.

El ceño de O'Neill se frunció y mostró su mandíbula, cuadrándose hacia mí.

Podría venir por mí de nuevo, sin importar lo que pensaran esos imbéciles que estaban con él. Decidí hablar rápido, que era la mitad de la razón por la que era bueno en mi trabajo.

I'm the King (Yeongyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora