Seduced By Temptation

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Beomgyu

King sonrió y mi estómago dio un salto. La forma en que deslizó su mirada por mi cuerpo mientras sus cejas se fruncían fue un shock. No había estado de incógnito en ningún club o pandilla donde ser gay no fuera, como mínimo, algo que fuera un sucio secreto. En algunas pandillas de la Costa Oeste, que te gustaran las pollas podía provocar que te dispararan. Pensaba que estaba preparado para todo, pero había descuidado esta parte de mí durante mucho tiempo. ¿Cuándo había sido la última vez que un hombre había coqueteado conmigo?

Exhalando un largo suspiro, supuse que el hecho de que supiera que me parecía atractivo no supondría demasiado problema, así que me permití devolverle la sonrisa. Puso los ojos en blanco y resopló.

—Así que quieres ser un prospecto —dijo y se dirigió a su escritorio, lanzándome otra mirada como si estuviera tratando de entenderme. Eso era malo. Tenía que hablar lo suficiente como para evitar que se hiciera sus propias preguntas, pero no tanto como para parecer un idiota nervioso.

—Mi moto está en el taller, pero debería tenerla en casa este fin de semana —dije de improviso. No habíamos podido conseguir una antes de que yo llegara aquí hoy, y no queríamos retener a Jake más tiempo – Jake, no debería decir nunca su verdadero nombre y que las–noticias de su estancia en la cárcel llegaran al club.

King abrió de un tirón un cajón de su gran escritorio de madera maciza y soltó una carcajada.

—Dime que sabes trabajar en tu propia moto —Levantó los ojos hacia mí mientras seguía rebuscando en el cajón.

—Sí, pero no tengo todas las herramientas que necesito para el trabajo. Me mudé a la ciudad hace poco y tuve que vender todas mis cosas.

—Y ¿Qué le pasó a tu...? —preguntó sin perder el ritmo. Miró hacia abajo mientras parecía localizar lo que estaba buscando.

Mentalmente me revolví, y él me miró.

—Harley —A la mayoría de estos tipos les gustaban esas motos. Parecía lo más seguro—. El aceite.

—¿El aceite? —Sus labios se movieron y sacó un sobre manchado del cajón y luego lo cerró.

—Hay que cambiar todo el depósito.

Asintió y golpeó el sobre en el borde del escritorio.

—Si tienes un problema con tu moto, tráela. Puedes arreglarla aquí —Toda expresión desapareció de su rostro—. No he conocido a ningún mecánico en ningún sitio que no cobre de más por los trabajos a motocicletas. Todos piensan que sólo porque se las arreglan para no rayar a tu bebé debes pagarles el doble de lo que vale su tiempo. Es una auténtica estafa, sobre todo si eres estúpido como la mierda y la llevas al concesionario.

La sonrisa de King se extendió por su cara y mi estómago bailó en su sitio, temblando. Volvió a pasearse despreocupadamente hacia mí y esperó a que le extendiera la palma de la mano para volcar en ella el contenido del sobre.

Tres parches, como los que la mayoría de los clubes llevan en sus chaquetas, aterrizaron en mi palma. Me recordaban a los niños exploradores.

—New Gothenburg y prospecto —murmuré en voz alta y los revolví.

—Oh, bien, sabes leer —dijo King, y por un segundo pensé que estaba siendo un imbécil, pero sólo siguió mirándome de una manera intensa y desconcertante, como si estuviera memorizando cada pedazo de mí para un informe más tarde.

—Eh... sí. Sí, puedo.

—No todos los que entran por esa puerta son capaces —dijo con naturalidad. Entró y me pasó un brazo por los hombros, arrastrándome hacia la puerta de su oficina, pasando por delante de un sofá de cuero rojo.

I'm the King (Yeongyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora