Epílogo

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Yeonjun

Eché un vistazo a las enormes cantidades de carne que tenía delante en bandejas de aluminio junto a la parrilla y gruñí.

—¿Crees que necesitemos más comida?

Beomgyu me dio un golpecito en las costillas y señaló el patio afuera de mi – no, nuestra– cabaña. El césped estaba lleno de Kings sentados en sillas para acampar o en la hierba, con una cerveza en la mano mientras hablaban. El viento no era fuerte esta noche, pero tenía suficientes ráfagas para hacer un silbido bajo a través del lago y crear olas. Había una hoguera encendida, cuyas llamas crepitaban y propagaban el calor en la zona que la rodeaba.

A nuestra derecha, Taehyun y Soobin estaban acurrucados bajo una manta, Taehyun riéndose de algo que había dicho Kai. Junto a ellos estaban sentados Sunghoon y Heeseung, que no iban a pasar mucho tiempo en New Gothenburg. Habían ayudado a dirigir la Cortesana todo el tiempo que habían podido, y Killough los estaba llamando para que regresaran. Una parte de mí odiaba despedirse de Sunghoon, sobre todo porque era el único hijo que había aceptado quién era yo. No éramos una gran familia feliz, pero no me importaban los abrazos que Sunghoon me lanzaba cuando no los esperaba. Kai, en cambio, era el chico con el que tenía que trabajar.

Habíamos pasado mucho más tiempo juntos y, aunque no esperaba que me tratara como su padre, esperaba que no me tuviera tanto miedo. Ahora simplemente me odiaba y se negaba a mirar en mi dirección. Al menos no había decidido abandonar a los Kings por completo.

Taehyun se llevaba con los gemelos como una casa en llamas. Los había tomado bajo su manto y ambos parecían disfrutar de tenerlo como tío. Se reían y bromeaban como si se conocieran de toda la vida, y una parte de mí estaba celoso de lo fácil que era para él.

—Ya entrará en razón.

La voz de Beomgyu me sobresaltó y lo miré.

—¿Qué?

—Kai —Me tocó el hombro y se inclinó para darme un beso en la mejilla—. Dale una oportunidad.

—No me importa —Me encogí de hombros—. Él tenía que saberlo, y si no le gusta, es su problema.

—Mentiroso —Inclinó la cabeza—. Sí te importa.

Me incliné para besarlo en los labios, aunque sólo fuera para distraerlo de la conversación. No quería hablar de Kai esta noche. Por fin habíamos conseguido que la cabaña fuera habitable y, aunque aún quedaban muchas reformas por hacer, habíamos decidido celebrar lo que habíamos terminado invitando a la familia a casa.

El teléfono de Beomgyu sonó y rompió el beso para sacarlo del bolsillo de sus jeans. Suspiró y dijo: —Es mamá —antes de aceptar la llamada y alejarse en dirección al lago. Observé su retirada, sin poder apartar los ojos de su culo y de la larga y curvada línea de su espalda. Ahora un verdadero prospecto para los Kings, se le había dado su propio apodo.

Viper.

Era cursi, me encantaba, y no lo diría en voz alta, pero no era peor que el apodo de cualquier otro. Funcionaba perfectamente con la palabra grabada en su pecho.

Alguien se movió detrás de mí y me giré, sonriéndole a Changbin.

—¿Entregaste mi mensaje?

Changbin asintió y se pasó una mano por su pelo corto y oscuro. Estaba sin camiseta, aunque esta noche hacía frío, y la luz del fuego le recorría el pecho y los brazos, revelando la tinta negra que se había tatuado allí.

—Le rajé las llantas del carro a O'Neill y le rompí las ventanas de su casa. Se dejó una nota en su buzón para que dejara en paz a Mickelson. Conseguí que tus Ojos viera su reacción, estaba cabreado.

I'm the King (Yeongyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora