Capítulo 6.

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Una figura desconocida se adentraba a la cueva, solo para ver a dos individuos abrazándose, parecía que la noche anterior la pasaron terrible.

La figura misteriosa se acerco a ellos con un palo en mano.

 —Ehhh... ¿Hola?— Comenzó a picarle a ambos con la ayuda del palo.

La primera en despertar fue Susie, que al ver lo tan acurrucada que estaba con Oscar se asustó y empujó a este mismo, al recibir el empujón el elefante despertó repentinamente.

 —¡¿Qué pasó?! ¿Ya amaneció?— Oscar se preguntaba, ajeno a toda la situación.

 —¡N-no! ¡Solo que tú me estabas abrazando!— Susie reclamaba "molesta".

 —¡¿AH?! ¡Eso es imposible!— Exclamó el joven.

Mientras los chicos peleaban aquella figura hizo notar su presciencia. 

 —Ejem... Según yo, ambos se abrazaban mutuamente.— Comentó la desconocida persona.

Oscar y Susie dejaron de pelear al escuchar el comentario de esa desconocida. Oscar gritó y Susie se preparo para lo peor.

 —¡Wow! ¡Tranquilos! No quiero hacerles daño.— Levantaba las manos para no empeorar la situación. —¿Qué tal si me presento? Me llamo Amelie, Amelie Anderson...—

Oscar fue el siguiente en introducirse. —¡Hola! Me llamo Oscar, Oscar Peltzer, un gusto.— El elefante le ofreció su mano a la chica, a la cual ella respondió con un saludo. Oscar observó que Amelie parecía ser un tejón melero que no pasaba de la edad de la gata, tenia un cabello corto color blanco, con pelaje obscuro y unos ojos verde esmeralda. —Y ella es Susie McCallister.— El joven parecía contento, al parecer no estaban solos en esa isla.

 —¿Cómo es que llegaron aquí? ¿No le temen a las tormentas?— Preguntó Amelie.

 —Nos tomó por sorpresa, íbamos vola...— Susie le tapo la boca a Oscar.

 —La tormenta atacó de la nada, nuestro bote y cosas quedaron bajo el agua.— Menciono Susie algo nerviosa.

 —Ya veo... ¿Y son los únicos que llegaron a la isla?— Susie asintió. —¿Qué hacían en medio del océano?— Amelie cuestionó.

 —Estamos buscando a alguien, pero desafortunadamente nos quedamos varados.— Susie contestó.

 —¿Qué tal si los llevo a mi casa? Se nota que necesitan un baño.— Amelie comentó.

Susie y Oscar comenzaron una pequeña conversación en privado, después de un rato charlando parecía que habían llegado a una decisión.

La gata se acercó a Amelie. —Aceptamos, pero nos gustaría que nos platicaras un poco de la isla.— 




Los tres se metieron dentro del bosque, Amelie iba adelante guiando a los chicos.

 —Bueno, para empezar esta isla solía atraer el turismo, no mucha gente venía pero ayudaba para sostener la isla a flote. Era así hasta que hace unos años la tormenta llegó, es muy destructiva y no tiene un patrón que podamos seguir, solo ataca y es muy recurrente por estas aguas.— Amelie se lamentaba.

 —Y ehm, ¿cuál es el nombre de la isla?— Oscar preguntó.

 —Miracle Island, pero que el nombre no te engañe. Esta isla no tiene nada de milagrosa.— La chica comentó entre risas. —Es solo una pequeña isla en medio del Atlántico.—

 —Tiene un bonito nombre.— Agregó Oscar.

 —Jaja, creo que es lo único bueno que tiene. ¿Por qué no me cuentan de donde vienen?— Amelie seguía caminando entre el bosque.

Oscar y Susie se miraron al mismo tiempo, y la gata negó con un movimiento de cabeza. Oscar se sentía mal por no poder decir nada.

 —Bueno, venimos de una isla.— Oscar recibió una patada en el trasero de parte de la gata. —Auch...— El chico se sobaba. 

 —Está bien si no quieren decirme, solo quería hacer más entretenida la caminata.— Amelie comentó. Parecía ser una chica muy comprensible.

—Lo siento, veré si puedo convencer a mi amiga para que te podamos contar algo.— Oscar lamentaba.

 —Eso será imposible, Oscar.— Susie aclaró, mientras se veía las uñas despreocupada. 

 —Ya te dije, está bien. Aunque ¿Por qué tu "amiga"— La chica hizo un gesto de comillas con sus manos —lleva esas ropas? Son algo... Extrañas.— Amelie preguntó.

Al parecer Susie se ofendió un poco por la pregunta. —¡¿QUÉ?! ¡Mira quién lo dice, como si tú estuvieras a la moda!—

 —¡Wow! Tranquila. No quise ser grosera, solo que llevas un outfit algo eh, peculiar.— Amelie se rascaba la cabeza. —Y siempre estarás a la moda llevando un short y una blusa cuando el calor es insoportable.— La chica agregó.

 —Ah, olvídalo...— Susie suspiró. —¿Falta mucho para llegar?— 

 —Algo.— Amelie respondió.




Los tres seguían caminando entre el gran bosque. Oscar creía que el paisaje era hermoso y le recordaba cuando salía a acampar con su padre y amiga. A pesar de estar muy lejos de Erizo, el elefante se la llevaba muy bien, ya quería regresar al campamento para contarle lo sucedido a su amiga.

Susie solo pensaba que hacer, no había forma de localizar a Mildred, ni siquiera forma de regresar. El estrés, cansancio y angustia le estaba afectando demasiado.

 —Bueno, ya llegamos.— Al salir del bosque tanto la gata como el elefante se quedaron asombrados por el lugar, era algo parecido a su isla pero con grandes casas, tiendas variadas y más. Pero algo que notó Oscar era la poca gente que había.

 —¿Las personas están en sus cabañas o algo?— Oscar preguntó. —Hay muy poquita gente...—

 —No, Oscar. Debido a la tormenta la gente ha ido abandonado la isla poco a poco, solo quedan los propietarios de tiendas y gente que le agrada estar aquí. Somos una pequeña comunidad y todos nos conocemos.— Amelie contaba mientras saludaba a las pocas personas que se encontraban alrededor.

 —Pero eso no importa ahora, vamos, mi cabaña no está lejos.— Agregó la chica.

Después de una pequeña caminata por el pueblo llegaron a una casa considerablemente más grande que las demás.

 —¡¿Está es tu casa?!— Oscar quedó boquiabierto por el tamaño de la vivienda.

 —Sep, como la isla es propiedad de mi familia te imaginarás los lujos que se podían dar.— Comentó tranquilamente mientras se acercaba hacia la entrada de la mansión.

 —¿Acaso eres millonaria?— Susie preguntó mientras admiraba la belleza de la mansión.

Amelie comenzó a reír por la pregunta de la gata. —Jaja, no. Todo esto es herencia, y gran parte del dinero lo usó mi padre para convertir esta isla en un lugar para turismo. Pero ya sabes el resto de la historia y el dinero se acabó, mi padre aún piensa que puede recuperar la inversión.— La chica solo suspiro.

 —Como sea, ¿quieren un tour por mi humilde morada?— Amelie preguntó con una sonrisa.




Continuará...




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