Capítulo 1: Derek

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No pude evitar soltar un gruñido de placer cuando Britney, la rubia que estaba arrodillada ante mí, envolvió mi sexo con su boca.

La noche anterior la había conocido en Fabric London, un famoso club de música electrónica que me gustaba bastante frecuentar. Aquella chica me había encandilado con su perfecto cuerpo y su preciosa cara.

Voluptuosa, pero no en exceso.

Dulce, pero lo justo para llevarme a su merced.

Habíamos pasado la noche juntos y nos habíamos despertado hacía relativamente poco.

Después de un buen desayuno a base de frutas, miel y un té con leche, nuestro mejor pasatiempo era ese: una sesión de sexo matutino con la que matar las ganas que nos teníamos, las cuales todavía no habían quedado satisfechas del todo.

Agarré su cabello rubio en un puño con mi mano izquierda, acompañando el movimiento de su cabeza.

Con la derecha apretaba el colchón al tiempo que hacía lo mismo con la mandíbula.

Gemí.

Britney me miró, simulando una sonrisa al tiempo que seguía lamiendo con ganas.

—Eres increíble —murmuré.

Después eché la cabeza hacia atrás, dejándome hacer, pensando que me encontraba en el mismísimo cielo.

Fue entonces cuando mi teléfono móvil comenzó a sonar, sacándome de aquella burbuja de placer en la que me encontraba envuelto.

—Mierda —rezongué girando el cuello para mirar la pantalla.

No debería estar pendiente de las llamadas en ese momento, quizá otra persona en mi situación hubiese mandado el móvil al carajo, pero perfectamente podía tratarse de trabajo.

Y yo nunca le decía que no al trabajo.

Aún no lo sabía, pero esa manía mía de no rechazar ningún encargo, me saldría cara en cuestión de... ¿días?

Ajá.

Britney se incorporó un poco.

—¿Qué pasa? —preguntó algo molesta.

En la pantalla del móvil vi reflejado el nombre de Jimmy, mi compañero de piso y amigo.

Chasqueé la lengua y dejé con un poco de desdén el teléfono sobre el colchón.

—Nada, sigamos a lo nuestro. Ven aquí —le pedí con una sonrisa lobuna, acercando mi mano a la suya para comerle la boca segundos más tarde.

Sentí mi propio sabor en sus labios, mezclado con un deje a frutas y té.

La llamada cesó.

Mejor, ya hablaría con él más tarde.

Nos besamos, nuestras lenguas bailaron dentro de nuestras bocas y...

La melodía de mi teléfono volvió a sonar, haciendo que ambos nos separáramos y que yo hiciera una mueca con la boca con tal de no soltar un exabrupto.

Maldito Jimmy de los cojones. ¿Es que no podía vivir sin mí?

Sin embargo, en ese momento no era él el que aparecía en la pantalla del móvil, sino Tessa, mi otra compañera de piso y amiga que me cuidaba como si fuese mi hermana.

Bufé.

—¿Hay algún problema? —preguntó entonces Britney, quien no había despegado los ojos del teléfono.

—No, no —contesté rápidamente—, tranquila. Es...

Britney arqueó una ceja, desconfiada.

No me extrañaba.

Niñero por sorpresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora