No entendía cómo se atrevía a hacerme eso.
Cómo tenía el valor de humillarme de esa manera en la que lo estaba haciendo.
Se suponía que mi padre debía confiar en mí, porque ya era mayorcita como para que tuviera que contratar a nadie que vigilara cómo me portaba.
Por el amor de Dios...
Era de risa.
No obstante, a pesar de mis frustración y mi rabia porque la pataleta que le monté delante de mi nuevo guardián se la trajo completamente al pairo, tenía clara una cosa: Derek no duraría ni una semana a los servicios de mi padre.
Aquello no era una decisión premeditada, no.
Aquello era una premisa que se había convertido en una convicción de la que nadie me podría sacar.
Había decidido tener por misión hacerle la vida imposible a ese guapito de cara desde el mismo momento en el que pisase mi casa, mi habitación o cualquier estancia en la que tuviera que estar a menos de dos metros de mí.
Cosa que no sería demasiado complicada, pues debía cubrir mis espaldas, vigilando que no me metiera en ningún lío.
Se iba a cagar, ya te lo digo, como que me llamaba Carrie Miller.
Mi padre se marchaba al día siguiente, por suerte tampoco tendría demasiado tiempo para pensar en que de nuevo me dejaría sola con el servicio, pues tenía un evento benéfico.
Además, tendría vía libre para comenzar mi objetivo: byebyeDerek.
Estaba seleccionando prendas de ropa cuando mi huidizo progenitor entró en mi habitación.
Había sacado toda la ropa de los armarios y estaba tirada sobre la cama de cualquier manera, dispuesta a ser seleccionada para volver al ropero o para donarla a la fundación a la que acudiría al día siguiente para el evento benéfico.
—Hola, cariño.
—Hola —contesté sin apenas mirarle a la cara.
Mi padre se acercó sigilosamente a mí desde la puerta, la cual dejó abierta.
En ese momento no vi a mi guardaespaldas, pero estaba ahí, esperando tras la puerta de mi habitación hasta que mi padre le diera luz verde para volver a encontrarnos.
—¿Sigues enfadada?
—¿Yo? —me reí falsamente—. ¿Enfadada? ¿Tendría algún motivo?
Utilicé la ironía, algo que a mi padre sacaba de sus casillas.
Se lo merecía.
Aireé con fuerza un vestido y el sonido al rasgar el aire con la tela se escuchó por toda la estancia, rebotando en las cuatro paredes de mi habitación como si fuera una advertencia.
—Carrie, cielo...
—¿Qué? —Casi escupí la pregunta, mirándole con dureza.
Mi padre suspiró, meneando su cabecilla de pelo blanco a un lado y a otro.
—No me lo pongas más difícil, Carrie, por favor... Desde que tu madre y yo...
Hice un gesto con la mano para que no siguiera por ese camino.
No soportaba hablar de la separación de mis padres y no pensaba hacerlo en ese momento.
—Mamá y tú solo pensáis en vosotros mismos. ¿No os dais cuenta? —le dije de forma contundente, aunque la realidad es que aquel pensamiento no me provocaba enfado, sino tristeza.
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Niñero por sorpresa
HumorCuando Derek Dawson, un atractivo guardaespaldas que necesitaba dinero con urgencia, accedió a proteger a Carrie Miller, no se esperaba en absoluto que su vida diera un giro inesperado. Carrie Miller, una niña pija e insoportable, estaba dispuesta a...