Capitulo 2

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La noche pasa tan rápido como un suspiro y me despierto en la mañana con el cantar de las aves, esas melodías que hacen que mis oídos se llenen de dulzura.

«Un día nuevo me espera» me digo a mi misma.

Suspiro acomodando mi cabello. Enfundo mi cuerpo en un vestido que mamá me regaló hace varios años. Recuerdo a la perfección como a los seis años me fui de bruces contra el suelo al querer caminar con dicho vestido, el cuál era el doble de largo que yo. Sin embargo, ahora el pequeño espejo frente a mi recibe mi imagen sonriente, con el vestido que queda un poco más debajo de las rodillas. Mis ojos azules me devuelven la mirada vivaz y rebelde que siempre me ha caracterizado justo antes de desviarse inconscientemente hasta la V bordada en la tela de la prenda que llevo, justo encima del corazón.

-Buenos días -saludo a mi tía cuando llego al pequeño comedor.

-Buenos días cariño -me mira de reojo -¿Para dónde tan feliz?

-Pues a un lugar mágico -respondo juguetona -Pero shhh -me coloco el dedo índice sobre los labios -es un secreto.

Ambas nos reímos a carcajadas.

-A recoger fruta -niego con la cabeza ante mi momento fugaz de idiotez -¿Dónde está papá?.

-Esta mañana llegó una carta de palacio -trago grueso con la sangre helandose en mis venas -Asi que decidió ir personalmente.

«Palacio» esa palabra tiene el poder de hacerme flaquear las piernas y que se me dispare el pulso. No quiero ir alli aunque se que no es una decisión que deba tomar. Mi madre murió por su culpa, fue tanto el trabajo al que la sometían que descuidó su alimentación y salud. Solo pensaba en complacer a los reyes y de traer comida a casa. Cuando cometía el más mínimo error la castigaban de formas inhumanas y le prohibían volver a casa en días.
Recuerdos que duelen y me atormentan cada noche, sin duda la peor época de mi vida. Y aún así tendré que masticar y tragar y servir a las personas despiadadas que me hicieron perderla.

Salgo de casa con la mente distraída y considerando la idea de hacer un agujero en la tierra y enterrarme allí hasta que pasen ochenta y siete años.

***

No estaba muy lejos de la realidad cuando le dije a mi tía que iba a un lugar mágico.

El bosque que se extiende ante mis ojos es algo que resulta irreal o sacado de un libro de fantasía.

Me quedo mirando a la nada mágica del bosque tanto tiempo que no soy consciente cuando siento un crujido de ramas detrás de mi. Me tenso. Me doy la vuelta y el impacto visual que recibo sin duda alguna vale el susto que acabo de recibir. Un chico de un metro noventa me observa con unos fríos y calculadores ojos negros, su perfecta piel pálida casi parece opacar el paisaje del bosque mientras que su cabello es un perfecto desorden del mismo color de sus ojos. Lo detallo con total descaro y la oleada de calor no se hace esperar cuando sus ojos se conectan con los míos. Su cuerpo bien formando, el cual se le nota por encima del traje, me hace quedar viendolo como tonta durante uno minutos más de lo estrictamente necesario. Se le desborda por los poros que es alguien pudiente en la sociedad.

Carraspea incómodo.

-¿Por qué me sigues? -consigo articular en un hilo de voz.

-No tengo por qué darte explicaciones pobretona -la mirada que me dedica sería capaz de helar el infierno.

-¡Eres un idiota! -le grito cuando se aleja en su estúpido caballo.

«Hombres» pienso con tono de burla.

Se piensan que por tener dinero y un miembro entre las piernas pueden pisotear, denigrar y maltratar a una mujer. No siendo así fuera de su burbuja de perfección.

Hoy soy la mujer que soy porque me lo he ganado y a ningún hombre le bajo la cabeza, ni le rindo honor. Simplemente el dejarme pisotear no está en mi ADN.

Al regresar a casa volteo la canasta sobre la mesa, depositando las piñas y moras que encontré en el bosque, junto con una pequeña violeta morada que coloco con cuidado detrás de mi oreja.

-Cariño -mi tía me saca de mis pensamientos.

Le doy un fuerte abrazo.

-¿Papá ya llegó? -pregunto robando una mora y metiéndomela en la boca.

-Está en su habitación -asiente con el semblante decaído y me preocupo -Deberías ir a hablar con el, hay un tema que quiere...

No la dejo terminar y me encamino a la habitación de mi padre.

En el fondo soy plenamente consciente sobre el tema del que vamos a hablar, pero por la cara de mi tía no debe de ser nada bueno.

-Hola pa -saludo con un hilo de voz.

-Hola linda -me inclino para que deposite un beso en mi frente y lágrimas comienzan a correr por sus mejillas haciéndome sentir muy mal.

-¿Qué ocurre?.

-No es nada fácil lo que te voy a decir, y la verdad no se como te lo vallas a tomar, pero quiero que sepas que no hay nada más grande en este mundo para mi que tu felicidad.

Mi pecho se contrae con antelación y una mala sensación me baja por la espina dorsal tensándome aún más los músculos del cuerpo.

-No omitas nada -me mantengo fuerte e impasible.

- Me pidieron que te lleve esta misma noche a palacio -me cae un balde de agua fría encima -Eres la única joven que este año cumple la mayoría de edad y la más bella, que han visto nunca.

Esas palabras son más que suficientes para que mi cuerpo no responda. Y la vista se me vuelva borrosa. No sé cómo, pero mi cuerpo se desploma en el frío y duro suelo...

«Tengo que ir a palacio»

Y estas son las últimas palabras que cruzan mi mente antes de caer en los brazos del sueño profundo.

leydisgalano ..... 🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰

Frío Corazón 💙🥶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora