Capítulo 8

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—Esto es una jodida broma ¿verdad? —mi tono de voz suena un poco más que enfadado —¿Se puede ser más imbécil en la vida?.
—¿En serio crees que te dejaría ir tan fácilmente? —su mirada se torna misteriosa y casi puedo sentir la frialdad en sus ojos —Debes enfrentar tu destino, no huir de el. Porque solo los cobardes huyen y por lo que me has demostrado, tu no eres así.
—Valla, valla —lo reto en silencio con la mirada —Parece que el soberano arrogante pretende darme un consejo —sonrío irónicamente y me trago la frase: que sepa que esta no será la última vez que intente huir de su infierno.

Doy media vuelta y me alejo con gran velocidad sin siquiera esperar un comentario sarcástico e hiriente por su parte.

Camino, recuperando la cadencia de un paso calmado, entre los rosales por un largo y sin un rumbo fijo.

Vislumbro a unos cuántos metros a Feliphe y nuestros ojos se encuentran por unos instantes en lo que se dirige a paso apresurado hasta mi.

—Señorita, ¿qué hace por aquí? —cuestiona preocupado —...y tan despeinada —agrega descolocado, por lo que suelto una risa.

—Tu rey no conoce el sinónimo de delicadeza —recuerdo lo sucedido y una risotada sube por mi garganta y estalla, ocasionando que Feliphe me mire raro.

—Nuestro rey, señorita —me corrige —Debo decir que tiene mucha suerte de seguir con vida, porque ya muchos dolores de cabeza le ha ocacionado a mi señor —niega con la cabeza.

—Soy la favorita de Dios —sonrío una última vez —Ayúdame a llegar a mi habitación.

Cuando me encuentro a solas por fin en mi habitación, decido que si estoy condenada a este infierno lo voy a disfrutar al máximo. Tomo un baño de agua caliente y me coloco un vestido vinotinto de mangas largas y encubridoras que me mantienen calentita.

Mis pensamientos se desvían a la sonrisa del rey al verme en el piso.

_«Bienvenida al infierno»_

Sacudo la cabeza ignorando su tono de voz cargado de autoridad.

Los toques del otro lado de la puerta me toman por sorpresa.

—¿Si?
—Señorita, soy Angela —responden.
—Adelante.
—Señorita, han llegado los senadores del reino vecino, Variott y el rey exige su presencia durante la cena —sonríe sin ganas.
—¿Senadores? —la miro extrañada y asiente —¿Qué pinto yo en una cena donde seguramente hablarán solo de política?

Se encoje de hombros y decido caminar detras de ella sin muchas explicaciones de su parte.

Llegamos a un comedor totalmente diferente al que habitualmente es ocupado por el rey. Este es mas sencillo y casi da la impresión de ser mas formal. Con las paredes pintadas de color crema y unos complejos diseños subiendo por ellas. Una gran mesa adorna el centro de la estancia y una réplica casi exacta del trono original.

Me siento cohibida cuando cinco cabezas se giran en mi dirección y trago grueso cuando los ojos del rey me escrutan de pies a cabeza.

—¿Esta es la chica de la que tanto has...? —un señor que aparenta tener unos cincuenta y muchos o unos sesenta y pocos trata de decir algo pero se be obligado a detenerse con la mirada que le dedica el rey.

—Si —responde cortante —Sientate Violet.

Obedezco, y mi mirada nunca se levanta de mis pies.

—Señorita —una voz suave e intimidante me toma por sorpresa.

Levanto la mirada y mis ojos se encuentran al otro lado de la mesa con dos iris dorados que estudian cada centímetro de mi rostro.

—Soy...

Frío Corazón 💙🥶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora