Capítulo 4: Concavo y Convexo

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Capítulo 4: Concavo y Convexo


No podía creer lo que había escuchado hace unos minutos. De un momento a otro, se había avecinado una guerra. Una guerra de la cual nadie se esperaba. 

Me senté lentamente fuera de la Madriguera. Necesitaba aire fresco, un respiro. Toqué mi cicatriz, pensando en todas las noches que había tenido pesadillas. Mi cuerpo sabía que se avecinaba algo temible y me lo había demostrado una y otra vez de esa manera.

— Harry... — susurró Hermione acercándose a mi.—

— No pensé que esto fuera posible. — me levanté. — Cuando terminó la batalla me prometí que no volvería a ocurrir otra barbarie como aquella. Murieron tantas personas, que... — negué...—

— Lo que está pasando no es culpa tuya. — se acercó a mi. — A los muertos se les honra luchando, Harry. Y tú no has dejado de luchar jamás. Has parado a todo aquel que ha intentado hacernos daño, una y otra vez. Y no solo a nuestra familia, si no a las demás personas también. Y esta vez, detendrás a Durza.

— No sé como voy hacerlo esta vez... 

— Yo tampoco. Pero sé dos cosas. Que no estás solo, y que tengo fé en ti. 

Acortamos la distancia en un suave abrazo. Inspiré el aroma de su cabello, logrando una suave paz en mi interior.

Poco después, íbamos a entrar de nuevo a la casa cuando todos salieron de repente. Nos giramos, y rápidamente sacamos nuestras varitas.

No es posible...

— Veo que no hace falta las presentaciones, ¿cierto? — rio en alto. — Pero para los que todavía no tengan el placer de conocerme, soy Durza. El hijo de Lord Voldemort.

— Durza. — me miró. — ¿Qué quieres? — bajé la varita acercándome a el.—

— Le prometí a mi padre acabar con lo que el empezó. — nos miró a todos para después verme a mi. — Voy a matarte, Potter. Más despacio de lo que te gustaría. Pero no solo te mataré a ti, primero será a la persona que más amas. 

Segundos después se esfumó junto con los mortifagos que le acompañaban.

— No me sorprende que Malfoy esté con ellos. Y no solo el, si no su familia también. Estoy seguro de ello. — dijo Ron con desprecio. —

— No todo es lo que parece. — nos giramos encontrándonos a Malfoy.—

McGongall se colocó a su lado mientras nosotros la veíamos expectantes. 

— El señor Draco está aquí para ayudarnos. — fruncí el ceño. — Haré lo que tenga que hacer para que por fin todo el mundo pueda vivir en paz de una vez por todas. Y espero que todos los que estemos aquí hagamos lo mismo, dejando de lado el resentimiento.

— Para luchar contra lo impensable, hay que estar dispuesto hacer lo impensable. — añadió Kingsley.—

— Tal vez la mayoría que está aquí, no quiera mi ayuda, pero sin duda la necesitan. 

McGonagall y Kingsley nos contaron que la familia Malfoy había ganado la confianza de Durza antes de contarles todos los planes que el tenía a ellos. Esta vez querían hacer las cosas bien.

Destruirme.

Destruirme será su plan. Pero sé que no seré el primero en su lista. Sabe que haciendo daño a las personas que amo, me estará destruyendo poco a poco. 


Estaba preparando un chocolate caliente para todos. 

— Hermione... — me giré observando a Draco a unos metros de mi. — ¿Puedo hablar contigo un momento? —

— Si. — asentí. — ¿Ha pasado algo más?

— No. Pero no quiero hablar de eso ahora. — dijo acercándose a mi. — Quiero, quiero pedirte perdón. — lo miré ligeramente sorprendida.—

— Draco, no... 

— Por favor, déjame terminar... — dijo interrumpiéndome. — Quiero pedirte perdón por todo lo que te dije e hice en mi tiempo en Hogwarts. —

— Draco, está todo bien... La vida continua. — el asintió.—

— Cuando era pequeño vivía en un ambiente aterrador. No sabía lo que era el respeto hacia los demás, no sabía lo que era el amor, la comprensión... No tenía ni idea de como era experimentar esos sentimientos. Y todo eso me llevó a cometer muchos errores. Nunca tuve la oportunidad de ser suave... Siempre tuve nudillos sangrientos y fragmentos de vidrio por todo el cuerpo. Quería que la gente tuviera miedo de lastimarme. Y al final, fue todo lo contrario... El lastimado siempre fui yo. — se acercó tomándome las manos. — Por eso quiero pedirte perdón, Hermione. No solo a ti, a todos los demás también. Pero en especial a ti.—

— Gracias por tus palabras, Draco. Pero siento que hay algo más detrás de todo lo que pasó en ese entonces. 

— Si. — asintió de nuevo. — Contigo siempre fui más... Irritante, por así decirlo... — sonreímos ante su comentario. — Pero... Yo te trate así porque... — negó lentamente antes de continuar. — Siempre fui un idiota. Porque en ese entonces me sentía culpable de sentir lo que estaba sintiendo...

— ¿De qué estás hablando? ¿De qué te sentías culpable?

— De quererte a ti. 

— Oh Draco... — no lo esperaba...—

— Tranquila, Hermione. Se que estás casada. Lo sé, y lo asumo. Llegué muy tarde. — besó mi mejilla y se fue.—


.....


Nos leemos pronto :)








Salí de la ducha 



HARRY POTTER Y LOS RENGLONES TORCIDOS DE ESTA HISTORIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora