Capítulo 12: Eres brillante, Hermione Granger.

20 1 0
                                    


Capítulo 12: Eres brillante, Hermione Granger.


Me encontraba en Hogwarts con Kingsley. 

Durza había intentado escapar de Azkaban, matando a varios guardias.  

— No se va a cansar hasta matarme. — dije observando a Hermione y a la profesora, ahora directora McGonagall, hablando con Hagrid.—

— Antes de matar a el último mortifago que nos atacó, dijo algo que... — lo miré detenidamente.—

— Habló, de que Durza había tenido una hija. — dijo Ron mientras se acercaba a nosotros. — No sé si es cierto, pero no tenía porque mentir.—

— ¿Una hija? — Kingsley asintió. — ¿Quién es su madre? 

— No lo sabemos. — dijo McGonagall acercándose a nosotros, junto con Hermione. — Pero de algo si estoy segura, señor Potter. Durza tenía planeado que se enterara de la existencia de esa niña.—

— Tengo que hablar con el. — añadí. — No voy a descansar, hasta poder acabar de una vez por todas, con todo esto.

— ¿Vas a matar a esa niña? — dijo Ron. — No me sorprende si lo haces. Has acabado con muchas cosas estos últimos años.—

Lo miré detenidamente. 

— No vamos a tener esta tensión. Y menos entre nosotros. — dijo apareciendo Arthur. — Harry, tienes que hablar con el. Ron te acompañará. Y nosotros, investigaremos todo lo demás. Es un trabajo en equipo, y sobre todo, en familia.—

Poco después de que Ron hablara a solas con Arthur, accedió a acompañarme. 

Sonreí levemente mientras Hermione se acercaba a mi.

— Ten cuidado, por favor. No cometas ninguna locura sin contar conmigo. — tomé su mano.—

— Tranquila. — acaricié su mejilla. — En nada, estaré contigo. No me pienso ir a ningún sitio sin ti.—

Un tiempo después, Ron y yo nos encontrábamos en Azkaban. Llegar aquí, irradiaba mucho dolor. Pero sobre todo, una terrible angustia. Se podía sentir como poco a poco te iba consumiendo.

Mientras caminamos hasta llegar a la celda de Durza, podíamos escuchar gritos, y lamentos.

— Vaya vaya... Mira a quien tenemos aquí. — dijo nada más vernos.—

Tomé una silla lentamente, mientras me sentaba en frente de la celda, como aquella vez. Ron se apoyó en la pared con los brazos cruzados.

— Veo que viniste con el cornudo. — dijo mirando a Ron. — ¿No te cansas de hacer el ridículo?

— ¿Y tú? — dije. Me miró sonriente. — ¿No te cansas de seguir con esa venganza que cada día te consume más? 

— Le prometí a mi padre acabar contigo. Y lo haré.

— No lo harás. — me levanté. — Vine hasta aquí, para decirte, que encontraré a esa niña. Y no voy a dejar que se convierta en un monstruo como tu. 

— Si es como su madre y yo, créeme... — río. — Te destruirá cuando sea mayor. 

Negué lentamente mientras lo miraba. ¿Cómo puede alguien albergar tanto dolor y odio en su interior...?

— ¿Quién es la madre de tu hija, Durza? — dijo Ron.—

— La mejor de todos. Bellatrix Lestrange.

HARRY POTTER Y LOS RENGLONES TORCIDOS DE ESTA HISTORIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora